Carla Mejía tiene su base de operaciones en las oficinas del PMA, en Bangkok. Foto: Cortesía Carla Mejía

Carla Mejía tiene su base de operaciones en las oficinas del PMA, en Bangkok. Foto: Cortesía Carla Mejía

Ella lleva ayuda a zonas críticas en el Asia

30 de julio de 2018 08:17

La crisis humanitaria que vive el pueblo rohingya, en el sur de Asia, es un tema que conoce de cerca la ecuatoriana Carla Mejía. Esta comunidad musulmana se ha visto obligada a huir del conflicto interno de Myanmar, país conocido antes como Birmania, para buscar refugio en Bangladesh.

Son cerca de 700 000 rohingyas que han escapado de la violencia en Myanmar, desde agosto de 2017. “Más de la mitad son niños y niñas que necesitan una protección especial”, dice un reporte de Unicef. Estas personas casi no tienen acceso a agua, alimentos o servicios de salud.

Mejía sabe bien el drama de estos refugiados. Ella trabaja en Bangkok, Tailandia, en el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, desde hace casi cuatro años. Esta quiteña y madre de dos niños trabaja en asistencia humanitaria y distribución de alimentos, en Asia. Hace dos semanas estuvo en Bangladesh: allí vio y sintió lo que viven los rohingyas, según cuenta en una entrevista telefónica.

Esta ecuatoriana es una especie de científica de alimentos bastante preocupada por el mundo agrícola. Con estudios en la Universidad Zamorano, en Honduras, Mejía habla con soltura y seguridad sobre el nexo entre agricultura y comida, al que califica como vital para enfrentar el problema de la escasez de alimentos en el planeta.

“En el mundo agrícola no todo lo que se produce va para alimentación. El maíz, por ejemplo, se usa en ocasiones para producir biocombustibles”. Ella piensa que mejorar la productividad agrícola, con cadenas de valor sólidas y efectivas, “es muy importante porque no hay suficientes alimentos a escala global para dar de comer a toda la gente”.

Para Mejía, el mejoramiento de productividad es una oportunidad para tener más alimentos. Durante la entrevista con LÍDERES, ella lamenta que la comida no llegue a toda la población y que, al mismo tiempo, el 40% de los alimentos que se producen en el planeta se pierdan por cadenas de valor incompletas que no llegan al consumidor final.

Esa manera de mirar y entender el tema alimentario la ha llevado a trabajar en Estados Unidos y Tailandia.

En el primer país trabajó en empresas y organizaciones no gubernamentales en investigación de alimentos. Su hoja de vida de Linked In muestra, por ejemplo, que estuvo en PepsiCo desarrollando prototipos de arroz cocido, así como liderando equipos enfocados en tecnologías para alimentos horneados, entre otras tareas.

En EE.UU. también se desempeñó en el Institute of Food Technologist y en Pharmacopeia, con cargos de científica senior.

Mejía salió de Ecuador en 1995 para estudiar en la Universidad Zamorano. Regresó en 1998 y trabajó en una firma florícola, hasta el 2001, cuando otra vez viajó para estudiar en Purdue University, en EE.UU., en donde obtuvo una maestría y un doctorado en Química de alimentos. Enseguida consiguió trabajo en ese país y desde entonces viene a Ecuador solo por motivos familiares.

Su trabajo como jefe de programas relacionados con tecnología e inocuidad alimentaria del PMA la obliga a viajar con frecuencia. Pasa en Bangkok la mitad de su tiempo y la otra mitad viaja por países de Asia. Cuando no está en la oficina en Tailandia -respondiendo correos electrónicos o en reuniones- Mejía recorre zonas donde se sufre por la escasez de alimentos.

Esta mujer, que corre cada mañana para llenarse de energía, puede pasar días enteros caminando y hablando con la gente. Escucha quejas y reclamos, pero también piensa en soluciones. “Es un tema de dignidad. Después de todo lo que pasan tratamos de darle alimentos de calidad”.

Markus Lipp trabajó con Mejía en Pharmacopeia y ahora es parte de la FAO, la agencia de la Naciones Unidas para la agricultura y alimentos, en Italia. Él dice que Mejía está llena de habilidades. “Siempre me impresionó el rigor científico de Carla, a través del cual ella no solo demuestra su excelente formación científica y profundo conocimiento, sino que nunca olvida considerar el panorama general, los aspectos sociales, éticos y morales de su trabajo”.

Para este experto en tema de alimentos, trabajar con Mejía fue una oportunidad única. “Personas como ella están haciendo del mundo un lugar mejor”,responde en un correo electrónico.

Mejía se mantiene enfocada en su trabajo y se da tiempo para leer libros en inglés y español. Estos días está enganchada con ‘The brief and wondrous life of Oscar Wao’, de Junot Díaz . Aún no piensa en retornar al país hasta que “exista una mayor estabilidad para crecer como profesional”.