Redacción Quito
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La mascota tiene un sitio para su última morada

El fallecimiento de una persona es doloroso. Familiares, amigos, conocidos y hasta desconocidos se dan cita, en una sala de velación, para ‘despedir’ al finado. Después, dependiendo de la decisión que tome la familia, los restos son llevados a una tumba o son cremados para conservar las cenizas.

Pero, ¿qué pasa cuando el ‘miembro’ de la familia tiene dos o cuatro patas y no habla, pero ladra, chilla, maúlla o trina, y muere? ¿Qué se puede hacer?

Para atender esas necesidades, desde hace ocho años, el negocio Lord Guau, especialista en adiestramiento, hospedaje, cuidado y comercialización de animales, ofrece servicios funerarios y de incineración de cuerpos.

En Puembo (nororiente de Quito), la firma dispone de un cementerio para mascotas en 200 m². Allí, se pueden dejar los restos de los animales. El contrato es por cinco años y tiene un costo de USD 500. En el sitio se coloca una placa de mármol y los cuerpos son enterrados a unos dos metros debajo de la tierra.

“ Hicimos un estudio de mercado entre nuestros visitantes y descubrimos que era un servicio necesario”, explica Gabriel Carrión, gerente general de Lord Guau.

Con base en la demanda, este negocio instaló un crematorio en Puembo y compró un horno en EE.UU. Este artefacto le permite reducir una mascota de unos 40 kilogramos de peso, como un perro pastor alemán por ejemplo, a 500 gramos de cenizas, en dos horas. La inversión del crematorio fue de USD 60 000.

La demanda del servicio en Quito, es de tres y cinco mascotas diarias, dice Carrión. “Se crema todo tipo de animales: pichones, gatos, perros, etc”.

La cremación se ofrece con recopilación de cenizas. El servicio se tarifa según el peso. Por ejemplo, un perro que pese 100 kg, lo cual es casi un ternero, llegaría a costar unos USD 300 por la cremación. Además, se puede prestar una sala de velación.

El servicio incluye transporte del cuerpo, desde el lugar del fallecimiento hasta las instalaciones, la cremación y la entrega de cenizas con un certificado. De ser el caso, el cliente recibe un registro fotográfico de todo el proceso de cremación.

Cuenca, Loja, Guayaquil, son algunas de las ciudades que más demanda de servicios han tenido. En Guayaquil, por ejemplo, se recibe un cadáver semanal.

Martha Mena solicitó el servicio de este negocio e incineró el cuerpo de su perro, Teo. “Era uno más de la familia, cuando estaba sola era el único que me acompañaba, y hoy sus cenizas están conmigo”.

Actualmente, en Lord Guau trabajan 22 personas, pero en la incineración participan tres: chofer, recepción y operario.