La ‘nueva normalidad’ determina aplicar otros patrones en la relación ‘oferta y demanda’. La sostenibilidad, las medidas de bioseguridad, la información adecuada, hoy tienen más influencia. Foto: Freepik.es

La ‘nueva normalidad’ determina aplicar otros patrones en la relación ‘oferta y demanda’. La sostenibilidad, las medidas de bioseguridad, la información adecuada, hoy tienen más influencia. Foto: Freepik.es

Por un consumo seguro y responsable

9 de noviembre de 2020 16:48

Parecería que con la nueva realidad que vive el mundo actual, la preocupación por la bioseguridad humana -como expresión de sobrevivencia- que, en medio de una pandemia, está bien su atención y priorización, estaría dejando a un “segundo plano” todo el avance que se había logrado hasta antes de marzo de 2020.

Hasta esa fecha se venía promoviendo con fuerza, la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030.

Lo cual, desde la óptica y acción del pensamiento sistémico, no debería ser, pues, en los tiempos de ahora -corto plazo-, es lógica “la preocupación desesperada” por la salud, para garantizar la sobrevivencia humana. Pero ya pensando en el largo plazo no se debe desmayar en el trabajo, al unísono, pro consumo seguro -bioseguridad- y consumo responsable -sostenibilidad- que permita el surgimiento creativo de medidas de bioseguridad que, en doble vía, sean también sostenibles.

Se debe resaltar que antes de la pandemia, en todo tipo de iniciativa pública o privada, se tendía a incorporar tanto desde la filosofía como de la acción a los principios del desarrollo sostenible que, en esencia, buscan una interacción virtuosa entre lo económico, social y medioambiental.

Incluso, desde el hogar y los centros educativos, como una buena práctica orientada a garantizar que el mundo pueda seguir vivo en el largo plazo, se venían inculcando, como parte de una educación sustentada en valores, formas de aprendizaje que, al final, logren cambios de actitud orientados a que la humanidad pueda desarrollarse de forma armónica y, así, ir rompiendo los efectos negativos de la destrucción medioambiental y el acrecentamiento de las desigualdades sociales.

Pero, claro, llegó el enemigo invisible (covid-19) y como que las preocupaciones colectivas por un mundo más sostenible se han ido desvaneciendo. Por ejemplo, el uso excesivo de plástico ha ido en aumento, como también el uso mayor de agua; resaltando que estos dos comportamientos -como expresión de consumo de emergencia- se han potenciado, principalmente, por el miedo de la población al contagio del nuevo coronavirus. En donde, además, la desinformación proveniente desde fuentes no oficiales ha jugado un papel gravitante.

De ahí, para lograr “un consumo seguro sin descuidar el consumo responsable”, en medio de un entorno de abundante información -mucha de ella incompleta, sin evidencias científicas de respaldo o falsa-, es clave el rol que deben jugar las autoridades competentes, los medios de comunicación y los líderes de opinión.

El objetivo es que, con un enfoque de educación colectiva, se trasmitan “mensajes guía didácticos” orientados a que toda la población comprenda que para cumplir con el denominado triángulo básico de la vida -uso de mascarilla, distanciamiento social y lavado de manos-, no es necesario -por citar el caso ya resaltado-, como sensación de aportar mayor seguridad, usar grandes cantidades de agua u objetos de plástico que al final también afectan al bolsillo familiar.

Pues, más bien, lo que se requieren son muchas dosis de disciplina y corresponsabilidad ciudadana.