Jonny Marchán fundó esta iniciativa ecuatoriana en 2017 para crear impresiones 3D para dar el servicio a los arquitectos y médicos cirujanos. Galo Paguay / LÍDERES

Jonny Marchán fundó esta iniciativa ecuatoriana en 2017, para crear impresiones 3D para dar el servicio a los arquitectos y médicos cirujanos. Galo Paguay / LÍDERES

Con sus impresiones 3D halló un nicho de expansión

18 de enero de 2022 22:05

Cuando lo muestra parece que fuera un rollo de cable de plástico, anaranjado y de un kilo de peso. Pero no lo es.

Jonny Marchán, un graduado en Ingeniería Mecatrónica, explica que se llama filamento, es de plástico (pero no del común que conocemos) y tiene un diámetro definido. Este material fue creado por su emprendimiento SKP3D, para las impresiones 3D.

Él elabora las fórmulas, conforme a los productos que demanda este tipo de mercado, y envía a dos empresas de China y Europa, para que fabriquen sus filamentos, según las especificaciones del uso que se le vaya a dar.

Este negocio, que se creó en 2017, comercializa estos tipos de filamentos en el país a las personas que se dedican a las impresiones en tercera dimensión, sobre todo a los emprendedores y empresarios de las industrias.

Tienen más de 20 tipos de filamentos: antibacterianos, flexibles, para uso médico y mecánico y todas las aplicaciones que se puedan crear, porque cada cliente es distinto. Por ejemplo, hay filamentos, para materiales resistentes a la temperatura y la compresión, que sirven para los vehículos, como un piñón.

“La idea de nuestro filamento es que pueda ser constante, que se imprima a una temperatura constante para que se imprima una pieza de calidad”, asegura.

Han tenido casos en que hay piezas que se demoran 30 minutos y otras tardan 24 horas. Esta especie de cable de plástico se va moldeando paso a paso con la máquina impresora.

Este material es uno de los productos que comercializa esta iniciativa. Tiene dos líneas más de negocios: vende impresoras 3D y da cursos de capacitación para el modelado en esa dimensión y el manejo de las máquinas.

SKP3D comenzó a funcionar en la habitación y un escritorio de Marchán, el fundador y CEO. En un inicio se dedicaba a las impresiones, para los arquitectos y los médicos que hacían cirugías, para una planificación posoperatoria.

Los primeros hacían sus maquetas a mano y en cartón y los otros mandaban a fabricar cualquier parte del cuerpo humano, según las tomografías, en otro país y en material de resina. Eso significaba de USD 500 a 600, mientras que con la impresión 3D no son más de 100, comenta Marchán.

Por eso, él cree que es importante adaptarse a las nuevas tecnologías, para ayudar a la gente a hacer más fácil su trabajo.

Con ese propósito cambió el modelo de su negocio. Cinco meses después, Marchán se convirtió en un importador calificado de impresoras 3D de Europa y China, para incursionar en la venta de estos equipos. El 90% es de China y son certificadas, asegura.

Después de dos años empezaron con la formulación de los filamentos, porque vio que era un nicho de mercado nuevo. Y desde 2021 iniciaron con las capacitaciones con dos personas, que son parte del emprendimiento.

Las capacitaciones se dictan cada mes y son más virtuales que presenciales. Los cursos se dictan a clientes de Perú, Argentina y México; además se capacita a marcas extranjeras en el modelado y uso de impresiones. Si son presenciales son dos personas, por la reducción del aforo.

Los precios de las máquinas varían según el tipo de uso. Las de escritorio cuestan - un promedio- de USD 500 y si son de tipo industrial suben a 2 500.

Vende de seis a siete impresoras a la semana, pero hay meses en que no sale ninguna, porque es un negocio no tan conocido, dice.

Igualmente, el kilo del rollo de filamentos depende de lo se quiera fabricar. Los más económicos valen USD 25, pero hay otros que alcanzan los USD 35.

Hace cuatro años, Marchán invirtió USD 8 000 para comprar las impresoras y ahora ya tienen una oficina amplia en un lugar céntrico de Quito, al frente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y tienen ocho impresoras para filamentos de plástico y una más para resina.

La proyección de este 2022 es abrir una sucursal para ampliarse y duplicar el material. Además, apuntan a abrir mercados para vender el filamento.

“Con estas tres áreas de negocios el objetivo es que puedan formar emprendedores y empresarios con sus máquinas”, expresa este emprendedor quiteño.