David Chávez, uno de los socios del emprendimiento, en su local de Cumbayá (nororiente de Quito), el primero de la cadena que sirvió para que el negocio se consolide en la capital. Foto: Diego Pallero / LÍDERES

David Chávez, uno de los socios del emprendimiento, en su local de Cumbayá (nororiente de Quito), el primero de la cadena que sirvió para que el negocio se consolide en la capital. Foto: Diego Pallero / LÍDERES

Redacción Quito
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En tres años, el sabor de su receta ‘voló’ por Quito

6 de marzo de 2017 12:37

Corría el 2014 y una receta de alitas BBQ fue el inicio de un negocio. Carlos Correa y su hermano Esteban estudiaron en EE.UU. y cuando volvieron al país su amigo David Chávez les dijo que sus alitas son tan buenas que podrían venderse con facilidad en un restaurante.

“Tú cocinas y yo administro el negocio”, le dijo Chávez a Carlos Correa. Con una inversión de unos USD 1 500, que se destinaron para la compra de una freidora, nació en el 2015 Alitas Benditas.

En principio, el negocio comenzó a operar con entregas a domicilio y fue adquiriendo forma en tardes de PlayStation, afinación de la receta de las alitas y búsqueda de nuevos clientes. Los emprendedores pasaron un año cocinando en la casa de los hermanos Correa en Lumbisí (nororiente de Quito).

Uno de los factores para el crecimiento de la firma es la red de contactos de Chávez y su conocimiento de la industria de bares y restaurantes de Quito, debido a que el emprendedor laboró desde los 13 años como mesero y luego como bartender en diferentes cadenas de comida de la capital.

Además, una campaña de marketing que se viralizó a través de redes sociales y medios de comunicación para atraer comensales. Presencia en ferias, auspicio de eventos... Todo con el objetivo de que la marca se propague.

En diciembre del 2015 Alitas Benditas estuvo a prueba. A Chávez le surgió una propuesta laboral en Estados Unidos. Entonces habían dos posibilidades: aceptar la oferta de trabajo o consolidar el emprendimiento con la apertura de un local en Cumbayá (nororiente de Quito).

Chávez prefirió apostar por su propio negocio y el local de Cumbayá fue el puntal para que el negocio se consolide. Ese local alcanzó ventas mensuales de unos USD 25 000. “Fue un éxito desde el primer día (...) la inversión de ese local se recuperó en menos de un año”, dice Chávez.

Otro de los secretos para la expansión de Alitas Benditas ha sido adaptarse fácilmente a las tendencias del mercado. Luego de la apertura de su local de Cumbayá, a mediados del año pasado, se subieron a la corriente de los ‘food trucks’. El local rodante se ubicó en La Platea, la plaza que agrupa a este tipo de negocios en el norte de la ciudad.

Al ‘food truck’ le fue tan bien que sirvió para que abran su local en Quito, en la Isabel la Católica, en el sector de La Floresta.

El negocio que empezó procesando 20 kilos semanales de pollo pasó a 200 kilos -en promedio- en cada uno de sus locales. Esto implica una inversión semanal de unos USD 2 000. Entre los tres locales, la empresa ya suma 20 colaboradores.

Una de las fortalezas del negocio, según los emprendedores, es la variedad de las salsas (12 en total) y la personalización de los pedidos al gusto del cliente: desde honey hasta alitas extremadamente picantes.

Claudia Bossano, directora de Arte de una agencia de Publicidad, es clienta de Alitas Benditas desde sus inicios.

Bossano cuenta que acude una vez al mes al restaurante y se ha convertido en su sitio favorito para festejar cumpleaños o reuniones con compañeros de trabajo.

La profesional de la publicidad destaca el servicio y la atención del restaurante. “He probado muchas alitas en Quito pero no he encontrado otras con un sabor tan genial”, dice Bossano.