Foto: Valeria Heredia / LÍDERES Lucía Landívar elabora sus artesanías en el segundo piso de su casa, ubicada en el barrio Santa Inés, en la parroquia de Cumbayá.

Lucía Landívar elabora sus artesanías en el segundo piso de su casa, ubicada en el barrio Santa Inés, en la parroquia de Cumbayá. Foto: Valeria Heredia / LÍDERES

Las artesanías en botellas que resaltan los paisajes

5 de octubre de 2016 09:54

Una pareja de danzantes con su traje típico, el tradicional Diablo Huma y los paisajes andinos son parte de las artesanías que realiza Lucía Landívar, quien es una artesana que reside en Cumbayá, parroquia rural de Quito.

Las botellas de vidrio de todos los tamaños son como su lienzo para plasmar paisajes de la Sierra, Costa o Amazonía ecuatoriana. Para ello, recicla botellas de perfume, gaseosas, licores y las transforma en bellas artesanías pintadas o decoradas.

Esta pasión por el arte surgió años atrás. Su primera experiencia en la decoración y pintura en botellas de vidrio fue en un concurso, en el que participó con artesanías elaboradas en focos grandes de alumbrado público y con botellas. La idea agradó a los jueces y la declararon ganadora. Desde ese día no ha parado de crear nuevas artesanías que resalten el folclore del país. “Cada vez se va perdiendo el interés por las raíces indígenas, por lo que apuesto a destacar los paisajes y los personajes de pueblos y nacionalidades indígenas”.

Ella cree necesario que se enseñe este tipo de arte en las escuelas y colegios de la capital y del país para que los niños y jóvenes se interesen en este arte.

La elaboración de las artesanías requiere tiempo y paciencia. Desde el inicio, la mujer debe buscar los materiales indicados para, por ejemplo, la vestimenta de los personajes. “La materia prima sale de lo que las otras personas ya no ocupan”. Landívar recoge retazos de tela, encajes, botones para la decoración de los trajes típicos.

Desde el 2015 la mujer se puso un nuevo reto: la elaboración de personajes de las diferentes provincias con sus trajes típicos. La novedad es que elabora en botellas pequeñas, que no superan los 15 centímetros.

Es un trabajo que demanda exactitud porque son detalles muy pequeños. Se tarda cerca de una hora en hacer una pareja de otavaleños o cayambeños.

El costo de estos adornos oscila entre USD 3 y 20. Son económicos y los comercializa en las ferias artesanales que se realizan en la parroquia o en otro punto de la ciudad. Además, ha participado en otras ferias a escala nacional. La facturación por feria alcanza los USD 80. Y la inversión es de la mitad, es decir, USD 40 aproximadamente.

En la parroquia, Landívar es conocida por su entrega en rescatar la cultura del país y de la parroquia. Trabajó con grupos de adultos mayores, a quienes enseñó a danzar ritmos tradicional. Además estuvo vinculada a la Junta Parroquial y colabora con escuelas de la zona.

Elsa Torres, quien trabaja en la zona, asegura que el trabajo de Landívar es de calidad y tiene un objetivo claro: rescatar y valorar las raíces indígenas del país. “Sus artesanías son hermosas y económicas. Vale la pena adquirir una para un regalo a amigos o para adornar la casa”.

La meta de esta emprendedora es posicionar su producto en las cadenas comerciales a escala nacional. Está trabajando en ello. Quiere seguir vinculada al trabajo con adultos mayores, personas con discapacidad y niños para que amen sus raíces.