Santiago Ayala Sarmiento. Redacción Quito / LÍDERES
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Pensábamos que había más utilidades

Cuando están solos, en sus cabezas hacen cálculos. Cuando están en grupo, hacen apuestas. "Este año sí nos darán más que el anterior. ¡Le fue bien a la empresa!". El optimismo es casi generalizado cuando existe la sensación de haber atravesado un tiempo de "vacas gordas".

Así que durante esos días previos al 15 de abril, fecha tope para que las compañías trasladen el 15% de las ganancias a sus empleados, la ilusión es generalizada. "Con eso pagaré todiiiiiiitas las deudas", dicen unos; "Será para la cuota de entrada de la casa o del carro", dicen otros, los más ilusionados. Cada quien hace números y lanza sus propios dados. Pero la palabra final, la tienen los directivos. Y cuando llega el tan ansiado día, esas esperanzas pueden hacerse trizas.

El desánimo, acompañado de una retahíla de preguntas, se expande automáticamente cuando el monto no se acerca -y a veces simplemente no hay- a lo presumido. La tropa, al menos en esos días, no está con la moral en alto. ¿Cómo enfrentar este problema interno? Eugenia Medina, sénior mánager de Recursos Humanos, de la firma PricewaterhouseCoopers, explica que los altos ejecutivos deben manejar ante todo un criterio de transparencia en la información. La comunicación oportuna de las decisiones de inversión tomadas por la compañía, en términos generales, y el cumplimiento de resultados es fundamental para prevenir falsas expectativas en la gente y una consecuente decepción.

"Cuando se obvió esta fase informativa, entonces se deberá establecer un proceso de comunicación interno y una actitud de apertura para receptar inquietudes. Es importante que las compañías implementen planes alternativos de contingencia que permitan premiar el desempeño de sus funcionarios, pues las utilidades no lo hacen", añade Medina.

En la misma línea, Mónica Ramírez Molina, gerenta de Recursos Humanos y Administración, de Seguros Equinoccial, señala que la claridad en el manejo de la información, puede ser la diferencia entre tener personal desmotivado, o personal que se comprometa con hacer mejor las cosas para obtener mejores resultados cada día. "Es básico la comunicación clara y transparente que la empresa debe mantener con los colaboradores. Si están claros de cuál es la estrategia de la empresa, los resultados que cada mes la compañía alcance y las brechas para llegar a la meta, se generará una conciencia en cada uno de los colaboradores, independientemente del rol que ejerza".

Como respuesta a la desilusión, esta especialista aconseja, más que una terapia de grupo, que tiene corta duración, una valoración permanentemente a las nuevas ideas que los diferentes niveles en la organización pueden dar para mejorar los resultados. "Escuchar lo que piensa la gente es comprometerles a ser parte de la solución y no del problema".

Medina, por su parte, dice que vale la pena invertir tiempo en comunicar e involucrar a los funcionarios en los resultados obtenidos por la compañía. "Es fundamental que la gente conozca si la empresa, por ejemplo, se vio afectada por temas tributarios o por situaciones propias de la economía, de esta forma hacemos partícipe al funcionario de los logros o pérdidas y del cumplimiento o no de los resultados esperados".


Espíritu de cuerpo
En algunos sectores económicos las utilidades pueden diluirse entre un gran número de personas, por lo que el manejo de las utilidades puede prestarse para malas interpretaciones. Por ello es necesario aclararlo todo.

El dinero no da felicidad, pero ¡cómo ayuda a comprarla!, es un dicho popular muy conocido. Los empleadores nunca deben subestimar el efecto -a unos más que a otros- que tiene un beneficio monetario en el compromiso laboral.

Por su lado, los empleados deben estar conscientes de que en empresas donde se valora su participación, el beneficio monetario está sujeto a cómo reman todos en el mismo sentido.