Foto: Diego Pallero/ LÍDERES Marco Gualopuro, Anita Morales y Roberto Carlos Gualopuro presentan la oferta de este negocio.

Marco Gualopuro, Anita Morales y Roberto Carlos Gualopuro presentan la oferta de este negocio. Foto: Foto: Diego Pallero / LÍDERES

Gastronomía y música andina son su plan

4 de octubre de 2016 10:22

Picadas de chochos con tostado, arvejas y queso; papas en salsa de maní o de zambo, chicha de maíz o cuy frito son las opciones que ofrece Cactus Runa Bar.

El emprendimiento familiar ubicado en el corazón de la ‘zona rosa’ en el norte de Quito se ambienta en la cultura andina, especialmente de los pueblos indígenas de Imbabura.

Marco Gualopuro, propietario del local, indica que además de ofrecer gastronomía especializada, el lugar es un espacio de encuentro para la comunidad indígena que migró a la capital.

El local abrió hace nueve años, en septiembre del 2007. En ese mes Marco Gualopuro dejó Otavalo para radicarse en Quito. El joven otavaleño siempre tuvo la meta de tener una cafetería, con la meta de ofrecer gastronomía indígena, explica.

Cactus Runa Bar tiene dos pisos; el lugar está ambientado con insignias indígenas como murales del Diablo Huma sobre las paredes o las mesas. Además, la música que suena en el lugar es en quichua y le da ese toque “especial” al establecimiento.

Gualopuro indica que durante los dos primeros años del negocio, también empezaron a elaborar almuerzos. Para esto tuvo el apoyo de su esposa, Anita Morales, quien viene de la comunidad La Compañía, ubicada a orillas del Lago San Pablo, en Otavalo.

Ambos querían darle un servicio ‘plus’ a sus clientes durante las tardes, por lo que luego en la cafetería iniciaron con presentaciones de shows en vivo con música indígenas de algunas provincias del país, expresa Morales.

Cactus Runa Bar, para el emprendedor significa “disfrutar la vida con alegría y tristezas”, indica el otavaleño. Dentro de su menú ofrece más de diez platos y bebidas como coladas de maíz, de haba; fritada, borrego, llapingachos, truchas. En bebidas, además de la chicha, ofrecen el canelazo.

Su principal proveedor de cuy es Antonio Gualopuro, de 56 años y padre de Marco. Él detalla que en su ‘chacra’ (parcela de tierra) ubicada en Otavalo tiene un espacio para la crianza de cuyes. Desde que su hijo inició con el proyecto, le vende a su hijo cuyes cada dos semanas: “así apoyo el negocio de mi hijos”, detalla.

A cargo de la cocina de Cactus Runa Bar están Roberto Carlos y Viviana Gualopuro, hermanos de Marco. Ellos le ponen la sazón andina a los platillos. Para obtener los ingredientes frescos como las papas, el maíz y demás granos acuden a mercados conocidos de Quito como el de Santa Clara y Mayorista, al norte y sur de Quito.

La inversión aproximada, solo para ingredientes por mes, es de USD 700 a 800 en promedio; en los mercados se trata de escoger los productos más frescos, indica Roberto, el chef del negocio.

La capacidad de producción es de 50 platos por día, pero en fin de semana la cifra llega a 60 o 70.

Para la preparación de los cuyes fritos, el chef se demora entre tres o cuatro horas hasta que esté listo; para la cocción de la carne de borrego puede tardar hasta dos horas, indican los hermanos.

En cuanto a los shows musicales en vivo, el establecimiento ha servido de plataforma para que grupos de Imbabura o Azuay, por ejemplo, interpreten sus mejores canciones al son de la flauta dulce y los tambores.

Marco Gualopuro recuerda que en fiestas del Inti Raymi o Pawkar Raymi -dentro del calendario indígena- diferentes representantes de comunidades indígenas se reúnen en el local. La idea es celebrar estas fiestas en comunidad. En esas fechas, fortalecen su menú con algunas bebidas preparadas con la variedad de maíz.

Para finales del 2016 y el 2017, Cactus Runa Bar mantendrá la misma estrategia de ofrecer gastronomía andina. Sin embargo, fortalecerá la oferta de todos los alimentos y bebidas que se puedan derivar del maíz.

Además, pese a que los hermanos Gualopuro no han invertido en publicidad tradicional, su presencia en redes sociales como Facebook y Twitter les ayudó para hacerse conocer. Por lo que seguirán emitiendo contenido a través de estos canales ya sí buscar nuevos clientes.

Asimismo, cada año estos emprendedores renuevan los diseños interculturales del lugar como los murales. Por lo que este año desplegarán más figuras y afiches Diablo Humas sobre los muebles o el primer piso del local. Todo por el amor a su tierra.