La planta de producción está ubicada en Guayaquil y desde ahí distribuyen a cinco ciudades del país. Los helados mantienen su toque artesanal. Foto: Enrique Pesantes

La planta de producción está ubicada en Guayaquil y desde ahí distribuyen a cinco ciudades del país. Los helados mantienen su toque artesanal. Foto: Enrique Pesantes

Sus helados artesanales se venden en cinco ciudades 

4 de mayo de 2022 11:20

Es una heladería guayaquileña que oferta helados en presentaciones de medios litros. Cuentan con 16 sabores fijos de helados y cada mes crean nuevos.

Su gusto por el helado de vainilla llevó a Gabriela Aguirre a experimentar en la cocina de su casa diferentes formas de elaborar este postre hasta lograr el “sabor perfecto”.

Esta emprendedora guayaquileña empezó en 2014 a investigar en Internet diferentes recetas y formas de preparar helado y poco a poco fue perfeccionando la técnica hasta que pudo compartir este postre con sus amigos y familiares, que se convirtieron en sus primeros clientes.

Algunos, incluso le pedían que les prepararan con ingredientes específicos para cada uno.
En 2016, impulsada por su esposo, que se encargaba de la degustación de los primeros helados, Aguirre viajó a Italia para estudiar gelatería y aprender de los expertos el arte de formular este postre. “Ahí aprendí que cada ingrediente tenía un rol específico en los helados”.

A su regreso empezó a formular sus propios sabores de helados y fundó Encantería. Su objetivo siempre fue crear “helados que salgan de lo ordinario” y que cuenten con elementos adicionales como pedazos de brownie, avellanas caramelizadas, papas fritas, todo preparado por ella misma.

Uno de los sabores más pedidos en Encantería es Poción de amor, un helado que contiene rosas con pistacho. Según ella, fue el primer helado de este tipo que se vendió en Guayaquil. Su plus está en la pasta de pistacho que se produce en la misma empresa.

El negocio empezó en su casa. Al inicio únicamente se preparaban dos sabores diferentes por semana. Los clientes llegaban por medio de redes sociales, especialmente por Instagram.

Ordenaban y retiraban los pedidos en la puerta de la vivienda. Las ventas crecieron rápidamente, tanto que tuvo que contratar una persona que le ayudara en la producción y entrega.

En 2019, con una inversión del Grupo Nirsa, Encantería abrió su propia planta de producción y empezó a distribuir por medio de puntos de venta en lugares estratégicos de la ciudad.

“Pasamos de cocinar en ollas a hacerlo en grandes máquinas”, dice Aguirre. Aclara que, pese a que ahora están semiindustrializados, los helados mantienen su esencia artesanal.

“El diferenciador de nuestros helados es que todo se hace desde cero en la planta”, cuenta. Cada helado lleva una formulación diferente y el empacado se realiza de forma manual. Es decir, sale de la máquina y una persona se encarga de colocar los otros ingredientes y mezclarlos antes de llevarlo al congelador.

Su recetario tiene más de 120 fórmulas, todas inspiradas en sus recuerdos de la infancia y que la lleven a revivir momentos o lugares en los que ha estado. Entre risas, señala que ha creado sabores para los que “la gente aún no está lista”.

Para una mejor recepción del producto en los puntos de venta escogieron seis sabores fijos, denominados signature, que fueron los que más acogida tuvieron cuando inició el negocio.
Ahora, el portafolio cuenta con 13 sabores fijos y dos que rotan cada mes.

Todos se venden a través de sus 44 puntos de venta ubicados en Guayaquil, Cuenca, Manta, Machala y Quito. Cada mes despachan cerca de 5 000 litros de helado.

Su objetivo a corto plazo es ganar más mercado en la capital por medio de alianzas con grandes cadenas de supermercados y abrir islas en algunos centros comerciales para que el cliente pueda servirse los helados directamente.

Aguirre explica que la calidad del helado que ofrece Encantería está considerada dentro de la categoría súper premium, lo que implica que podría competir con otros que se fabriquen en Europa o EE.UU.

La pandemia permitió el crecimiento de esta heladería. Aguirre recuerda que cuando empezó el confinamiento los pedidos empezaron a subir y llegaron a atender hasta 75 órdenes por día. Abrieron incluso un segundo turno en la planta de producción para cumplir con las metas de venta. Al año facturan cerca de USD 320 000.