Laura Sucuy, Segundo Sucuy y Margarita Tasambay administran el emprendimiento comunitario en Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Laura Sucuy, Segundo Sucuy y Margarita Tasambay administran el emprendimiento comunitario en Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

La artesanía se suma al turismo comunitario

11/01/2016

Contenido Intercultural (F)

Los ponchos, bayetas, fajas y bufandas, prendas originarias que manufacturan los artesanos de Cacha, una parroquia situada a 20 minutos de Riobamba, se comercializan en Pucara Tambo. Un emprendimiento comunitario donde la cultura y la identidad se promueven a través del turismo.

Los ponchos de lana roja, tejidos en telares de cintura y con bordados que simbolizan la cruz andina son el producto estrella en el centro artesanal. Estos, además de ser emblemáticos en Cacha por la tradición artesanal, simbolizan alta jerarquía. Por eso, son apetecidos por turistas extranjeros y locales.

“Antes, todas las familias nos dedicábamos a las artesanías pero por la migración y el desinterés de los jóvenes en continuar con este oficio de los abuelos, la tradición artesanal disminuyó mucho”, afirma Segundo Sucuy, administrador del emprendimiento.

Según él, la iniciativa de fundar un centro de acopio de artesanías surgió en el 2007, precisamente para contrarrestar la migración y ofrecer a los artesanos un espacio propio para vender sus creaciones sin necesidad de salir de la comunidad.

En ese año, en Cacha ya funcionaba el Centro Turístico Pucara Tambo, donde se ofrecen recorridos guiados por diversas rutas de la comunidad, comidas típicas, alojamiento y la visita a un centro de interpretación.

Este sitio en la antigüedad fue un templo ceremonial Puruhá y está ubicado a 3 200 metros de altitud, en el cerro más alto de Cacha, por eso desde ahí se observa toda la urbe. “Mucha gente empezó a visitar Pucara Tambo por la vista panorámica de la ciudad y la cordillera andina. Unos nos preguntaban dónde comprar artesanías, así descubrimos una oportunidad de mercado”, dice Sucuy.

En una habitación de piedra se colocaron troncos de árboles y pedazos de madera, que funcionan como percheros. Allí se exhiben shigras (bolsos), tres tipos de fajas originarias y bufandas.

Todas esas prendas se tejen manualmente en telares hechos con pedazos de troncos e hilos de borrego. Los artesanos tiemplan las fibras y anudan firmemente los hilos para formar los diseños y formar figuras para adornarlos. Estas figuras, como la pishic siza (flores) y el quingo (surcos), representan la cosmovisión andina.

Unos 10 artesanos entregan cada semana sus creaciones para abastecer el centro artesanal.
Rosa Janeta, de 50 años, es una de ellas. Ella aprendió a elaborar guangos (cintas para el cabello), fajas y otras prendas, desde su niñez.

Sus padres le enseñaron la técnica para procesar la lana de borrego y convertir los hilos en hermosas obras de arte. “Me toma unos cuatro días hacer una faja, pero bien hecha. En una
fábrica pueden hacer muchas más en solo una hora, pero la calidad no se iguala”, cuenta Janeta.

Antaño, en Cacha había una gran producción de prendas originarias y los compradores eran los pobladores indígenas de cuatro cantones de Chimborazo, pero el ingreso de la industria textil, que oferta prendas más baratas, perjudicó a los artesanos.

Hoy, el mercado son los turistas extranjeros y los amantes de los objetos étnicos, por eso parte de la estrategia para impulsar las artesanías es un recorrido turístico que incluye una visita a la casa de los artesanos. “Los turistas pueden ver cómo se elaboran estos tejidos, su proceso laborioso y valoran más nuestras artesanías”, dice Sucuy.