Alfredo Castro es un emprendedor, que levantó El Horno de Leña junto con su esposa Laura de Castro. Foto: Patricio Terán / LÍDERES

Alfredo Castro es un emprendedor, que levantó El Horno de Leña junto con su esposa Laura de Castro. Foto: Patricio Terán / LÍDERES

La tradición del bizcocho en Quito

11 de enero de 2017 10:08

Un pedacito de Cayambe se asentó en el sector de Las Casas, en el norte de Quito hace 10 años. Se trata de un local pequeño en el que se elaboran los deliciosos bizcochos, los mojicones de panela y las crujientes empanadas tradicionales.

El nombre de este emprendedor es Alfredo Castro, un cayambeño de corazón, quien dejó su ciudad natal cuando tenía 12 años. Vino a Quito para estudiar el colegio y la universidad y se estableció en la capital, donde echó raíces.

Iba a visitar a sus padres y a revivir cada una de las historias que pasó en Cayambe. “Tenía presente cada sabor de mi localidad, en especial, los deliciosos y tradicionales bizcochos”.

Ese recuerdo se convirtió en un impulso para levantar su negocio, una pequeña cafetería ubicada entre las calles Selva Alegre y Villavicencio, con el nombre El Horno de Leña.
Al principio arrendó un local para producir los bizcochos; armó el horno para cocinarlos en leña, pero no le fue bien. Trabajó cerca de tres años en ese espacio. “Hubo inconvenientes porque no podía estar dentro del local, ya que seguía trabajando”.

Así que, como buen emprendedor, decidió construir no solo el horno de leña sino también un local en su casa. La inversión fue de USD 4 000 e incluyó los materiales para hacer este platillo tradicional tal como lo hacen en su tierra. Es decir, rescata los saberes de los ancestros de Cayambe.

Cuando se jubiló mejoraron las cosas, porque estuvo frente al local al 100% y pudo dar trabajo a más cayambeños. “Contraté una persona de mi tierra porque sabe los secretos de la preparación del bizcocho”, señala.

Este tradicional producto se comercializa en tres cadenas comerciales grandes, a las que se entregan 5 000 fundas mensuales.

Años atrás se abrieron las puertas para otros centros de comercio pero no prosperó. La razón: quieren mantenerse como un local artesanal y tradicional.

“No hicimos más esfuerzos porque no queremos ser una industria sino rescatar los sabores tradicionales que se están perdiendo”.

Para este hombre, que se ha dedicado a las organizaciones sociales, la importancia de mantener el sabor es importante, por lo que apuntaba a elaborarlos en el horno de leña. Pero, al tener un local ubicado en la ciudad, fue difícil mantenerlo por la cantidad de humo que emana.

“Decidimos darle una vuelta pero mantenemos la preparación tradicional. Fue triste porque la leña le da un sabor especial, similar al campo”, indica Castro.

Este negocio es familiar. La cuñada de Castro atiende el local, en el que se comercializa quesos de hoja. Este producto también es traído desde Cayambe y elaborado por productores de la zona.

Cinthia Mosquera es una joven que acostumbra a comprar este tipo de productos tradicionales. Le agradan porque son elaborados de forma artesanal y porque los productores buscan rescatar los sabores de sus ancestros.

“Me gusta este emprendimiento porque puedo conseguir un producto autóctono de Cayambe en plena ciudad”, comenta con entusiasmo Mosquera.

Ella recomendó a sus amigos el producto por su sabor y porque mantiene la elaboración tradicional, explica la joven, quien vive en el sector de El Batán y se traslada al local los fines de semana a comprar el producto.

En El Horno de Leña se utilizan cuatro quintales de harina a la semana. No han subido la producción porque prefieren hacer “poco y delicioso”.

Las ventas mensuales oscilan entre los USD 4 000 y 5 000. Con este dinero, el hombre ayuda a sus hijas para su formación académica. “Fue un impulso que nos ayudó a unirnos como familia”.

Carlos Chicaiza es un padre de familia, que acostumbra a llevar este producto a su casa. Considera que la ayuda a los productores artesanales es importante porque se da una mano a los emprendedores del país y porque ellos mantienen tradiciones que se van perdiendo con el paso de los años.

Precisamente, Castro, quien trabajó con grupos indígenas y sociales para su desarrollo, explica que el mensaje para los emprendedores es que se organicen para levantar su negocio. “Si buscan un objetivo y se plantean el reto lograrán salir adelante con su negocio. En mi caso, el objetivo es rescatar el delicioso bizcocho”.

Más datos

Los productos son entregados en cadenas comerciales de la capital. Las entregas son semanales.

Los pedidos puede comunicarse al número de teléfono 256 6988.

Cámara Artesanal de Quito. Este local es parte de esta organización que aglutina a artesanos de la capital. En la página podrá encontrar más detalles del emprendimiento.