Foto: Lineida Castillo / LÍDERES La alfarería perdura en comunidades de Cañar. Es un atractivo turístico.

La alfarería perdura en comunidades de Cañar. Es un atractivo turístico. Foto: Lineida Castillo / LÍDERES

Redacción Cuenca
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Las técnicas ancestrales de alfarería continúan

7 de septiembre de 2016 09:28

La labor diaria de los artesanos de Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros, en Azogues, es amasar el barro, sentir su textura y darle forma. Ellos elaboran las ollas de cerámica sin utilizar tornos.

Sobre una botija grande, colocada boca abajo, que sirve como soporte, María Josefina Pérez pone la porción necesaria de material. Con su puño mojado presiona en el centro, mientras camina alrededor, como si estuviera danzando. A esta actividad la conocen como shiminchir, que significa sacar la boca de un recipiente.

En su niñez, cuando estaba aprendiendo esta técnica ancestral, se caía por la falta de práctica, relata con una amplia sonrisa. Los alfareros de estos poblados elaboran ollas, jarrones, floreros, macetas, tiestos, platos, tazas, jarros…

Con esta técnica elaboran una olla en cinco minutos. Remojan sus dedos constantemente para que se deslicen en la textura; y retiran los excesos.

María Josefina Pérez, de 68 años, es una de las artesanas más reconocidas del valle de Pacchapamba. Hace 60 años su difunta madre le enseñó cómo amasar el barro.
Ella se casó con Remigio Simbaña y tuvieron 12 hijos. De ellos, solo Julia y Margarita heredaron este arte y se convirtieron en la tercera generación de alfareros.

Julia Simbaña ayuda a su madre, mientras que Margarita tiene su taller en Jatumpamba. La elaboración de las vasijas empieza con la obtención del material y su traslado hasta los talleres.

La arcilla es traída de Irazhún y la arena, del cerro Ingapirca. Ambos materiales deben secarse por una semana y luego se los coloca en una tinaja grande con agua. Los productores pisotean descalzos por dos horas.

Así se obtienen la pasta. Después arman bultos y los cubren con plástico para que no se endurezcan y los dejan reposar hasta el día siguiente.

A los poblados de Jatumpamba, Pacchapamba y Olleros llegan los turistas para conocer las técnicas ancestrales. También, arriban los intermediarios de Cañar, Azuay y Loja, para comprar sus creaciones y venderlas en ferias. Las ollas listas son colocadas a la intemperie para que sequen con el sol y el viento. Al día siguiente, las pulen con una lija especial.