Ivanna Zauzich / Redacción Cuenca
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Columbia y Harvard conocen de cerca sus investigaciones

Dicen que el primogénito cambia la vida de una persona. En el caso de Arturo Carpio es cierto. En 1974 este médico fue padre por primera vez.

Su hijo Felipe nació con una falla en una sustancia química del cerebro, lo que le ocasionó una discapacidad mental. Desde entonces, este azogueño decidió especializarse en Neurología.

Durante 32 años ha investigado la epilepsia (un trastorno neurológico que ocasiona convulsiones) y ha publicado más de 100 artículos en revistas de EE.UU., Holanda, Perú, Chile, México... También ha desarrollado investigaciones sobre la Neurocisticercosis (enfermedad del sistema central ocasionada por una suerte de parásito) y las ha compartido en congresos y seminarios internacionales.

Además de Felipe, Carpio tiene tres hijos (Ximena, Cristina y Arturo) y se siente realizado por la familia que tiene con su esposa Catalina Guerrero.

“Es muy dedicado a su familia y con una brillante trayectoria profesional”, así lo describe el rector de la Universidad de Cuenca, Fabián Carrasco, quien lo conoció en 1997, cuando este neurólogo dictaba clases en esa institución.

“Es el profesional que más investigaciones serias ha realizado en el país y sus aportes son valiosos en el campo de la Neurología”, asegura Carrasco.

A más de la investigación, este apasionado de las motos se dedica a la cátedra universitaria (actualmente es director de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Cuenca) y a atender a sus pacientes en su consultorio al sur de la capital azuaya.

Allí tiene un escritorio, una camilla, una repisa con 50 libros de Neurología… Esa ciencia es su pasión, indica su amigo de la infancia y colega, Hugo Calle.

Carpio nació en Azogues, en 1949, y a los siete años se mudó a Cuenca con su familia. Ingresó a la Escuela San Francisco de Borja y estudió la secundaria en el Colegio Rafael Borja. De esa época, Calle destaca la habilidad para estudiar y ayudar a su familia en una granja avícola. “Era un niño inteligente, activo, buen estudiante y colaborador con los demás”.

Ser el mayor de nueve hermanos le enseñó a ser responsable y preocuparse por los demás. Eso lo confirma su alumno de Neurología de la Universidad de Cuenca Teodoro Jerves, quien resalta la habilidad de su profesor para enseñar.

Su técnica es plantear casos hipotéticos y dejar que los alumnos los resuelvan. Se preocupa porque los estudiantes aprendan de forma práctica, más que teórica. Asimismo, busca la forma que los alumnos participen en cursos y talleres.

Solo por dar un ejemplo, dice Jerves, desde el 2010 Carpio coordina un curso entre las universidades de Harvard y de Cuenca sobre investigación clínica y promueve la participación de sus pupilos en esa cátedra.

La interacción con universidades de otros países es clave para la investigación científica, dice este fanático del cuy con papas.

En 1978, al graduarse de Medicina en la Universidad de Cuenca, se mudó -con su esposa e hijo mayor- a México DF para estudiar un posgrado en Neurología. Lo hizo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

De esa experiencia aprendió que la investigación debe recibir aportes de varios países para tener éxito. Por esa razón, el año pasado formó la Red Iberoamericana de Teniasis y Cisticercosis (parásito que se aloja en el cerebro por consumir alimentos contaminados).

La coordinadora de este proyecto, la francesa Agnes Fleury, destaca la capacidad de convocatoria y organización de este seguidor de la música Jazz. Ella lo conoció en el 2008 y ha identificado que la motivación de Carpio es mejorar la salud y ayudar a la comunidad.

Por eso, este profesional reunió en la red iberoamericana a 50 profesionales como neurólogos, genetistas, veterinarios e inmunólogos para que aporten en la investigación de la Neurocisticercosis.

Para Fleury, lo que más caracteriza a Carpio es su sentido crítico que no lo deja conformarse con lo existente, sino que explora nuevas opciones. “Por esa búsqueda insaciable se ha posicionado como uno de los investigadores más respetados en América Latina”.

Entre 1993 y 1995, Carpio estuvo en la Universidad de Columbia en Nueva York (EE.UU.) para realizar una investigación. Allí conoció a Allen Hauser, una autoridad en temas de Neurología a escala mundial. “Esa amistad no solo significó buenos momentos, sino un crecimiento profesional”, dice Carpio.

Para Hauser, su colega ecuatoriano es un profesional y un ejemplo de persistencia. “En 19 años hemos desarrollado una buena amistad y admiración. Su trabajo es un referente en neurología”.

Ramiro Holguín, director del Centro de Neurología Nuevo Sol, en Lima (Perú), recuerda que una de las publicaciones claves que ha leído es ‘El curso de la Neurocisticercosis modificada por tratamiento con agentes antihelmínticos’ (fármaco usado para erradicar los parásitos). Aunque esa publicación fue en 1995, sigue teniendo vigencia por la calidad de investigación de Carpio y Hauser.

De hecho, ambos conforman un equipo. Después de ese primer trabajo han publicado más de 10 estudios juntos, que son referentes para la investigación neurológica, dice Holguín.

La relación de Carpio con EE.UU. ha sido estrecha. Entre el 2003 y el 2005 obtuvo un financiamiento de USD 900 000 del Instituto Nacional de Salud de ese país para realizar un estudio sobre la Cisticercosis en Cuenca.

Se evaluó a 200 pacientes, a quienes se le realizó una tomografía (cuesta unos USD 100 cada una) y una resonancia magnética (bordea los USD 300) para identificar estos casos y cómo pueden curarse.

Este azogueño de nacimiento y cuencano de corazón, según él, recalca que las medicinas por sí solas no sirven para curar ese mal. Lo importante es que las personas se culturicen y apliquen hábitos de higiene en la cría de animales, cultivo de vegetales y preparación de alimentos.

Puesto que la teniasis es un parásito que se evacúa en las heces humanas y si hay mala manipulación de alimentos regresan en forma de huevos y se alojan en el cerebro. Esto se llama cisticercosis y afecta, en especial, a las personas entre 20 y 45 años de cualquier condición social.

No todo es trabajo para Carpio. Disfruta es compartir con Felipe. Cuando habla de él se le iluminan sus ojos y sonríe.

Carpio también ocupó un cargo público. Entre el 2005 y el 2006, durante el mandato de Alfredo Palacio, fue secretario de la Senacyt (actual Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología).