Cristina Almeida es la creadora de Akemi, un emprendimiento quiteño que produce cosméticos artesanales con componentes que son biodegradables. Foto: Diego Pallero / LÍDERES

Cristina Almeida es la creadora de Akemi, un emprendimiento quiteño que produce cosméticos artesanales con componentes que son biodegradables. Foto: Diego Pallero / LÍDERES

Lo biodegradable y natural, las huellas de sus productos sostenibles

7 de noviembre de 2022 21:59

Su finca de hospedaje en Puerto Quito es sostenible, con un bajo impacto de la huella de carbono.

En ese proceso utilizan todo tipo de materiales, recursos y productos que no contaminan, explica Diana Salvador, propietaria de la finca Huaira. Los jabones y champús sólidos (en barras) son parte de ese cuidado del planeta, cuando los entregan a sus clientes hospedados.

Estos productos, así como los exfoliantes para la piel, avena, arcilla, manteca de cacao, aceites esenciales, miel de abeja, desodorantes que vienen en presentaciones de pequeñas cajas de metal y velas para masajes son elaborados por Cristina Almeida. Todos ellos están dirigidos a mujeres y hombres.

Su emprendimiento Akemi se dedica a los productos de cosmética natural de consumo diario, como parte de su filosofía sostenible para no contaminar el planeta.

Hace más de ocho años, cuando descubrieron la riqueza de esencias y materias primas naturales y compostables que tiene el país, Almeida y su esposo Rodrigo Campaña comenzaron a investigar qué podían aprovechar. Lo primero que produjeron en su taller artesanal fueron los jabones, que son el producto estrella. Tienen 12 variedades, de las que 10 cuentan con Registro Sanitario y dos aún están en pruebas.

El 80% de sus ingredientes proviene de localidades pequeñas de Santo Domingo de los Tsáchilas, Amazonía, Loja y Manta (Manabí). La lavanda, por ejemplo, se importa, porque no existe en el país.

Esta composición de materiales interesó a Salvador para completar su ciclo de tener una baja huella de carbono. Huaira tiene una planta de tratamiento de las aguas negras y grises. Estas últimas, al ser biodegradables, son utilizadas en sus cultivos de cacao, plátano, mandarina y otros frutos. De esa manera completa el círculo de sostenibilidad. Salvador adquiere sus productos desde hace más de un año.

Al ser productos naturales, otro beneficio es para la piel del cuerpo humano y el rostro, comenta Almeida. El hecho de que sea artesanal y fabricado con materiales vegetales no significa que estén mal hechos o que no tengan efectividad; tienen una buena calidad, aclara la emprendedora quiteña.

Es todo lo contrario, porque el cuerpo recibe solo materiales naturales y no contamina. A ese propósito le sigue otro: usar empaques lo menos posible y reutilizar los embalajes, como hacen sus clientes que llegan con sus frascos para llenarlos con los tónicos.

Otra de sus clientes es Verónica Alvarado, una emprendedora que tiene su negocio La Tiendita 226, en Portoviejo. Ella compra desde 2018 los jabones Akemi de miel de abeja, lavanda, sandía, rosas y chocolate.

Su comercialización se realiza a través de las redes de Instagram y Facebook. Su iniciativa ha ido creciendo, pero ha sido difícil educar al consumidor para que aprenda a conocer que estos productos son más sanos, “no es como la cultura de Quito y Guayaquil, donde hay un consumidor consciente”.

Al ver sus efectos, ahora le piden jabones para el cabello graso y mixtos. “Tengo clientes fieles y hasta compran para regalos. Les gusta que sea una marca ecuatoriana y ecológica”.

El desarrollo del emprendimiento de Almeida tampoco ha sido fácil. Ella ha tenido que enfrentarse a los trámites burocráticos de las autoridades para las certificaciones sanitarias, al cambio de normas sin que ofrezcan la información completa y clara, y a los altos costos por esos servicios. Hace cinco años se abrió una jornada para los emprendedores y ellos pudieron sacar los productos en corto tiempo.

Pero ahora hay demasiadas trabas y obstáculos, así que solo aquellos que son perseverantes siguen.

Su inversión inicial fue de USD 2 000, pero ahora supera los 20 000, porque reconstruyen su pequeño taller. Una batidora, mezcladora, balanza y algún otro equipo componen su lugar de producción, que se hace en frío. El portafolio de Akemi es de 20 productos.

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