En la parroquia Maldonado, en Tulcán, Eber Montenegro, Berónica y Aquiles Benalcázar realizan el cultivo, cosecha y poscosecha con mucho esmero. Llevan en el negocio cinco años. Fotos: Álvaro Pineda para LÍDERES

En la parroquia Maldonado, en Tulcán, Eber Montenegro, Berónica y Aquiles Benalcázar realizan el cultivo, cosecha y poscosecha con mucho esmero. Llevan en el negocio cinco años. Fotos: Álvaro Pineda para LÍDERES

En La Esperanza se cultiva un café certificado

6 de febrero de 2020 12:03

Renunció a su empleo como gerente de operaciones y tesorería de una inmobiliaria de Quito para radicarse en el campo. Berónica Benalcázar, economista de profesión, se asoció con su padre, Aquiles, para incursionar en la producción de café arábigo.

De eso ya han transcurrido cinco años. En agosto del 2013, Aquiles adquirió una propiedad en la parroquia Maldonado, situada en el noroccidente de Tulcán. A la finca y al proyecto los bautizaron con el nombre de La Esperanza, en honor a la madre de Berónica.

El café de especialidad se abre campo en esta zona subtropical del Carchi. También hay cultivos en las vecinas parroquias de El Chical, El Goaltal, Juan Montalvo y Jacinto Jijón y Caamaño. Estos poblados están ubicados entre los 1 000 y 1 700 metros de altura.

Cuando la emprendedora, que ahora tiene 38 años, decidió dejar su antiguo empleo no conocía nada sobre la siembra ni la comercialización del grano. Por eso investigó y participó en varios cursos.

El café demanda de un proceso minucioso en todos sus pasos: selección de la semilla, siembra, producción, cosecha y poscosecha, detalla Eber Montenegro, esposo de Benalcázar. El ingeniero agrónomo conoció a su cónyuge en Maldonado, cuando trabajaba para una empresa que hace investigaciones en agricultura.

Para poner en producción las primeras 10 hectáreas (ha) invirtieron USD 120 000. El 70% fueron recursos propios y el resto un crédito bancario. Lograron buenos resultados en la plantación gracias a la buena calidad de los suelos, abundante agua y dedicación. También han ampliado el área labrada. Hoy, 15 de las 20 ha de La Esperanza están en producción.

La pareja se ha capacitado y ha conocido experiencias de varias zonas cafetaleras del país. También de Colombia, Costa Rica y Honduras. En eso ha sido clave Rikolto, una organización no gubernamental que brinda apoyo a jóvenes emprendedores.

La emprendedora muestra los frutos de café de la variedad arábigo. Aprendió las técnicas para conocer el aroma y sabor del grano.

La emprendedora muestra los frutos de café de la variedad arábigo. Aprendió las técnicas para conocer el aroma y sabor del grano.

En Honduras, Benalcázar aprendió sobre la técnica de catar lo aromático, lo que ha permitido desarrollar una destreza para identificar la calidad de café.

Ese factor es indispensable en el momento de negociar el precio con los compradores. El quintal de café pergamino, como se conoce al gramo seco, lo comercializa entre USD 200 y 250.

La obtención del Certificado de Buenas Prácticas Agrícolas, que les otorgó la Agencia de Control y Regulación Fito y Zoosanitario, ayudó ampliar el mercado. Para ello, los dueños debieron incursionar previamente en la producción de productos agrícolas con sello verde.
También han creado procesos y procedimientos para mejorar el manejo de la finca.

Por ahora, los empresarios comercializan el café tostado y molido con la marca Jerónimo, que pertenece a la Red Asociativa de Productores de Café de Imbabura y Carchi. Sin embargo, el próximo reto es sacar a mercado su propia marca. Trabajan para ello.

Uno de los recientes méritos de este negocio fue haber sido declarado el mejor café del Carchi en el Festival Binacional Café Libro, que se realizó en Tulcán.

Apoyo técnico

En el fomento del café de especialidad el apoyo técnico es clave. Rikolto es una organización que acompaña la siembra y cosecha del café de especialidad en el país. Ricardo Garcés, vocero de la organización, explica que esta variedad es una alternativa ante los vaivenes de los precios del café en los mercados internacionales.

El vocero de Rikolto explica que producir un kilo cuesta en promedio USD 2,50. “Un quintal tiene 46 kilos y para ganar debería vender el quintal en USD 140 para recuperar, pero el precio más bajo, en abril del 2019, fue de USD 90 el quintal. Se pierden 40 dólares”.

Según Garcés, el café de especialidad tiene potencial en mercados como Europa y Estados Unidos. “Allí Ecuador puede competir con calidad, antes que con volumen”. Hoy en el país se pagan entre USD 175 y 205 por el quintal de café de especialidad.

La clave, añade, es profesionalizar al productor y que este domine temas como el clima, la siembra y otros. En el país se contaban hasta el 2018 cerca de 61 254 hectáreas de café y se produjeron 28 500 toneladas de café en grano.