Macafri, empresa del sector cárnico. Su plan es desarrollar productos de nicho.  La planta de producción espera mejorar sus indicadores en este año. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES

Macafri, empresa del sector cárnico. Su plan es desarrollar productos de nicho. La planta de producción espera mejorar sus indicadores en este año. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES

La capacidad instalada de las Mipymes se encuentra a la baja

24 de enero de 2018 07:03

En el país las micro, pequeña y mediana empresas (Mipymes) no utilizan su maquinaria, instalaciones y fuerza productiva en toda su capacidad. La recesión de la economía más el tamaño del mercado nacional están entre los factores que han influido en ello.

Según Cristian Cisneros, director de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha, al 2017 el 22% de la capacidad instalada de las Mipymes estaba subutilizada. Esto implica que bajó cinco puntos porcentuales frente al 2016, cuando alcanzó un 17%.

La situación es más compleja si se revisa los datos del 2015 del desaparecido Ministerio Coordinador de la Producción (Mcpec), que revela que las instalaciones y la maquinaria de las firmas tenían un estado ocioso del 30%.

El Ministerio de Industrias, entidad que asumió en este Gobierno las competencias del Mcpec, no respondió, hasta el cierre de la presente edición, un pedido de información actualizada.

Más allá de las cifras, lo que sí se conoce es que la caída de las ventas, durante dos años económicamente complejos, impactó directamente en la producción de las empresas de menor tamaño.

En la industria procesadora de carnes y embutidos Macafri, por ejemplo, el uso de su capacidad instalada llega actualmente al 70%. Esta empresa se amplió en función del buen ritmo de crecimiento que tuvo, al igual que el país, hasta 2014. Pero luego la situación cambió.

“Nunca tuvimos una baja en las ventas. Lo menos que crecíamos era un 15% anual. Pero, en 2015 caímos un 12% y en el 2016 un 13%. En 2017 no bajamos más, pero tampoco crecimos”, indica Édison Romo, gerente de Macafri.

En el 2018, la empresa espera reactivar su producción, que se ralentizó. El plan es desarrollar productos de nicho, con valor agregado y con mayores facilidades de cocción con una oferta de alimentos listos para preparar.

Hoy, la empresa procesa 20 toneladas al mes. Hasta 2014 eran 25 o más en el mismo período.
Un estudio llamado Productividad en la Industria en el período 2007-2016, elaborado por el Ministerio del ramo, revela que la capacidad instalada cayó siete puntos desde 2010. Pese a ello, indica, la producción sí se ha mantenido.

Según la Capeipi, los sectores que menos han usado su capacidad instalada han sido metalmecánica, madera y construcción.

Para otras Mipymes, como las del sector gráfico, la situación es más compleja debido a factores estructurales como la reducción en el uso del papel, nuevas formas de hacer publicidad en el mundo o la digitalización de diversas áreas

Por ello un elemento decisivo para no desaparecer es reinventarse y realizar inversiones, más aún si se ha determinado sitios del mercado que faltan por atender.

En este caso se encuentra la productora de helados Cofrunat, Coqueiros. Esta Mipyme trabaja, actualmente, con el 70% de su capacidad instalada.

Xavier Bustos, gerente general, indica que en el 2017 la empresa invirtió USD 150 000 en mejoras de la planta y para más a mediano plazo espera hacer otra inversión de USD 150 000. “No llegamos a todo el mercado por el tema de cobertura, que va dela mano con la inversión en congeladores. Producimos unas 150 000 unidades, dependiendo el mes”.

Con la inversión tendrían mayor capacidad instalada qué aprovechar. La empresa solo se dedica a surtir al mercado nacional.

Un estudio del Observatorio de la Mipyme de la Universidad Andina revela que el 50% de las Mipymes cubría el mercado local y apenas del 4% exportaba. Wilson Araque, director de esta entidad y director del área de gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar, asegura que el mercado nacional es pequeño y que es importante que las empresas apunten al mercado internacional.

El catedrádito explica que en promedio las empresas trabajan únicamente el tiempo previsto por la ley: 40 horas semanales, cinco días a la semana.

En algunos casos este trabajo de “solo lo justo” lleva a que se utilice en menor cantidad la maquinaria y las instalaciones, lo que genera menos producción. Se deja de realizar gastos adicionales en horas extras, por ejemplo, pero la fabricación es menor y las ventas se mantienen iguales.

La situación se complica, según Cisneros, cuando el país importa más artículos baratos, que desplazan a los que desarrollan las Mipymes locales. Esto da paso al desplazamiento del empleo, pues sin tener trabajos por hacer las compañías ya no necesitan tanto personal y reducen las nóminas.

El tamaño de la Pyme también incide

Aprovechar la capacidad instalada de las plantas de producción es un desafío para las pequeñas y medianas empresas. Factores como el tamaño del mercado, el tipo de producto, los planes de exportación, entre otros, son vitales para las empresas que quieren optimizar y aprovechar recursos como maquinaria, tecnología y personal.

La trayectoria también es un elemento que pesa. La empresa Gourmet Andino surgió en el 2016 y se enfoca en la elaboración de productos orgánicos con base en diferentes granos andinos, sin conservantes ni aditivos y con azúcares menos procesados.

La planta de esta pequeña empresa se encuentra en Perucho, al nororiente de Quito. La producción arrancó hace 20 meses y el volumen no llegaba ni a una tonelada al mes, recuerda su fundador, José Luis Quintero.

