Redacción Guayaquil
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En la decoración rústica manda ‘El rey del moyuyo’

Dos perros mestizos resguardan el taller de Bonifacio Crespín ‘El Rey del Moyuyo’, ubicado en el sector El Arenal, a 92 km al suroccidente de Guayaquil, en la vía a Posorja.

Crespín explica que la elaboración de muebles y decoraciones con ramas de moyuyo -un arbusto grande cuyas ramas alcanzan los 25 cm de diámetro-, es un legado de José Lázaro, otro artesano de Playas, a quien conoció hace 40 años.

Los canes se han acostumbrado a las más de 40 personas que visitan sus ‘dominios’ los fines de semana. En agosto y septiembre, como de diciembre a marzo, se alcanzan ventas de hasta 40 muebles.

Algunos de sus trabajos, como balcones o puertas, se exhiben en casas particulares, hosterías y centros turísticos apostados a la vía Playas - Puerto Engabao.

Los costos de las artesanías van desde los USD 35, por una cava para 10 vinos, hasta los USD 250, por un comedor de cuatro taburetes. “Para los acabados, formas circulares y tejidos, uso bejuco (lianas secas)”, explica Crespín, al preguntarle sobre otros valores agregados que proporciona a sus obras.

Marcia Valdivieso interrumpe esta ‘audiencia’ con ‘El Rey del Moyuyo’, para retirar el mueble lavadero que contrató hace una semana. “Lo colocaré en mi casa del valle de Yunguilla (Azuay) -indica Valdivieso-. Tengo 13 artículos, como candelabros y macetas”.

La materia prima de este emprendimiento, en el cual trabajan seis familiares de Crespín, yace bajo el custodio de un cuervo. El ave camina entre los maderos que provienen desde Cerecita y Progreso. Se secan tres meses a la intemperie (27º centígrados) antes de ser clasificados por tamaños. Con el bejuco se trabaja al mes y medio de cortado.

Luego de la construcción o de la instalación a domicilio del pedido se aplican hasta dos capas de barniz, para fijar los acabados en cada artesanía.

“La madera de moyuyo resiste a todo clima”, así lo asegura Mayra Sánchez, una clienta que compró su primer mueble de ‘El Rey’ hace 15 años, cuando iniciaba su vida matrimonial. “Son una excelente opción para quienes gustan de lo rústico”.

Crespín entrega su última obra y comenta que el arbusto es generoso. Sus frutos, en forma de bayas, se machacan para obtener un líquido pegajoso. “Dicen que los antiguos (sus antepasados) fijaban su cabello con este líquido. Ahora también lo usan para bisuterías”.