Los profesores y los estudiantes deben lograr que las clases sean interactivas y usar más recursos.

Los profesores y los estudiantes deben lograr que las clases sean interactivas y usar más recursos.

El aprendizaje cambió en la ‘U’ de forma irreversible

24 de marzo de 2021 09:43

Como en muchos otros componentes de la economía y la sociedad, la educación superior enfrenta una transformación irreversible a raíz de la pandemia, incluso con la expectativa del fin de las restricciones de distanciamiento físico, luego de la vacunación masiva.

Catedráticos y especialistas consultados coinciden en que tras el confinamiento de marzo del 2020, que obligó a las clases presenciales a transmitirse en plataformas en línea, las universidades se encaminan hacia un modelo híbrido. Según la carrera, podrán determinarse las asignaturas que se tomarán virtualmente y las materias presenciales.

Pero el cambio no solo se ha dado en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Hay universidades que están diseñando sus mallas curriculares con base en el procesamiento de Big Data, que entrega el propio mercado laboral, además del uso de algoritmos y bots.

Si bien el uso de plataformas tecnológicas para compartir material de cada clase, calificaciones y lecturas, entre otros insumos, no era ajeno a las universidades antes de la pandemia, los confinamientos sí obligaron a las instituciones a transmitir las clases por Internet.

Datos de la Secretaría Nacional de Educación Superior revelan que para abril del 2020, el 66,7% de los estudiantes de las instituciones de educación superior tomaban clases a través de la modalidad virtual.

Con el avance de la vacunación en el país, hay la expectativa de que entre el mediano y largo plazo la presencialidad vuelva a las aulas. La gran interrogante es ¿qué de lo virtual permanecerá?

El vicerrector Académico de la UIDE, Ramiro Canelos, hace una distinción. Uno es el modelo pedagógico en línea (que varias universidades ya lo manejaban antes, como la UIDE, al ofrecer educación a distancia) del modelo presencial. Este último se vio obligado en muchos casos a virtualizarse por la pandemia.

Canelos afirma que la educación va hacia un modelo híbrido. Lo presencial será priorizado hacia las asignaturas que requieren mayor interacción con el profesor en laboratorios, tutorías, revisiones de trabajo y en aquello donde la presencialidad aporta más.

Esto también dependerá de las carreras. Por ejemplo, Odontología, Veterinaria, Medicina o Mecatrónica requerirán más presencialidad. El resto de materias podrán tomarse en línea.
Pero esto no implica transmitir en video la clase presencial, sino abrazar un modelo pedagógico en línea, donde el estudiante tiene mayor autonomía. Puede acceder a la clase grabada según sus necesidades, así como a lecturas y evaluaciones, entre otros insumos, a través de una plataforma.

Los desafíos son ser autodidacta, digital y flexible

Un profesor que piense que el aprendizaje virtual se limita a conectarse a una plataforma y dictar su clase igual que lo hacía de forma presencial está destinado a la ruina. A esa lapidaria conclusión llega Caroline Ávila, catedrática e investigadora en la Universidad del Azuay.

De acuerdo con el estudio ‘Educación Superior en Tiempos de covid-19’, del BID, la coyuntura ha creado un cambio en los estudiantes, porque la generación y sus expectativas vitales y laborales están cambiando.

“Los alumnos tienen nuevas expectativas basadas en la inmediatez de las respuestas y la disponibilidad del contenido pedagógico, por lo que las universidades deben responder y adaptarse a las nuevas necesidades. De lo contrario, aparecerán otros agentes que lo harán, poniendo en riesgo al sector universitario”.

Ávila, quien también es rectora de la Unidad Educativa Cebci (Cuenca), señala que los profesores y estudiantes deben ser autodidactas y flexibles para afrontar la pandemia con mejores resultados. En cuanto a la flexibilidad, ella se refiere a la necesidad de entender que las formas de aprender y enseñar son distintas en la actualidad, y que es importante esforzarse más para incluir elementos que permitan la interactividad en un contexto virtual.

“Los profesores tienen que aprender herramientas tecnológicas, como edición de video, producción audiovisual, manejo de plataformas...”. Ávila explica que los maestros en el Cebci graban videos donde explican las clases; los estudiantes los miran y efectúan una actividad. Luego reciben las clases, realizan más prácticas, explicaciones o talleres y, finalmente, se tiene la mentoría.

