Luis Ramos instaló una planta embotelladora de agua en el 2003 en Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES

Luis Ramos instaló una planta embotelladora de agua en el 2003 en Santo Domingo de los Tsáchilas. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES

En tres provincias se comercializa su agua embotellada

6 de septiembre de 2015 15:47

Desde las 06:00 se inicia el trabajo en la planta embotelladora Agua Cero 2, en el centro de Santo Domingo de los Tsáchilas. 15 trabajadores se ubican en cinco habitaciones para purificar y embotellar el agua, que se distribuye a Manabí, Esmeraldas y la provincia de los tsáchilas.

Un grupo se dedica a desinfectar los botellones. Otro a purificar y ozonificar el agua. Cuando este procedimiento se completa, un trabajador la envasa y otros dos la despachan a 15 distribuidores, que visitan a diario la planta.

Luis Ramos recuerda que en el 2003, cuando se instaló el negocio, solo trabajaban cuatro personas en una pequeña casa al sur de la ciudad. El ‘tratamiento’ del agua se hacía artesanalmente en la cocina de la vivienda y en el patio ‘se embotellaba’ el líquido.

El emprendimiento se inició con USD 16 000. Ese capital fue el resultado de tres años de trabajo en Inglaterra. Ramos viajó en 1998 y regresó cuando el país ya estaba dolarizado. “La crisis aún estaba latente en el país, pero yo quise quedarme y me arriesgué por el negocio del agua”.

En el 2004, a diario se producían 300 botellones de agua, que se distribuían en las tiendas de Santo Domingo. La iniciativa tenía apenas cinco distribuidores y la familia Ramos se encargaba de promocionar el producto.

De a poco, el negocio empezó a crecer en la provincia y la producción aumentó a 500 botellones diarios. La ampliación del espacio fue inminente y por esto se trasladó la pequeña fábrica a la casa de los padres de Ramos. Ahí ocupó el primer piso de la vivienda.

Con más demanda y tras cumplir los requisitos del Ministerio de Salud Pública, este les otorgó el certificado de buenas prácticas para alimentos. “Nos vimos en la obligación de seguir creciendo”.

Ramos ahorró USD 60 000 entre el 2003 y el 2011 para construir una planta. “Pensé que me alcanzaría para comprar un terreno y maquinaria. Pero solo pude comprar un lote”, aseguró.
Entonces, empezó un recorrido por varios bancos privados hasta que en uno le aprobaron el proyecto para instalar una planta embotelladora de agua con tecnología de punta.

Él debió hipotecar la vivienda de sus padres y vender una camioneta valorada en USD 20 000. El préstamo que obtuvo fue de USD 150 000, para pagarlo en cinco años. El monto se desembolsaba según la construcción avanzaba. “Fue un riesgo, pero sabía que el negocio daría frutos. Ya me faltan dos años para terminar el crédito”.

Con esos recursos construyó la planta de 600 metros cuadrados. También, compró máquinas como la de ósmosis inversa, que sirve para purificar el agua a través de un proceso químico con membranas, y tanques de hasta 40 000 metros cúbicos.

Ramos recuerda que debió capacitarse en temas de purificación y ozonificación de agua. Así que viajó a Colombia y Perú. “En esos lugares pude hacer contactos y presupuestar las máquinas que debía comprar para tecnificar la planta”. Se decidió por una línea fabricada en el Ecuador y otra de proveedores mexicanos.

La planta comenzó a funcionar en el 2012: se empezaron a elaborar tres presentaciones de agua: los botellones, que son el artículo estrella; las botellas de 500 centímetros cúbicos y fundas con agua.

El próximo reto del emprendimiento será renovar la maquinaria, para introducirse en el mercado nacional. “Para competir con marcas nacionales debo modificar las botellas, para que tengan mejor presentación e invertir en publicidad”, sostiene Ramos, mientras -dice- se están posicionando en más de 40 recintos, parroquias y ciudades de la región.

Maritza Mendoza tiene un negocio en el centro de Santo Domingo. Ella distribuye Agua Cero 2 desde hace un año. Cada botellón cuesta USD 1,50 y las botellas USD 0,50. Estas son compradas por amas de casa y estudiantes de dos colegios del sector. “El agua es de calidad y por eso la vendo. Con productos anteriores tuve problemas, porque el agua tenía pelusas, suciedad o sabía feo”, dice Mendoza, de 38 años.

Carolina Román también utiliza el agua para preparar los jugos de su restaurante vegetariano. Asegura que en comparación a otras distribuidoras de agua, el precio es importante. “Esos productos son vitales en Santo Domingo que no hay agua potabilizada”.

Ramos explica que el costo de los botellones se basa en una cadena de producción que se inicia en la planta y termina con el distribuidor. “Las plantas artesanales por lo general son familiares y eso hace que se ahorre en sueldo. Por eso pueden bajar el costo del producto final”, afirmó.

Según la Cámara de Comercio de Santo Domingo, en la provincia solo Agua Cero 2 tiene tecnología para purificar el agua. De forma artesanal, se han instalado 30 plantas de agua en la provincia. “Por lo general, son plantas caseras, que han pasado la revisión del Ministerio de Salud Pública pero no tienen la capacidad para abastecer a la región”, dice Guillermo Loor de la Cámara de Comercio.