Redacción Quito
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El ambiente urbano es la compañía del menú

Para cinco jóvenes quiteños hablar de comida ecuatoriana es algo serio. Juan José Maldonado, Guillermo Robalino, Daniel Avilés, Francisco y Esteban Sosa decidieron crear un restaurante ecuatoriano, en el que hasta la decoración cuente algo del país.

Estos emprendedores, vinculados al cine, la informática y la industria de vinos y alimentos, notaron que en el mercado no existía un restaurante temático de Ecuador. Por ello, decidieron incursionar en el negocio en enero de este año.

Antes de iniciar su emprendimiento realizaron un estudio de mercado que les tomó cerca de seis meses. En ese tiempo acudieron a la mayoría de restaurantes de comida nacional de Quito, para estudiar el servicio que oferta este segmento.

Luego de todo el proceso concluyeron que los sitios que ofertaban un menú ecuatoriano, no contaban con el ambiente adecuado u ofrecían productos importados, como los licores.

Con las conclusiones sobre la mesa comenzaron a mentalizar cómo sería su restaurante. Ya con su proyecto definido invirtieron unos USD 80 000 para concretar sus ideas.

Arrendaron un local en el norte de Quito, sector del parque La Carolina; eligieron ese sitio para llegar a los oficinistas y ejecutivos de ese perímetro.

La consigna era que todo hable de Ecuador. Para ello establecieron alianzas con Cervecería Nacional y la marca de zapatos Venus, para la ambientación del local. Por ejemplo, las paredes cuentan con publicidad de Pilsener de décadas de 1960, 1970 y 1980.

También, sillones antiguos, viejos televisores y equipos de radio, que fueron donados por sus abuelos, adornan el sitio.

La idea era generar una combinación de conceptos, entre "la típica hueca y la casa de la abuela", asegura Guillermo Robalino, uno de los socios del restaurante.

Al menú de comida costeña serrana y oriental, se suma una carta de tragos y cocteles elaborados con marcas tradicionales del país, como Zhumir o Trópico Seco.

Así, el 4 de septiembre abrió sus puertas La Calle. El nombre surgió debido a que en la vía pública el ecuatoriano consume desde comida hasta ingiere alcohol. Todas esas costumbres quisieron reflejarla en su marca.

En estos casi cuatro meses, La Calle cuenta con una facturación promedio mensual de USD 28 000. La meta es alcanzar los 35 000.

Los socios aseguran que no tienen un target específico, porque el oficinista que acude por primera vez a La Calle el fin de semana, lleva a otros miembros de la familia, como hijos o abuelos.

A Rosana Merino, ama de casa, le pareció "un lugar diferente, alegre". Ella comenta que si bien el lugar es moderno también está el espacio para la añoranza. La decoración de los letreros de los buses o la sala antigua, le llevan al comensal a otra época.

Mientras que Juan José Martínez, es estudiante de Economía de la Universidad de las Américas (UDLA), degustó de locro y fritada cuando acudió al lugar. El destaca el ambiente y cada uno de los detalles "Incluso, las llaves de los baños tienen boquillas de bombas; eso te lleva a tu época de la niñez". Ernesto Guerra, ingeniero en finanzas, señala que La Calle cuenta con un concepto innovador y "que invita a regresar".