Según ella, también debe existir motivación tanto de los catedráticos como de los alumnos y para ello la familia es fundamental ­como apoyo.

Al respecto, la rectora de la Universidad de Cuenca, María Augusta Hermida, considera que todo universitario debe formarse de manera integral y entender que deben aportar a la sociedad y procurar ser lo mejor formados en cada una de las ramas de conocimiento.
Además, manejar conceptos, metodologías y teorías del siglo XXI. Es decir, la solución de problemas complejos y una formación en la investigación con énfasis digital y de conectividad.

Los estudiantes y profesores también deben dialogar con quienes están en otras áreas del conocimiento. Es decir, dar énfasis a la interdisciplina entre médicos, arquitectos, economistas, sociólogos, químicos… “De esa forma podemos generar un conocimiento nuevo, que sea pertinente para enfrentar un futuro, que es incierto y complejo”.

El catedrático e investigador universitario Rodrigo Mendieta agrega que luego de la pandemia no se debe desperdiciar este aprendizaje tecnológico y de comunicación, cuando se retorne a la presencialidad.

Para él, una destreza fundamental es el trabajo autodidacta, en el que el alumno debe ser protagonista y contar con el tutorial del docente. Es decir, el estudiante no debe limitarse a que su profesor sea el único que desarrolle todos los temas. Para ello, debe apoyarse en lecturas, videos, manejo de datos, ejercicios, trabajos científicos… “De esa forma, se adaptará a la forma de aprender cuando se estudia en el extranjero”.

Las universidades buscan mantener la virtualidad

Continuar con la educación virtual, cada una a su manera, es el principal desafío de las universidades a escala nacional.

La mayoría de centros de estudios ya había desarrollado, antes de la pandemia, diferentes estrategias en torno a esta metodología. Entre ellas estaban capacitaciones docentes, contacto con estudiantes e, incluso, carreras complemente virtuales.

En este grupo está la Universidad Politécnica Salesiana (UPS). Pablo Farfán, director de la Unidad Académica de Educación a Distancia y Virtual, explica que tienen cuatro carreras bajo ese esquema. Este mecanismo exige una metodología especial de trabajo, que incluye libertad en los horarios y el uso de la tecnología; la UPS tienen unos 900 alumnos que aprenden de esta manera.

El resto de estudiantes, 23 000 en tres urbes, aprenden bajo el esquema que denomina presencialidad modificada (estudios que se hacen usando tecnología).

El desafío que enfrentó la UPS para educar a estas personas fue desarrollar estrategias para que quienes no tenían tecnología accedieran a la educación, mientras que para los docentes fue formar a través de nuevos mecanismos.

El reto actual es tener una mayor oferta virtual, ya que la realidad social así lo exige. “Debe haber maneras para que el joven pueda estudiar y trabajar (...) la presencialidad debe ser menor, pero con procesos de calidad”, dice Farfán.

La Universidad de Las Américas también tiene como desafío impulsar su oferta en línea. Para este ciclo, que se inicia la próxima semana, por ejemplo, tiene previsto iniciar dos maestrías 100% en línea y, en su momento, 10 carreras en modalidad híbrida, que implica, cuando sea el caso, tener clases presenciales y virtuales.

Los alumnos, en todas las modalidades y programas, suman 16 000 en esta casa de estudios superiores. Los desafíos para implementar el esquema de enseñanza en línea, pese a que la institución ya había dictado diplomados virtuales, fue la preparación de los docentes y la accesibilidad de los estudiantes a la tecnología.

Para el primer caso se capacitó en la aplicación del modelo y se desarrollaron estrategias para que las clases fueran dinámicas, mientras que en el segundo se llegó a convenios con operadoras para ofrecer planes de Internet asequibles, indica Marlena León, vicerrectora académica.

Ella agrega que ahora surge la oportunidad para mejorar las regulaciones en torno a la educación virtual a escala nacional.

Casas de estudios, como la Universidad San Francisco de Quito, saben que ello es clave porque no es posible volver a la realidad de antes. “Podemos hacer una combinación flexible híbrida. Creo que muchos de los aprendizajes remotos se van a mantener, en algunas carreras. Hay que entender la libertad de modelos más flexibles”, señala Claudia Tobar, directora del Instituto de Enseñanza y Aprendizaje y la Academia Shift.

