Mónica Illapa, Wendy Illapa, Alberto Guzñay, Rosa Remache y Gloria Píntag son parte de la Asociación. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Mónica Illapa, Wendy Illapa, Alberto Guzñay, Rosa Remache y Gloria Píntag son parte de la Asociación. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Las artesanías de Flores tienen su marca parroquial

31 de enero de 2016 15:13

Cuando los comuneros de Flores, una parroquia ubicada a 40 minutos de Riobamba, descubrieron el fuerte impacto que las marcas extranjeras tenían entre los más jóvenes del pueblo, decidieron crear su propia marca parroquial. Hoy sus artesanías se comercializan con el logotipo de La Floreanita, Sisay Pacha.

Ellos elaboran prendas de vestir tejidas y bordadas a mano con lana de borrego, accesorios como bolsos, fajas, bufandas, guangos y elementos decorativos como cojines, tapetes y cuadros para pared. Todos los productos contienen símbolos de la cosmovisión andina, que representan la identidad de la parroquia.

“Es un proyecto con doble objetivo, queremos mejorar los ingresos económicos y la calidad de nuestra gente y, a su vez, difundimos el nombre de nuestra parroquia y para un futuro proyecto de turismo comunitario”, afirma Alberto Guzñay, presidente de la Junta Parroquial.

La iniciativa se inició en el 2012, cuando un grupo de jóvenes que se capacitaban en tejidos, bordados y elaboración de artesanías propuso la idea al Gobierno Parroquial. El objetivo inicial fue buscar una alternativa a la única actividad económica que sostenía a los habitantes de las 27 comunidades indígenas que integran la parroquia, la agricultura.

“Aquí no tenemos agua de riego, por eso los cultivos no prosperan y la gente empezó a migrar a las ciudades”, cuenta Guzñay. De hecho, los pequeños poblados empezaron a quedarse vacíos y se perdió la fuerza laboral.

Pero lejos de mirar la migración como un fenómeno negativo, los emprendedores lo miran como una oportunidad para fortalecer el negocio y ampliar los canales de distribución. La idea es vincu­lar a los parroquianos que migraron a las ciudades, e incluso al extranjero, para convertirlos en agentes de ventas.

En el momento, el emprendimiento cuenta con un primer punto de ventas situado en el centro de Riobamba, pero el objetivo es abrir más locales en otras ciudades como Ambato, Quito y Guayaquil, donde se encuentra la mayoría de migrantes.

La microempresa, que se oficializó en noviembre del 2015, ofrece prendas de vestir como blusas bordadas con las flores sagradas de la comunidad, la que más se destaja es la flor de Nachaks.

Esta es la planta más representativa del sector y la razón del nombre de la parroquia. También se elaboran bayetas tejidas, camisones y fajas, que cuestan entre USD 30 y 50, dependiendo del tipo de bordado y la calidad de la materia prima.

“Es moda sin perder la identidad. Diseñamos prendas con escotes, transparencias y otros detalles que las hacen atractivas para las jóvenes, pero conservamos las figuras bordadas -que son significativas para nuestra cultura- y los colores”, cuenta Rosa Remache, una de las artesanas.

El emprendimiento también ofrece otros accesorios y elementos decorativos para el hogar, como cojines, tapetes y cuadros. Estos productos están pensados para el mercado urbano; es decir, decoradores que buscan elementos étnicos para sus diseños.