Gonzalo Bejarano creó su firma Kerly Shirt en 1982.  Tiene tres colaboradoras y produce al mes 2 000 camisas que se venden en varias ciudades.Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

Gonzalo Bejarano creó su firma Kerly Shirt en 1982. Tiene tres colaboradoras y produce al mes 2 000 camisas que se venden en varias ciudades.Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

Camisas y guayaberas que llegan a la sierra norte

21 de mayo de 2018 10:10

Ejecutivos, catedráticos, empleados públicos y privados, así como empresarios de la sierra centro y norte visten con las camisas que diseña y confecciona Gonzalo Bejarano.

Este artesano ambateño en 1982 fundó su firma Kerly Shirt. En su almacén y taller localizado en la avenida Los Andes y calle Tomás Sevilla, en el centro de Ambato, en Tungurahua, exhibe una variedad de colores y diseños de camisas que junto a su esposa Leonor Sarabia confeccionan en su local.
La pareja también produce las tradicionales guayaberas.Los diseños muestran colores tradicionales como el blanco, celeste, beige, pero también se encuentran tonos modernos como rosa, verde o gris.

Bejarano apuesta a la innovación a través de la combinación de colores. Por ejemplo si la camisa es de color azul con rayas blancas; en las mangas llevará filos de color azul marino, similar proceso realiza con las camisas rojas, negras. Esos diseños y modelos son los preferidos por los ejecutivos.

Bejarano cuenta que el trabajo dedicado y la creatividad hicieron que el año pasado facturara USD  60 000 en su emprendimiento donde laboran 10 personas. Cuatro son de planta y seis trabajan bajo la modalidad de maquila.

Con este modelo de negocio, cada mes produce 2 000 camisas que las comercializa en los almacenes de Riobamba, Quito, Ibarra, Ambato y Latacunga que son sus principales mercados.

La historia del negocio se inició cuando Bejarano tenía 14 años. Una vez que terminó los estudios de la primaria sus padres le mandaron a que aprendiera un oficio. Ingresó a un taller de sastrería donde se instruyó en la confección de levas; posteriormente pasó al taller de César Paredes quien reforzó sus conocimientos. Tras dejar el empleo emigró a Quevedo donde aprendió a armar las camisas y guayaberas. Una vez casado retornó a Ambato donde decidió poner un taller de sastrería.

Ante la falta de créditos del sector financiero acudió a un préstamo informal que le prestó 20 000 sucres. Con los recursos compraron una máquina de overlock y una de costura recta.
Al negocio de las camisas ingresó cuando en el 2008, Lucrecia Lucero le propuso que le confeccionara camisas para venderlas en Guayaquil. A la semana le entregaba 100 prendas de vestir, pero los pedidos se incrementaron a 200 semanales.

En el emprendimiento trabajan 4 mujeres; se encargan del terminado. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

En el emprendimiento trabajan 4 mujeres; se encargan del terminado. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES

Con el negocio en crecimiento buscó un préstamo en una institución financiera por 
 120 000 sucres. El dinero lo invirtió en la compra de maquinaria y la materia prima; además contrató a otras dos personas para que ayudarán en la producción de 500 camisas.

La crisis bancaria y el congelamiento de los recursos de 1999 no le afectaron, porque días antes con el dinero que guardaba en las entidades financieras pagó algunas deudas. “Saqué tres días antes que se dolarizaran 13 de los 14 millones de sucres que guardaba”.

Pero un cliente casi hace que quiebre el emprendimiento de Bejarano. Le quedó debiendo 3,5 millones de sucres en mercadería. Para cubrir ese dinero tuvo que hacer un crédito de 5 millones. Pagó las deudas y con el capital restante empezó de nuevo.

Actualmente confecciona 1 500 camisas y las ventas mensuales bordean los USD 5 000 mensuales. Distribuye en 20 locales comerciales a escala nacional y tiene vendedores que recorren todo el país ofreciendo su producto.

El año pasado, el empresario realizó una nueva inversión de USD 8 000 para renovar la maquinaria. Compró una máquina que pega botones, costura recta y una plancha especial para los cuellos. “A mis colaboradores exijo responsabilidad y que trabajen de acuerdo a nuestro sistema”.

Hace 30 años, Fanny Quintana, propietaria de camisería Christian Shirt, trabaja con la firma ambateña Kerly Shirt. Dice que la calidad del producto permitió que las ventas subieran desde el año pasado subiera entre el 20 y 30%. “La tela, los hilos, las costuras y todos los materiales que se emplean en la confección de las camisas, por eso la gente busca y compra en Riobamba”.

Quintana aseguró que los precios bajos atraen a los clientes. “Quien compra una camisa con calidad y económica no debe pagar entre USD 10 y 16”.