Grecia decretó el feriado bancario para impedir la salida del dinero, tras la negativa de los países de la Eurozona, en ampliar el plazo para el pago de la deuda. Foto: EFE

Grecia decretó el feriado bancario para impedir la salida del dinero, tras la negativa de los países de la Eurozona, en ampliar el plazo para el pago de la deuda. Foto: EFE

Agencia EFE
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Grecia busca una tercera oportunidad

12 de julio de 2015 15:13

Tras dos planes de rescate por un total de 240 000 millones de euros en cinco años, con recortes que condujeron a que el desempleo diera un salto del 9% al 27% y la economía perdiera la cuarta parte de su rendimiento, Grecia ha solicitado un tercer rescate, con perspectivas de éxito inciertas.

En estos cinco años la deuda del Estado griego pasó, según la oficina comunitaria Eurostat, del 120% al 175% del PIB, el poder adquisitivo se redujo un 37,2%, y un tercio de la población vive ahora por debajo del límite de pobreza, según el instituto de estudios de los sindicatos griegos (GSEE).

El primer plan de rescate fue resultado del incremento desmesurado de la deuda griega en la primera década de 2000, que pasó de 180 000 millones de euros en 2004 a 300 000 millones de euros a finales de 2009.

En mayo de 2010 Grecia firmó con la denominada "troika" -la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, el primer préstamo de 110 000 millones de euros, a cambio de recortes drásticos en el gasto público, reducción de salarios de los funcionarios e incrementos de impuestos.

El Gobierno griego aceptó asimismo proceder a reformas estructurales, para modernizar el Estado y liberalizar una serie de profesiones protegidas, que nunca se realizaron.
Además, el plan preveía la evaluación regular de su aplicación por representantes de la "troika".

La firma del "Memorando" por el entonces primer ministro socialista Yorgos Papandreu contó con el rechazo total de los partidos de la oposición y de los sindicatos.

Mientras los sindicatos y la izquierda convocaban una huelga general tras otra y paralizaban el país, el nuevo líder de la oposición conservadora Andonis Samarás prometía cancelar el memorando si llegaba al Gobierno.

La aplicación del plan de ajuste acentuó la recesión de la economía griega en los dos años subsiguientes, provocó la explosión del desempleo, mientras la pobreza extrema, que había desaparecido desde los años 1980, tuvo una reaparición rampante.

Los objetivos financieros no se conseguían y cada evaluación de la troika se traducía en nuevas medidas de austeridad, aún más draconianas, con objetivos fiscales aún más inaccesibles.

Ante el fracaso del primer programa, en octubre de 2011 se aprobó un segundo rescate, con un nuevo préstamo de la "troika" por un total de 130 000 millones de euros y una quita de 50% de la deuda griega en manos privadas.

A cambio, el Gobierno debía eliminar 150 000 puestos de funcionarios, reducir drásticamente el gasto de la sanidad pública, introducir nuevos impuestos, y reducir el salario mínimo en un 22% (en un 32% para los menores de 25 años).

Las elecciones de mayo y junio de 2012, que siguieron a la aprobación de este segundo memorando, se saldaron con el hundimiento del partido socialista Pasok, que había dominado la vida política desde la caída de la dictadura de los coroneles en 1974.

Además, el izquierdista Syriza multiplicaba por seis su influencia electoral y se convertía en la mayor fuerza de la oposición, mientras entraba por primera vez en el Parlamento el partido neonazi Amanecer Dorado.

El Gobierno de coalición que tras las elecciones de junio de ese año formó el conservador Samarás con los socialistas, no pudo alcanzar los objetivos financieros cada vez más inaccesibles, lo que, a su vez, provocó nuevas exigencias de la troika, y se entró en otros dos años de recesión y un aumento del desempleo hasta el 27,3% a finales de 2013.

La negativa de Samarás, a partir de septiembre de 2014, a cumplir con las exigencias de la troika aceleró su caída y en enero pasado Syriza ganaba las elecciones con un programa que prometía el fin de la austeridad y la reestructuración de la deuda griega.

Sin embargo, apenas reiniciadas las negociaciones con los acreedores, que ahora pasaron a llamarse "instituciones" en lugar de "troika", Tsipras tuvo que echar por la borda buena parte de sus promesas anteriores.

Tras cinco meses de negociaciones, y mucha pérdida de confianza por parte de las instituciones, el Gobierno de coalición izquierdista nacionalista, ha acabado solicitando un tercer rescate y presentando un programa que incluye duras medidas, como subidas de impuestos y bajadas de las prestaciones sociales.

El rescate por un total de 53 500 millones de euros solo serviría para devolver créditos al BCE y al FMI.

A ellos podrían añadirse otros 35 000 millones de euros que no son sino ayudas de los diversos fondos comunitarios que Grecia de por si obtendría como miembro de la Unión Europea.

La reactivación de la economía, por tanto, la deberá conseguir por sus propios medios y confiando en que las medidas que aplique sirvan para ello, a diferencia de los rescates anteriores.