Rosa Guamán convirtió la lucha por los derechos de las mujeres en un emprendimiento social. Hoy dirige la asociación Jambi Kiwa que agrupa a 145 microempresarios. Foto: Armando Prado/ El Comercio

Rosa Guamán convirtió la lucha por los derechos de las mujeres en un emprendimiento social. Hoy dirige la asociación Jambi Kiwa que agrupa a 145 microempresarios. Foto: Armando Prado/ El Comercio

Rosa Guamán: ‘Un líder siempre se preocupa por el bien de los demás’

1 de February de 2015 11:48

En las afueras de Riobamba, en el barrio Santa Cruz, se encuentra la sede de Jambi Kiwa, una asociación de mujeres campesinas que cultiva, procesa y vende plantas medicinales.

Este trabajo se cumple desde 1999, utilizando los conocimientos que cada madre de familia de la zona rural tiene sobre la hierbaluisa, el cedrón, el jengibre, la menta, la malva, la manzanilla, el matico...

En la planta de almacenamiento y procesamiento de las plantas medicinales el trabajo es permanente. Los aromas de las distintas hierbas y plantas que se procesan cautivan el olfato de todo visitante.

Jambi Kiwa agrupa hoy en día a 145 microempresarios dedicados a las plantas medicinales. Los productos se comercializan en Ecuador en locales de economía solidaria y cadenas de supermercados; también se exportan a Francia y Canadá.

Esto es resultado de un proceso organizativo de muchos años y su responsable es Rosa Guamán, una mujer campesina que desde su adolescencia se mostró solidaria y rebelde al mismo tiempo.

Ella es la responsable de haber organizado a decenas de campesinas de pequeñas comunidades repartidas por Chimborazo. Madre de cinco hijos y separada hace 25 años, Guamán empieza su día a las 05:00. A esa hora desayuna y alimenta a los animales que cría en su casa ubicada en Licto, una pequeña comunidad chimboracense.

Guamán valora a la mujer campesina y su trabajo está enfocado -desde hace más de 40 años- en defenderla y en apoyarla para que se convierta en “sujeto activo de desarrollo”.

Las ganas de ayudar a otras campesinas surgieron en la adolescencia de Guamán.

“Protestaba por la clasificación que se hacía de blancos, mestizos, cholos, cutos, urcos... En Chimborazo siempre hubo una explotación muy marcada contra el indígena y en especial contra la mujer que sufría abusos y violaciones”.

Guamán fue a trabajar en Milagro (Guayas) a los 12 años y regresó a Chimborazo poco antes de cumplir 18. Entonces empezó, con otros jóvenes, a organizar a comunidades y barrios para hacer respetar los derechos de los campesinos, de las mujeres, en especial las analfabetas.

Su propuesta se esparció desde Licto a todo Chimborazo. “No podíamos quedarnos solo en las palabras, teníamos que crear espacios y proyectos productivos”.

En 1998 Guamán organizó una feria de salud y un mes después con un grupo de campesinas empezó a vender las plantas medicinales que sembraban y cosechaban en sus casas. Así surgió Jambi Kiwa.

Lo que empezó como una lucha política se convirtió en un emprendimiento social. Guamán es clara: “La mujer dejó de someterse a la sociedad y nos empezamos a sentir bien, siendo útiles por nuestros conocimientos. Somos microempresarias”.

El punto de todo este trabajo, resume esta mujer que hoy tiene 60 años, es pensar en el pequeño productor. “Podíamos habernos reunido unos pocos, comprar un terreno y producir.

Pero, ¿qué hay de los demás?, ¿qué hay de la gente que no tiene nada? Siempre me pregunto: qué pasa en las comunidades, en su día a día. Jambi Kiwa trata de dar sentido social y que las compañeras mejoren su vida, que no causen lástima y que se dejen ver como personas productivas”.