Una vendedora de la frutería Sembikiya coloca naranjas en las vitrinas que protegen a las lujosos productos. Foto: Marta Oliver / EFE

Una vendedora de la frutería Sembikiya coloca naranjas en las vitrinas que protegen a las lujosos productos. Foto: Marta Oliver / EFE

Las boutiques de frutas brillan en Japón

12 de mayo de 2017 12:06

Una fresa a USD 436, mangos y melones a USD 218, o manzanas a USD 15 son algunos de los caprichos que pueden encontrarse en las ‘boutiques de fruta’ en Japón, país donde estos alimentos se consideran más un objeto de deseo que una fuente de nutrientes.

Los impecables escaparates y las vitrinas de la frutería Sembikiya, situada en la planta baja de la lujosa torre Nihonbashi Mitsui, protegen estos exclusivos productos, que no están al alcance de todos los bolsillos.

“Buscamos las mejores frutas de Japón y de todo el mundo para venderlas”, afirma orgulloso Ushio Oshima, responsable de la división de Planificación y Desarrollo de Sembikiya, mientras sostiene la joya de la corona -y pieza más cara-, un pequeño “musk melon” o melón cantalupo de 27 000 yenes (unos USD 253).

Oshima pertenece a la sexta generación de fruteros de Sembikiya, fundada en 1834 por su ancestro, un samurái, y que pasó de vender fruta barata en Tokio a expandirse por todo el país hasta convertirse en la mayor proveedora de fruta de lujo de Japón.

Ninguno de los treinta empleados de la tienda principal de Sembikiya pasa un solo minuto con los brazos cruzados.

Con música clásica de fondo, algunos dependientes reciben a clientes, otros colocan frutas en mallas de protección, no sin antes añadir un colorido papel de seda, o revisan que las ya puestas en los expositores luzcan perfectas, sin ninguna marca o golpe.

“Los japoneses son minuciosos y se preocupan por el aspecto exterior (...) y por eso sale caro”, defiende Oshima. Sembikiya, que ostenta el título de frutería más antigua de Japón, es tan solo un ejemplo que prueba la importancia que tiene la fruta de lujo en el ‘País del Sol Naciente’.

Hasta USD 327 por uva, o USD 10 060 por racimo se han llegado a pagar por la variedad Ruby Roman, que se cultiva únicamente en la prefectura de Ishikawa y que se ha convertido en poco tiempo en la más cara del mundo.

Esta variedad, producida desde 2008, genera únicamente 2 400 racimos al año: los más “asequibles” pueden comprarse por unos 100 000 yenes (USD 917 ).

La fresa Bijin Hime (Bella princesa, en español) es similar en tamaño a una pelota de tenis, aunque sus dimensiones no son lo único que rozan lo imposible: para saborear una unidad se deben desembolsar unos exorbitantes 50 000 yenes (USD 458).

La producción de fruta es muy selecta en Japón, debido a que su particular orografía, en la que predominan las montañas y la costa, permite que solo un 15% de su superficie total esté cultivada.

Además, en el país asiático, donde llueve con abundancia y existen múltiples verduras y plantas comestibles de donde se pueden obtener nutrientes y vitaminas, la fruta nunca ha sido considerada un “alimento esencial”, explica Shigeyuki Sasaki, investigador del grupo Takasago, uno de los líderes mundiales en sabores y aromas.

“La fruta siempre se ha considerado un artículo de lujo, un ar­tículo para regalo”, escribió Sasaki en una investigación de Takasago.

En el país asiático, la fruta abandona su papel como alimento y se convierte en regalo estrella, especialmente en dos momentos especiales -en verano y en final de año-, elegidos por los japoneses para expresar gratitud a la gente que los rodea.