Las instalaciones de la fundación Virgen de La Merced están ubicadas en el valle de Los Chillos; para cubrir los gastos de la entidad se destinan cerca de USD 50 000 cada mes. Foto: Foto: Fundación Virgen de la Merced

Las instalaciones de la fundación Virgen de La Merced están ubicadas en el valle de Los Chillos; para cubrir los gastos de la entidad se destinan cerca de USD 50 000 cada mes. Foto: Foto: Fundación Virgen de la Merced

La vocación de servicio tiene espíritu militar en la Fundación Virgen de La Merced

31 de julio de 2017 15:16

La guerra del Cenepa de 1995 motivó a los militares a apoyar a las personas más vulnerables. Tras este conflicto bélico, que dejó secuelas físicas y emocionales en varios soldados, el Ejército Ecuatoriano decidió ayudar a los menores que tienen discapacidad.

Para canalizar este apoyo se creó la Fundación Virgen de La Merced, en 1996. Inicialmente, se atendía a los hijos de militares que tenían discapacidades leve y severa. Pero, tres años después, las puertas se abrieron para todos los menores de edad que tengan síndrome de Down, Asperger, autismo y otros diagnósticos.

En esta institución, actualmente, se atiende a más de 2 900 personas que tienen discapacidad. De estas, 2 800 reciben atención médica y 100 formación educativa con especialistas.

Las aulas de la fundación están adaptadas para atender a este segmento. Se trabaja con grupos reducidos, dos docentes por paralelo. En total son tres niveles, en los que los chicos de hasta 18 años aprenden a escribir, leer, pintar y otras destrezas.

Los costos del servicio se fijan en función de las posibilidades económicas de quienes acuden a esta fundación. Hay menores de edad que son de escasos recursos económicos y no pagan ni un centavo y otros lo hacen según sus condiciones, explica Tracy Granda de Narváez, presidenta de la Fundación Virgen de La Merced.

A la final, el propósito de esta fundación es que la preparación les permita encontrar un trabajo, de acuerdo con sus habilidades.

“Es gratificante ver cómo niños que no podían moverse logran caminar con el paso del tiempo”, expresa Granda.

Para fomentar la parte motriz o verbal se utilizan seis caballos, que reciben cuidados del Ejército; se ocupa una piscina, se brinda rehabilitación física, terapia de lenguaje. Estas asistencias se realizan de acuerdo con un diagnóstico personal que realiza un profesional.
Además se cuenta con especialistas en Odontología, Pediatría y Psicología. Son más de 10 servicios para atender a toda la comunidad. Los costos son módicos.

Por la atención integral de Erick Benalcázar, de 13 años, su padre Fernando Benalcázar invierte desde hace tres años alrededor de USD 198 en la pensión. Y ha tenido buenos resultados.

Erick, quien tiene microcefalia, ha aprendido hábitos. Ahora puede controlar su hiperactividad y relacionarse con otras personas.

Julián Merino, quien tiene un 85% de discapacidad mental, ha recibido también el acompañamiento de la fundación para fortalecer la comunicación con su familia. Danny Olivo, padre de Julián, comenta que la experiencia en esta institución ha sido positiva, porque ahí recibe terapias para ayudarle a su motricidad.

En promedio para cubrir los gastos de esta institución se requieren de USD 50 000 mensuales. Estos se financian con el aporte de los militares, ‘padrinos’ del Banco General Rumiñahui, empresas privadas, una revista institucional y con la carrera atlética Nuestros Héroes 10K.
Banco General Rumiñahui, por ejemplo, aporta con alrededor de USD 12 000 para apoyar a esta fundación que se encarga de la formación y cuidados médicos de los niños con discapacidad.