Redacción Cuenca
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Al alumno lo provee de cuadernos y lápices con material reciclado

La distribución de insumos de papelería era el trabajo de Víctor Caicedo (+) y de su esposa, Nelly Miño, quienes desde 1950 vendían en la ciudad de Ambato cuadernos, libretas, carpetas, etc.

Debido a que las empresas disminuyeron las comisiones de estos productos, esa pareja instaló en 1976 la empresa Industrial Papelera Caicedo (Indupac), en esa misma urbe, para fabricar cuadernos.

En la actualidad, la firma, que está a cargo de su hijo mayor, Víctor Caicedo Miño, produce cerca de 25 millones de cuadernos al año, que se comercializan con la marca Escribe. El 25% se envía a Medellín (Colombia) y el año pasado su facturación bordeó los USD 9 millones.

Indupac requirió esfuerzo por parte de los esposos Caicedo Miño, así como una inversión inicial de 400 000 sucres (unos USD 15 000 al cambio de 1976).

Con ese dinero adquirieron un local de 200 m² en el centro de Ambato. También una grapadora y una guillotina industrial, entre otros equipos. En la empresa trabajaban ocho personas y la facturación inicial bordeaba los 30 000 sucres (unos USD 1 100 al cambio de esa época).

Por sus esfuerzo, la firma ha obtenido un espacio en el mercado, dice el gerente Víctor Caicedo. Las inversiones anuales promedian los USD 250 000, para nueva maquinaria y mejorar la producción.

Igualmente, en 1991, la firma desembolsó 6 millones de sucres (USD 5 000 al cambio de ese año), para adquirir un galpón de 5 000 m² e instalar su maquinaria.

Tras la crisis bancaria que vivió Ecuador, en el 2001, Caicedo Miño comprendió que la única forma de competir era la apertura hacia nuevos mercados. Por ese motivo viajó a Medellín (Colombia) y mostró su producto. Desde ese año envía a esa ciudad un 25% de la producción de los cuadernos Escribe.

El resto de la mercadería de Indupac, que tiene 86 empleados, se comercializa en Ecuador. Por ejemplo, Iván Ruiz, propietario de la papelería Santa Ana (norte de Quito), señala que desde el año 2000 compra alrededor de 3 500 cuadernos Escribe al año y “se venden más rápido que otras marcas”. Él atribuye la acogida a la calidad y al precio de este producto.

En el 2011, el Gerente creó la firma Stamp Paper, para aprovechar el papel que sobra de Indupac. Su idea fue reciclar ese material y elaborar lapiceros, lápices y colores con papel y periódico reciclado.

Para impulsar este negocio, Caicedo invirtió cerca USD 250 000 en maquinaria para procesar el papel reciclado y dar forma a los esferográficos y lápices.

El año pasado, la firma Air Canada (Quito) compró lapiceros ecológicos para obsequiar a sus clientes, indica la gerenta de Línea, Ana María Cajiao. “Es muy novedoso, porque son productos responsables con el ambiente y eso concuerda con la filosofía de nuestra aerolínea”.

Lo mismo piensa la gerenta de Marketing de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de la Pequeña Empresa en Pastaza, Blondy Silva, quien este año adquirió cerca de 5 000 lápices para regalar a sus clientes. “Este producto es un aporte para el ambiente y refleja el plan de responsabilidad social de nuestra organización”.

Aunque Indupac y Stamp Paper son empresas distintas, tienen en común el trabajo de Víctor Caicedo. Para este ambateño es clave que las compañías se direccionen hacia productos reciclados de calidad, que aporten al ambiente y satisfagan al consumidor.

El quiteño Édgar Castillo adquirió lápices ecológicos y dice que la mina es de buena calidad. Además, al comprar este producto evita el uso de plástico, en el caso de los esferográficos, y que talen madera para elaborar los lápices.

Más sobre la firma

El Directorio. Nelly Miño y sus cinco hijos, entre ellos Víctor, toman las decisiones sobre la empresa.
El desecho. De la totalidad del desecho de Indupac se utiliza el 60% para la elaboración de lápices y esferográficos en Stamp Paper.

LA INSIGNIA

'El buen trato lleva a la estabilidad'

Inés Cevallos / área de encuadernación

Trabajo en Indupac desde 1978 y he aprendido a valorar mi aporte en la empresa. Me inicié en el área de encuadernación manual y por 1990, cuando los dueños adquirieron maquinaria, pasé a manejar la grapadora industrial.

Lo que más me gusta del trabajo es la calidad humana de los jefes, que nos tratan como familia y no piensan que el talento humano es reemplazable con máquinas. Ese trato genera cariño hacia la compañía, quizá por eso es que un 80% de la nómina tiene más de 10 años trabajando aquí.

Los jefes incentivan a la práctica del deporte y en diciembre nos envían a un paseo a la playa, que recarga las energías para continuar con nuestras labores.