La virtualidad puede ayudar a estudiantes de otras ciudades o que son deportistas de élite y que no pueden dedicarse a participar 100% en las clases presenciales.

Actualmente, se mantienen con 7 800 estudiantes en la modalidad denominada Blended Flexible Learning. Esta combina lo mejor de los procesos de educación presencial y virtual; aplicarla generó desafíos, principalmente en cuanto a la capacitación docente.

Mientras que la Universidad Internacional SEK, antes de la pandemia, ya venía trabajando en la incorporación de plataformas virtuales dentro de la entidad, como soporte a su modelo educativo.

Al darse la emergencia pusieron en marcha dichas herramientas y las actividades académicas, desde abril, empezaron virtualmente.

El año pasado se lanzaron seis carreras y programas 100% en modalidad en línea; para este año ya aumentaron a 14. Para las regulares -15 en pregrado y 16 en posgrado- la entidad trabaja con un modelo híbrido de estudios. La tecnología es un soporte.

El pensamiento crítico se fomenta en el aula virtual

Redacción Quito (I)

Durante el último año, las universidades del país han avanzado aceleradamente hacia la educación en línea o híbrida, con clases en vivo por medio de plataformas tecnológicas y actividades asincrónicas.

Una metodología común para la evaluación constante del aprendizaje en la teleeducación es la clase invertida, en la cual los estudiantes deben prepararse antes de la clase, con lecturas, videos, participación en foros, elaboración de mapas conceptuales. Luego, en el aula virtual se desarrollan debates, trabajos en grupo y conclusiones en torno al tema investigado.

Esta estrategia, especialmente útil en cátedras de ciencias sociales, ha sido adoptada en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) y la Universidad de las Fuerzas Armadas, Espe.

Mónica Mancheno, directora de Aseguramiento de la Calidad de la PUCE, explica que esto permite evaluar la capacidad y profundidad de análisis de los estudiantes, además de sus habilidades en el desarrollo de presentaciones.

En la Espe, la evaluación se alimenta de tareas, actividades grupales, ensayos y proyectos; con apoyo de chats, cuestionarios en línea o foros de discusión, explica Paulina Ortiz, directora de la Unidad de Educación a Distancia.

En la misma línea, la Universidad Espíritu Santo (UEES), de Guayaquil, también ha implementado metodologías que fomentan el pensamiento crítico, con el uso de tecnologías educativas interactivas que les permitan fomentar la participación del estudiante, indica la vicerrectora Eliana Molina.

Esta casa de estudios venía utilizando la plataforma de gestión educativa Blackboard desde hace 12 años. La diferencia es que ahora migraron todas las clases presenciales a la modalidad virtual, que antes existía solo para algunas carreras. Otras herramientas de apoyo que utilizan son: Mentimeter, Edpuzzle, Sumadi y Class­room Screem Pro.

Los exámenes siguen siendo un componente de la evaluación. Sin embargo, los formatos utilizados apuntan mayormente al desarrollo del pensamiento crítico.

“Se utilizan preguntas abiertas, de análisis, en las que se interrelacionan los temas vistos en el aula. Lo que se pretende es la reflexión”, explica Mancheno. La PUCE utiliza la plataforma educativa EVA (Entorno Virtual de Aprendizaje), que permite crear salas grupales en Zoom.

Para corroborar la presencia del estudiante en un examen en línea, tecnologías como Blackboard -utilizada por la UEES- cuentan con reconocimiento facial. En la Espe exigen al estudiante que mantenga la cámara encendida mientras rinde la prueba, que puede ser también en formato de respuestas objetivas.

Para la Vicerrectora de la UEES, estos cambios -acelerados por la pandemia- han sido favorables para el proceso de aprendizaje. “Si bien es cierto que la presencialidad es necesaria para la socialización, estas herramientas también permiten el desarrollo de debates en salas virtuales”, añade.

En un futuro cercano, de retorno voluntario a las aulas, esta universidad manejará tanto clases presenciales como virtuales, de manera sincronizada. Para ello, han adecuado sus aulas con cámaras y pizarras digitales. La PUCE y la Espe también prevén continuar utilizando estas metodologías en los próximos años.