“En principio pensamos tercerizar la manufactura con empresas de la ciudad”, dice Quintero. Pero este emprendedor tenía como meta presentar al mercado un producto orgánico con valor agregado. “Pero las empresas a las que me acerqué no garantizaban que sea orgánico y libre de gluten. Por eso decidimos invertir en una planta propia”. El monto destinado bordeó los USD 140 000 para infraestructura, maquinaria y certificaciones.

La planta de Gourmet Andino tiene capacidad para producir 10 toneladas al mes, pero en la actualidad está trabajando a la mitad. “Nuestro caso es aislado porque somos nuevos en el mercado y vamos ocupando la capacidad instalada con el tiempo”.

Quintero añade que tener una planta propia tiene puntos a favor y en contra. En los primeros está que puede controlar el proceso de sus productos orgánicos; en los puntos en contra menciona que es un costo fijo.

Otra empresa joven en el mercado es Rikocom Alimentos, que produce salsas, aderezos, mermeladas y otros productos de la industria de alimentos. Su caso es distinto, porque si bien lleva cuatro años en el mercado su planta de producción trabaja al 100%.

Su director, Andrés Alarcón, explica que esto ocurre porque trabajan en un solo turno. “Si haríamos dos turnos el uso de la capacidad bajaría a 60%”.

Alarcón detalla que también juegan las especificaciones de la maquinaria empleada, su afinamiento y ciertos cuellos de botella. “Cuando eso se afine los niveles de producción bajarán.

Este empresario señala que la subutilización de maquinaria ocurre porque Ecuador es un mercado pequeño y la maquinaria que se importa viene diseñada para otros mercados. “En otros países el nivel de consumo y población es distinto, así como los niveles de empleo y poder adquisitivo”.

La estrategia para hacer frente a este desafío, dice Alarcón, es lanzar nuevos productos y así aprovechar lo que se llama la capacidad ociosa de la planta. “Si antes ofertaba una presentación de 500 gramos ahora vende una de 300 gramos. Si ofertaba en vidrio ahora se hace en plástico”.

Alarcón explica que se abarató el producto porque cayó el poder adquisitivo de la gente, dada la economía del país. “La idea es mantener la venta unitaria cambiando empaques o tamaños, sin afectar la producción en toneladas”.

Una idea parecida es la de Macafri, empresa del sector cárnico. Su plan es desarrollar productos de nicho, con valor agregado y con mayores facilidades de cocción con una oferta de alimentos listos para preparar, según explica su gerente Édison Romo.

Otra alternativa para aprovechar la capacidad de producción es externalizar los servicios, es decir buscar clientes que deseen usar la maquinaria. Eso ocurre con Unilimpio, firma que tiene dos líneas: químicos para la limpieza y productos absorbentes.

El gerente de Producción, Marcel Filbig explica que elaboran productos para clientes para ocupar la maquinaria. Aún así, dice, en la planta de químicos solo se usa el 30% de la capacidad (con 300 toneladas por mes). “Operamos en un turno de ocho horas, con ciertas excepciones”.

En absorbentes se trabaja en un 90% de la capacidad y produce 100 toneladas al mes. Unilimpio tiene expectativas luego de que empezaron a exportar a Perú, el año pasado. “Confiamos en que mejorará la economía. Mientras optimizamos procesos internos para aprovechar la inversión”.

Las jornadas ampliadas no son una opción para los negocios

Pocas son las Mipymes que trabajan más horas de las estipuladas en la ley. Así lo revela información del Observatorio de la Mipyme de la Universidad Andina Simón Bolívar.

Los datos muestras que en promedio las Mipymes trabajaron entre el segundo cuatrimestre del 2011 y el segundo cuatrimestre del 2016, un total de 8,4 horas al día.

“Este es un indicador fuerte. Es un comportamiento negativo porque afecta la productividad. Esas horas que no están siendo utilizadas implican una subutilización de otros recursos como máquinas, equipos, infraestructura física. Cuando se genera capacidad ociosa el efecto es un incremento en los costos de producción, principalmente unitarios”, explica Wilson Araque, director del área de gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar.

La fabricación de artículos o la atención de servicios en volumen obliga a una reducción de los precios porque se trabaja más, se reduce el uso ocioso de las maquinarias y se vende mucho más.

En el análisis hecho por el exMinisterio Coordinador de la Producción en el 2015 se establece que la productividad laboral media de la industria se estancó. En ese año la cifra alcanzó un 11,6.

Bolivia, Colombia, Chile y Uruguay son los países de la región cuya productividad media laboral es alta y tuvo importante crecimiento durante el 2014 y 2015.

El Panorama Laboral y Empresarial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) muestra que “la productividad de las microempresas representa apenas el 8,9% del total”.

Las pequeñas empresas registran una productividad del 31,2%. En el caso de las medianas (divididas en dos tipos) y las grandes su situación es diferente y tienen mayor producción.

Según Araque, si las firmas utilizaran más su capacidad instalada es probable que podrían contratar más trabajadores e impulsar el círculo productivo ya que necesitarían más materia prima y, por ende, los proveedores podrían crecer en su producción y ventas.

Lo mismo sucedería si estas decidieran trabajar más horas. Claro está que para ello las compañías deben tener mercado a quien vender sus bienes o servicios.

“Las Mipymes necesitan financiamiento especializado para crecer, principalmente de parte de la banca pública. La idea es generar productos adecuados a la realidad que tiene cada sector productivo. No es lo mismo un crédito para el agro que para hacer ropa”, dijo.