Este empresario cuenta con una carrera en sectores como la ganadería, la construcción, la hotelería, los servicios de limpieza y la venta de ropa.

Este empresario cuenta con una carrera en sectores como la ganadería, la construcción, la hotelería, los servicios de limpieza y la venta de ropa. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Él sabe que no hay límite de edad para emprender

26 de marzo de 2019 08:58

Tiene 75 años y mantiene el mismo espíritu emprendedor que cuando tenía 30. Nelson Thurdekoos Vélez cuenta con una intensa carrera por sectores como la ganadería, la construcción, la hotelería, los servicios de limpieza y la venta de ropa por catálogo.

Su gran amor es la ganadería, con la que ha estado vinculado desde la niñez. Pero el negocio con el que descubrió que era un emprendedor fue el de lavado de alfombras para empresas privadas, entidades públicas y hogares. Era 1968, Thurdekoos tenía 25 años y se animó a brindar este servicio que no existía en el Quito de esa época. A su familia no le gustaba la idea, pero él ya lo había decidido y arrancó con el negocio.

Este hombre alto y robusto proviene de una familia muy vinculada con el campo. Su padre tenía cerca de 15 000 hectáreas en el sector de Palmira y Totorillas en Chimborazo. Allí la familia tenía ganado vacuno y bovino que producía leche y lana. Además, tenía sembríos de papa, cebada y habas.

Bajo ese contexto, Thurdekoos estudió agricultura, ganadería y veterinaria en Argentina. Al regresar al país intentó vincularse al mundo ganadero, pero su padre tenía otros planes para él. Así fue que estudió Economía Bancaria en la Universidad de California (UCLA) y Economía Hotelera en la Universidad Estatal de Michigan, ambas en EE.UU.

Con esos estudios se involucró en el negocio hotelero. En México fue gerente de Ventas de la cadena Western International. Thurdekoos iba sumando conocimientos y ganando experiencia.

La actividad ganadera de la familia enfrentó una serie de retos: el padre de Thurdekoos sufrió un grave accidente de tránsito y Nelson se puso al frente. Luego las tierras de la familia pasaron a manos del desaparecido Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (Ierac). Fueron tiempos desafiantes, pero él mantenía firme su espíritu y empezó otra aventura, en la construcción.

Esta nueva etapa empresarial arrancó a mediados de la década de 1970. Implicó la venta de materiales de construcción así como el diseño y levantamiento de viviendas. Este emprendedor tenía cerca de 40 años de edad y era el representante de varias marcas del sector de la construcción, principalmente estadounidenses.

Thurdekoos se califica como una persona disciplinada y estricta. Además, es muy exigente en los temas de tiempos. “No me llevo bien con las personas impuntuales”, dice en una pequeña oficina que tiene en el sector de Capelo, al oriente de Quito donde tiene su base de operaciones de su más reciente emprendimiento, El Inseminador.

Juan Pablo Grijalva, gerente de la Asociación de Ganaderos de la Sierra y el Oriente, lo describe como una persona muy valiosa. “Conoce todas las ganaderías del país y la actividad ganadera le debe mucho a Nelson”.

Su trayectoria en el mundo de los negocios tuvo un paréntesis entre 1984 y 1988, cuando el entonces Presidente de la República León Febres Cordero -amigo desde la infancia- lo nombró embajador de Ecuador en Japón. Allí fue responsable de las relaciones comerciales con Taiwán, Singapur, Malasia, Indonesia, Australia, etc.

Nelson Thurdekoos fue embajador de Ecuador en Japón. En las fotos aparece con el expresidente León Febres Cordero, con Raúl Alfonsín y en un viaje diplomático a Australia.

Nelson Thurdekoos fue embajador de Ecuador en Japón. En la fotosaparece con el expresidente León Febres Cordero en un viaje diplomático a Australia. Foto: Archivo particular


De esa experiencia guarda anécdotas como la del sombrero de paja toquilla que le obsequió al emperador japonés Hirohito, rompiendo los protocolos y ganándose la confianza y el aprecio del emperador nipón. “Le dije que era un regalo de parte del pueblo ecuatoriano”.

Tras su experiencia en la diplomacia volvió al país a seguir haciendo negocios. Retomó su empresa de construcción e incursionó en un terreno desconocido: la venta de ropa interior femenina por catálogo. Era 1992 y fue un pionero en ese segmento. “Nos fue muy bien en los primeros años, las ventas eran increíbles”.

Luego el negocio decayó, pero para entonces Thurdekoos tenía experiencia en los negocios, por lo que no se preocupó.

Lo que sí marcó su vida fue una enfermedad que lo puso cara a cara con la muerte, en el 2005. Médicos del país y del extranjero fueron pesimistas sobre su salud, así que decidió liquidar sus negocios y repartir sus bienes entre sus cuatro hijos. La suerte parecía jugada hasta que un amigo le sugirió un nuevo médico, que con un tratamiento basado en acupuntura y bioenergía detuvo y controló la enfermedad. Thurdekoos, un creyente de toda la vida, se sintió bendecido y supo que tenía una nueva oportunidad. No la desaprovechó y volvió al campo, con un nuevo emprendimiento, en 2012.

Hoy vive con normalidad, con ciertas restricciones en los alimentos, pero mantiene la vitalidad y energía de siempre. De hecho, nada tres días a la semana.

Los ganaderos son sus clientes

Un día de Nelson Thurdekoos empieza a las 05:00. A esa hora se dirige, casi todos los días, a visitar a sus clientes, ganaderos que se reparten en Carchi, Imbabura, Pichincha, Cotopaxi y más provincias.

Las visitas las cumple en una furgoneta en la que lleva los productos que oferta en su negocio El Inseminador. Allí se encuentran parches para detectar el celo en las vacas, descornadoras para limar cuernos de ganado vacuno, despalmadoras que se utilizan para los cascos de los animales y máquinas de ordeño. Estos productos -de origen estadounidense y chino- son el centro de este emprendimiento que tiene una pequeña oficina en el sector de Capelo, en el valle de Los Chillos.

Thurdekoos trabaja solo y no se complica en sus tareas. Él maneja el vehículo -que luce en su exterior imágenes de los productos y teléfonos de contacto-, además ofrece los productos, explica su funcionamiento, los vende, se encarga del mantenimiento y de los repuestos y cobra. Participa con frecuencia en ferias ganaderas: la más cercana es una que se cumplirá el 30 de marzo próximo en Riobamba.

Aprovecha cada minuto para hablar con sus clientes y ordenar los números de este negocio. Al hablar de su trayectoria dice que el campo y la ganadería son sus espacios predilectos. Los recuerdos de la hacienda familiar se mantienen vivos. Eso se nota en la expresión de su rostro cuando habla del campo y los animales.

Según su criterio, la actividad ganadera aún tiene camino que recorrer en el país. Además cree que faltan ganaderos de verdad, que vivan en el campo y no solo los que compran haciendas y animales para sentirse ganaderos. Thurdekoos cuenta que tiene planeado trabajar hasta los 80 años. “Luego me retiraré”.