¿Cuán preocupantes pueden ser las críticas infundadas acerca de un trabajo hecho con profesionalismo?. Foto: Flickr

¿Cuán preocupantes pueden ser las críticas infundadas acerca de un trabajo hecho con profesionalismo?. Foto: Flickr

Trabajo: ¿lo humano está de más?

6 de septiembre de 2017 16:51


La cantaleta de “No traiga al trabajo sus problemas personales” es hueca y carente de objetividad. Cuando la persona ingresa a la empresa, lo hace con todo lo que es como sujeto; con toda su historia de vida. No ocurre una especie de disociación de la personalidad.

La exigencia de ‘solo trabajador’ es sencillamente inaplicable. La persona no cuelga, junto con su saco, en un gancho, el ‘otro yo’, quedando exclusivamente disponible para la empresa.
Muy especialmente, muchas mujeres, madres, a veces no acaban de desconectarse de asuntos que dejaron pendientes en casa. Piénsese, por ejemplo, en la madre que ha debido confiar el cuidado de su bebé de seis meses a una persona medianamente conocida, o quizás a una guardería.

Las palpitaciones de su corazón serán muy parecidas a las producidas por el estrés; el estado de ansiedad le desconectará del entorno, de tareas habituales. ¿Resistirá, en esas condiciones, la tentación de textear, de ‘whatsapear’?

No es raro que se tome su tiempo para hacer recomendaciones domésticas, para supervisar las tareas escolares; todo a hurtadillas, conteniendo el aliento, pues el jefe anda por los alrededores de su espacio de trabajo.

Es absolutamente comprensible, de otra parte, que las empresas reclamen lo suyo: tiempo y dedicación de calidad de parte de sus empleados.

“No traiga sus problemas personales” es un pedido justo cuando, efectivamente, los asuntos personales parecieran desbordarle al individuo, robarle su capacidad para estar verdaderamente presente, con atención plena a sus funciones en la empresa.

A propósito, el inicio del año escolar puede provocar una ‘fuga’ colectiva de la atención. Es una época en la que las empresas se ponen a la defensiva, pues los horarios y el ritmo de trabajo pueden verse alterados a causa de las solicitudes de permiso y hasta de los atrasos del personal.

Debe entenderse, sin embargo, que se trata de un tema y una situación totalmente pasajeros.
Que su hijo vaya por primera vez al jardín de infantes es un hecho significativo para cualquier padre. No hacerse un ‘selfie’ para contarle a medio mundo el acontecimiento sería imperdonable.

En todo caso, ¿quién podría negar que las compañías son comunidades integradas por padres de familia; comunidades vivas, que funcionan al tenor de las necesidades humanas?
Esto no contradice para nada el ideal de la productividad. Sin embargo, cualquier pretensión de tratar de anular la realidad humana de los trabajadores solamente provoca confrontaciones e inconformidad.

Los días venideros serán agitados. El inicio de clases constituye un retorno a la rutina familiar, a los horarios rígidos, a las tareas escolares y también a las trasnochadas por varias razones.

Todo aquello es la vida, lo que la generalidad de los sujetos lleva consigo al trabajo. El gerente-padre de familia, la jefa-cabeza de hogar, debieran entender y solventar los desajustes circunstanciales, con soluciones creativas, que a la vez afirmen y enriquezcan el nexo trabajador-empresa.

Las áreas de Recursos Humanos (RR.HH.) podría adaptar los tiempos y las tareas por un par de semanas, con el compromiso mutuo de recuperación del tiempo y nivelación de tareas. En vez de la ausencia repentina, de la mentirilla y de la trampa, convienen la verdad, la comunicación franca y el compromiso adulto.

En suma, los ‘asuntos personales’ están ineludible y recurrentemente presentes en el entorno laboral. Las organizaciones tienen que convivir con ello, estableciendo y definiendo límites. Ni la laxitud ni la rigidez constituyen respuestas apropiadas.

En cambio, la consideración de lo particular, del contexto, ayuda a actuar con equidad. Hay que tener en cuenta que la premisa de ‘sin excepciones’ es un signo de esclerosis empresarial.