Pedro Mullo y Verónica Velásquez diseñan trajes que se destacan por sus bordados y encajes

Pedro Mullo y Verónica Velásquez diseñan trajes que se destacan por sus bordados y encajes. Foto: Cristina Márquez/ LÍDERES

Ellos atrajeron a nuevos públicos con sus diseños

15 de octubre de 2018 10:18

Las blusas bordadas con hilos de colores, mullos, piedras brillantes y cintas son el producto estrella de Modelei. Esta marca de ropa inspirada en la cosmovisión andina funciona en Riobamba y ahora no solo es frecuentada por mujeres indígenas, sino también por mujeres mestizas que buscan un estilo étnico para sus ‘outfits’.

La marca también manufactura camisas bordadas para varones, trajes para ocasiones especiales como bodas y quinceañeras, que conservan la autenticidad indígena, y a la vez tienen diseños modernos y juveniles.

La empresa se inició en el 2010, cuando Verónica Velásquez, quien es oriunda de Otavalo, se casó con Pedro Mullo, originario de la nación Puruhá. Ambos comparten el gusto por el bordado y el diseño de trajes autóctonos.

Los esposos heredaron el talento para bordar de sus padres. “Es que en los hogares indígenas siempre ha habido ese conocimiento. Los abuelos cuentan que antes la ropa no se compraba, sino que siempre se fabricaba en casa”, dice Verónica, quien es la encargada de los diseños y acabados.

Ella hizo su primera blusa cuando aún era adolescente. Su madre, María Cachiguango, le enseñó la técnica familiar. “Una blusa bordada de Otavalo costaba muchísimo dinero, y yo no lo tenía, pero deseaba tener una prenda fina y elegante, así empezó mi pasión por los bordados”.

Pedro Mullo también aprendió de su familia todo acerca de los bordados y la elaboración de prendas en telares artesanales.

Cuando se casaron decidieron combinar sus talentos y darle un nuevo giro de negocio a la empresa de la familia Velásquez, Tejidos Otavalo. Esa empresa funciona en Riobamba desde hace más de 30 años y se dedicaba a la comercialización de todo tipo de prendas tejidas, como bufandas, suéteres.

“Teníamos una idea diferente para el negocio. Nos tocó convencer a la familia para que confiara en nuestro proyecto, ese fue el primer desafío”, recuerda Mullo.
La pareja invirtió USD 600 en la compra de la primera máquina bordadora casera. Sus primeros diseños los publicaron en redes sociales y en poco tiempo empezaron a llegar los clientes.

El primer mes fabricaron 15 blusas bajo pedido. Y en tres meses la cifra se duplicó.
Sus diseños se caracterizan por los detalles de los bordados. Hay blusas asimétricas, con transparencias, con mangas de encaje, y una variedad de estilos que atrajeron de inmediato al público joven.

“De casi cualquier tendencia nueva que se ve en la ropa occidental, nosotros tenemos nuestra propia versión, la idea es que las jóvenes no recurran a usar ropa que no les identifique, sino que puedan estar a la moda sin perder su identidad”, dice Verónica.

Las clientes frecuentes del almacén, situado cerca al Centro Comercial La Condamine, son ejecutivas, funcionarias de cooperativas de ahorro y crédito o de instituciones públicas.
“Soy fan de las blusas de Modelei porque son distintas a otras que hay en el mercado. Los diseñadores cuidan cada detalle, además son diseños únicos y no se repiten”, dice Jéssica Morocho.

Recientemente, la marca invitó a las reinas de varios cantones a vestir sus prendas para una sesión de fotos. Los resultados de la campaña fueron inesperados. Las ventas por Internet subieron y hacen envíos al exterior.