Andrea Arévalo y su familia idearon un helado de yogur bajo en calorías. Ahora tienen una planta para elaborar el producto; en tres años lograron vender 40 franquicias. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES

Andrea Arévalo y su familia idearon un helado de yogur bajo en calorías. Ahora tienen una planta para elaborar el producto; en tres años lograron vender 40 franquicias. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES

La modalidad de franquicia expande un emprendimiento de yogur dietético

15 de March de 2015 15:10

El 2010 fue clave para encontrar la fórmula exacta del helado de yogur dietético Greenfrost.
Andrea Arévalo y sus padres iniciaron el negocio familiar, tras conocer que en Europa se comercializaba el producto.

Ellos intentaron varias recetas hasta conseguir un helado de textura suave y homogénea. Para darle un valor agregado al producto, este se sirve con frutas de temporada, salsas como chocolate, leche condensada o manjar, y aderezos como las nueces, pasas o galleta desmenuzada. También se lo puede acompañar con suaves licores como la piña colada, el rompope, el licor de cacao, entre otros.

Para ella, la idea inicial era convertir al negocio en una heladería de renombre en Santo Domingo de los Tsáchilas, pero a las dos semanas de abrir el primer local (27 de febrero del 2011), recibió una oferta para desarrollar el modelo de franquicia de esta iniciativa.

A los seis meses ya tenían más de 10 locales franquiciados. Arévalo asegura que, aunque no estaba en los planes crecer en tan poco tiempo, el resultado se debe a la calidad y a la exigencia para que la atención al público sea óptima.

También influyó el respaldo de la clientela. La emprendedora recuerda que más allá de la publicidad y las estrategias de mercadeo, fue fundamental que una persona fuera con su familia al local y recomendara el helado a sus amigos.

Arévalo dice que el producto tiene acogida porque en Santo Domingo, en el 2011, no se ofertaba un helado dietético. “El yogur tiene menos calorías que el tradicional, por eso solo se pensó en un helado natural y más bien se ofrecen frutas y aderezos al gusto del cliente”.

Mientras prepara el helado, Arévalo recuerda que los primeros meses el producto se hacía de forma artesanal en su casa. Tardaban ocho horas y solo necesitaban tres personas (su familia).

Los hacían en una olla con capacidad para 20 litros. Pero hace un año instalaron una planta llamada Yogurt Nature, ubicada en la avenida Quito, en Santo Domingo de los Tsáchilas. Se invirtieron USD 500 000, en el mobiliario y adecuaciones del lugar. Allí trabajan ocho personas.

La cantidad mínima de helado que se elabora es de 1 120 litros diarios. Ese producto se distribuye a escala nacional a 40 franquicias que hoy tienen la marca. Esta cuesta USD 10 000 e incluye los derechos para utilizar la marca y logotipos en un local. El mobiliario tiene un costo de unos USD 40 000.

Pero Arévalo asegura que antes de otorgar una franquicia, el primer paso es realizar un estudio de mercado. Uno de los parámetros es que el local se ubique en zonas urbanas, comerciales o escolares. “Tenemos personal que se queda varios días en una ciudad, para analizar si el negocio tendrá éxito”.

Viviana Márquez tiene una franquicia en el centro de Santo Domingo, desde hace un año. Ella invirtió alrededor de USD 40 000.

En días calurosos o temporada escolar venden hasta USD 10 000 mensuales. Para la propietaria, el negocio fue rentable desde el inicio. Ella recuerda que el primer fin de semana obtuvo de ganancia neta USD 400. “Me emocioné, porque elegí la franquicia adecuada”.

Constanza Armijos es clienta y dice que siempre compra en ese local. “Me parece sano para mis hijos, porque comen frutas”.

En Santo Domingo de los Tsáchilas, por ser la provincia en la que se inició el emprendimiento, hay más de nueve locales. Por el momento, no se abrirán más franquicias, para no saturar el mercado. La marca se difunde en más de 20 ciudades de Ecuador.

El nuevo reto será incursionar en Galápagos. Tardarán seis meses. En ese tiempo la familia busca fortalecerse espiritualmente.