La Cumbre de las Américas fue un éxito para el país. El mundo, más allá de los problemas, vio una nación optimista, orgullosa, pujante. No se logró una declaración final de consenso, pero eso no le resta fuerza a lo que ocurrió.

¿Y qué fue lo que sucedió? Que de manera clara y respetuosa quedaron al descubierto las diferencias entre EE.UU. y Latinoamérica en el tema de Cuba. Y en el asunto de la droga, quedó claro que Centroamérica y Colombia quieren otra política internacional ante el problema. La discusión de la legalización sigue abierta, ahora en la OEA, y con más adeptos. La política de la guerra no convence, pronto México se dará cuenta de ello.

Cuba y EE.UU. pueden sentarse a discutir abierta y francamente sus diferencias. El escenario perfecto es la próxima Cumbre de las Américas en Panamá.