En la planta de producción, nueve operarios manufacturan más de 100 tipos de implementos de cocina. Lo hacen con modernas maquinarias. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES

En la planta de producción, nueve operarios manufacturan más de 100 tipos de implementos de cocina. Lo hacen con modernas maquinarias. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES

Un aliado del sector alimenticio

17 de noviembre de 2020 12:31

El taller de Salomón Santillán y sus hijos Nancy, Glenda, Ximena y Pablo, conserva su esencia artesanal pero tiene una visión industrial. Ellos fabrican más de 100 tipos de equipos de cocina como hornos, asaderos, freidoras, vitrinas, planchas, entre otros.

Sus productos están en restaurantes de todo el país, aunque sus principales clientes están en las provincias de la Sierra Centro. Los equipos están hechos de acero inoxidable y fueron diseñados para satisfacer las necesidades de la industria alimenticia.

Cada equipo se manufactura en el taller familiar, ubicado en el centro de Riobamba, en Chimborazo. Allí, mecánicos expertos ensamblan cuidadosamente las piezas de acero.

“Conservamos el trabajo artesanal, que es nuestro sello de garantía para nuestros clientes. Pero la manufactura se hace con máquinas de alta tecnología”, afirma Pablo Santillán, subgerente de la empresa.

El producto estrella de la firma es una brosterizadora de pollos que iguala en eficacia a equipos fabricados en el extranjero, pero se caracteriza por ser más económica. Cuesta USD 4 000 y permite procesar hasta 27 piezas de pollo en 15 minutos.

Está equipada con dos canastillas y un tablero de mando para controlar la temperatura y obtener presas cocidas en su punto. La brosterizadora es el producto más demandado.
“La brosterizadora es indispensable en nuestro negocio y nos ha dado muy buenos resultados. El pollo queda jugoso y se fríe en poco tiempo, eso nos permite ser más diligentes en la atención”, cuenta Luisa Caiza, una cliente.

Los hornos para pan, pizza y asadores también son productos demandados. Fueron diseñados para optimizar los tiempos de cocción y conservar la alta calidad de las preparaciones.
Los productos se diseñan a la medida que solicite el cliente, para acoplarse a las necesidades del restaurante.

La mecánica empezó a funcionar en Riobamba hace 50 años. Salomón Santillán fundó la empresa con un capital de 5 millones de sucres, que obtuvo a través de un crédito bancario.
“Empezó como un pequeño taller de metalmecánica, en el garaje de la casa”, recuerda Salomón, de 72 años.

Él se apasionó con la metalmecánica a los 18 años, cuando sin haber cursado sus estudios secundarios tuvo que movilizarse a Ambato para conseguir un empleo. Lo obtuvo en una fábrica de fideos, donde se capacitó sobre el ensamble y mantenimiento de los calderos para las cocciones.

Además, cursó un bachillerato técnico en mecánica, donde aprendió los preceptos básicos del oficio. Cuatro años después, en 1970, decidió renunciar y emprender su propio negocio en su ciudad natal.

Sus primeros productos fueron unos maceteros metálicos que tenían un diseño original. Cuando salieron al mercado, la gente, aunque sintió interés, los despreció por haber sido elaborados en la localidad.

“En ese tiempo la gente pensaba que lo extranjero era sinónimo de calidad y no valoraba la industria local”, cuenta el emprendedor.

Eso lo motivó a nombrar a su empresa con el apellido de uno de sus personajes favoritos de la historia universal, Abraham Lincoln.

La empresa familiar: Carlos Dávila, Glenda, Salomón, Nancy y Pablo Santillán son parte del Directorio de la Mecánica Lincoln

La empresa familiar: Carlos Dávila, Glenda, Salomón, Nancy y Pablo Santillán son parte del Directorio de la Mecánica Lincoln


Salomón empezó a fabricar hornos para pan en 1973, debido al pedido de sus clientes y a la motivación de su esposa Zoila Valle. En poco tiempo su pequeño negocio se popularizó entre las panaderías y restaurantes.

La gran demanda de los hornos también le hizo especializar su negocio en la fabricación de implementos y equipos para cocina. En el 2000, incluso recibió un premio en Cali, Colombia, por su innovación.

Sus hijos se profesionalizaron en carreras afines a la administración de empresas y la industria metalmecánica. Ellos se sumaron a la empresa y modernizaron los procesos.

En el 2015 invirtieron USD 30 000 en la adquisición de maquinarias chinas para tecnificar su producción, sin perder el valor artesanal que los caracteriza. Con la compra de los nuevos equipos subieron su producción de seis equipos al mes a 50.

También diversificaron su menú. Nuevos diseños como amasadoras para pan, freidoras industriales, un vaporizador de plantas medicinales se sumaron a su oferta.

El incremento de producción les permitió abrir un punto de venta en Quito. Ahora los socios buscan llegar con sus productos a nuevos mercados, la meta a corto plazo es abrir nuevos puntos de venta en la Amazonía.

Las cifras

300 000 Dólares fue la facturación de la empresa en el 2019.
9 Empleados trabajan en la fábrica.
50 Equipos es el promedio de ventas de cada mes.
6 Brosterizadoras se comercializan cada mes.
300 000 Dólares es la proyección en ventas para el 2020. La emergencia sanitaria frenó su plan de crecimiento.
300 m2 es la extensión de la planta ubicada en el centro de Riobamba.

Salomón Santillán / Gerente
La atención al cliente es personalizada. En nuestra empresa nos aseguramos que cada restaurante, hotel o familia obtenga el equipo que satisfaga sus necesidades en la preparación de alimentos. Diseñamos nuestras freidoras, hornos, mesas y acoples como un traje de talla única para la tecnificación y buen desempeño de nuestros clientes. Trabajamos para que nuestra marca siga siendo un distintivo de alta