Durante 14 años fue gerente general de la Cámara de Industrias de Uruguay. Fue director ejecutivo del Instituto de Promoción de las Exportaciones y de la Inversión de Uruguay (Uruguay XXI). Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES

Durante 14 años fue gerente general de la Cámara de Industrias de Uruguay. Fue director ejecutivo del Instituto de Promoción de las Exportaciones y de la Inversión de Uruguay (Uruguay XXI). Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES

Roberto Villamil: ‘La innovación pasa por la educación’

17 de noviembre de 2017 20:53

El especialista de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en Actividades para los Empleadores reflexiona sobre la cuarta revolución industrial y los retos que eso implica para las empresas, los trabajadores y los gobiernos de la región.

¿Qué trascendencia tiene que el sector empresarial del Ecuador haya planteado un plan con miras al 2030?

Es un paso muy importante, pues además de reclamar sus legítimos intereses, el sector empresarial elaboró unas propuestas de desarrollo alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Eso demuestra que el sector tiene una visión de desarrollo que va más allá del crecimiento económico.

¿En qué sentido?

Los ODS tienen como eje principal la erradicación de la pobreza. Y eso pone en el centro del debate el papel de las empresas como generadoras de más y mejores empleos. Cuando la ONU elaboró los objetivos de desarrollo sostenible se basó en una investigación internacional, la cual consultó a los ciudadanos del mundo sobre sus prioridades. La gente dijo que lo que más necesita es un trabajo.

Empresarios y Gobierno tienen diferentes visiones para alcanzar los mismos objetivos. ¿Cómo superar eso?

No es lo mismo gestionar un gobierno que estar al frente de una empresa. Lo que se debe buscar es que los Estados implementen políticas de desarrollo productivo orientadas a mejorar la competitividad y la productividad del país. Tenemos que lograr una diversificación de la matriz productiva. Las materias primas aún pesan en los países latinoamericanos, pero generan poco valor agregado. Las economías basadas en la producción y exportación de bienes primarios siempre estarán en desventaja respecto a aquellas que tienen como base las industrias innovadoras.

¿Hay que priorizar las empresas tecnológicas?

No necesariamente. La idea es tener sectores modernos, que incorporen la tecnología para hacer mejor lo que vienen haciendo, con mayor calidad y productividad.

¿Por ejemplo?

En España hay una empresa que elabora detergente, un producto sencillo de producir. Pero esta empresa aplica la tecnología en el proceso de producción, de almacenamiento y de distribución, usando canales no convencionales. Es decir, elabora un producto elemental, pero lo hace con un nivel de conocimiento que le permite ser muy competitiva. Y se trata de una pequeña empresa que ocupa 80 personas, pero factura 50 millones de euros anuales. Hay que repensar los modelos de producción y ver sectores que están ganando protagonismo como los servicios. La población está cambiando, hay menos jóvenes para mantener a los adultos y ahí hay oportunidades de negocios.

¿Qué políticas públicas han funcionado para que se desarrollen las empresas?

Aquellos países que muestran una mayor orientación a innovar y a promover el emprendimiento, sobre todo entre los jóvenes, tienen mejores resultados. Igual sucede con aquellos que ponen énfasis en la educación, no solo en la formal sino en la profesional, para que los trabajadores del futuro tengan los conocimientos que las empresas demandarán en el futuro. Y sobre todo, los países con estabilidad política, paz social, un sistema judicial que funciona y menores niveles de corrupción tienen mejor desempeño.

¿Es necesario flexibilizar la legislación laboral para adaptarse a la cuarta revolución industrial, en la que los negocios cambian rápidamente?

La flexibilización del mercado de trabajo no puede significar dejar a un lado derechos de los trabajadores. Hay que respetar la norma internacional del trabajo.

En Ecuador se prevé reformar el Código del Trabajo, que data de 1938. ¿Qué se debe tener en cuenta para hacer reforma laboral en un mundo que cambia muy rápido?


Si se va a emprender un cambio profundo en el Código del Trabajo hay que involucrar a los actores: empresarios y trabajadores, pues un Código no se hace todos los años. Hay que pensar en una normativa que avizore los cambios que ya se están dando como la cuarta revolución industrial o el pensamiento exponencial. El Ministro de Trabajo de Ecuador nos visitó en Lima y, entre otras cosas, planteó que la OIT ofrezca asistencia técnica para este cambio del Código del Trabajo.

¿Qué temas requieren mayor atención cuando se moderniza una norma?

Los sistemas de producción, de trabajo y la forma de comunicarnos están cambiando rápidamente. Debería apostarse fuertemente a la promoción de la innovación y el emprendimiento entre los jóvenes, para que ellos entren o desarrollen nuevas actividades que tengan como materia prima el conocimiento. Y eso implica trabajar muy fuerte en educación.

¿Qué hacer en educación?

Hay que modificar las bases de los sistemas educativos, para que los niños estén preparados para el mundo que se viene. Y hay que reestructurar los sistemas de formación profesional, para que los trabajadores adquieran las habilidades que demanda el mundo del trabajo y que no suelen estar en los sistemas de formación.

¿A qué se refiere?

En América Latina se escucha que las empresas no encuentran trabajadores formados para cubrir sus necesidades. Pero el problema puede ser que nunca se trabajó en formar a la gente con esas habilidades. Las empresas debieran poner atención en las habilidades que necesitarán varios sectores dinámicos en el futuro.

¿Como cuáles?

Servicios de salud, de cuidado a personas adultas, de acompañamiento. En esas áreas no hay mucha oferta de formación, pese a que tendrán mucha demanda. Cuando se quiere transformar una matriz productiva y tener productos con mayor valor agregado hay que incentivar al sector privado para que incorpore nuevas tecnología e innove. Y un buen paso es apoyar a los jóvenes, que hoy registran más desempleo

¿Qué tipo de apoyo debieran tener los jóvenes?

Los países más desarrollados ven al joven no solo como un futuro profesional o trabajador, sino como un futuro emprendedor. Y los apoyan con las herramientas que les permitan crear empresas. Y aunque algunas puedan fracasar, otras pueden desarrollarse y ofrecer trabajos de mejor calidad.

¿Cuál es el escenario para las nuevas empresas en un mundo donde los robots desplazan a los trabajadores?

Es un temor que todos tienen. Hay trabajos de baja calificación que han sido sustituidos por máquinas. Por eso la importancia de trabajar en educación y formación. En América Latina tenemos una gran cantidad de personas con educación básica.

¿Cómo superar eso?

Hay dos problemas por resolver. Primero, se necesita reformular los sistemas educativos para que los futuros trabajadores estén capacitados para el mundo que se viene. Y segundo, tenemos que reconvertir a la gente que hoy no conoce las nuevas tecnologías y no está preparada para realizar otro tipo de trabajo. Los ciudadanos deberían pelear por la educación con más entusiasmo.