En Ibarra, Zulay Hernández abrió una tienda en el que expende productos de su finca y de otros compañeros

En Ibarra, Zulay Hernández abrió una tienda en el que expende productos de su finca y de otros compañeros. Foto: Álvaro Pineda para EL COMERCIO

La agroecología le permite emprender

8 de agosto de 2019 10:23

El Rey del ‘Ovo’, una tienda de productos agroecológicos y restaurante, es una de las nuevas propuestas que impulsa Zulay Hernández.

Tiene 32 años y desde hace siete incursionó con su familia en la agricultura libre de químicos.

Está vinculado a varios colectivos. Ella asegura que es una de las 600 mujeres de Imbabura que se dedican a esta actividad.

Recuerda que cuando participó en un encuentro nacional agroecológico, que se hizo en Loja, sugirió que a más de las charlas había que incluir actividades en la que los campesinos puedan compartir sus saberes.

En aquella ocasión improvisó un taller para elaborar pasta dental en base a hierbas con propiedades medicinales.

Varios de esos conocimientos los adquirió cuando cursaba el bachillerato técnico agropecuario agroindustrial en el colegio Eloy Alfaro, de Ibarra. Inició la carrera de agroindustrias en la Universidad Técnica del Norte, pero la abandonó por falta de dinero.

Su espíritu emprendedor le ha impulsado a asumir varios retos. Participa en cuatro ferias de productores en Ibarra y Quito. El producto estrella del negocio de Hernández es el ovo.

La mujer recuerda que luego de un año de haber ingresado al primer mercado alternativo, que se desarrolla en los patios del Ministerio de Agricultura, le pidieron que regrese a vivir en el campo.

Su familia posee una propiedad en la parroquia de Ambuquí, en el norte de Ibarra. Ahí surgió la Finca Rey del ‘Ovo’.

El nombre lo puso Alfonso Hernández, abuelo paterno, en honor al Niño Jesús a quien le ha atribuía las abundantes cosechas del ovo.

En una hectárea de terreno hay 150 matas de este fruto anaranjado que asegura tienen un sabor dulzón que le atribuyen al uso de abono orgánico. Aunque brotan durante todo el año, la producción plena se da en septiembre.

También hay 11 variedades de guandul, un fréjol de zona cálida, plantas forrajeras, pastos y, al menos, 150 plantas medicinales. Antes producían en monocultivo la caña de azúcar.

Cada uno de los ocho integrantes de esta familia tiene su rol. Zulay es la encargada de asistir a los cursos de agroecología y de replicar los conocimientos a los demás. Varias mujeres kichwas de la zona le han compartido saberes.

También incursionó en la elaboración de artículos de aseo. Silvia Chávez, una especialista cuencana, le enseñó a fabricar jabón, champú, desodorante y detergente líquido para ropa.

Zulay fue ensayando con sus fórmulas para obtener un jabón con textura dura, que conserve el color y que no se fermente.

Los recursos de la venta de estos artículos se destinan al pago de la mano de obra de los parientes que trabajan en la finca.

Otra fuente de ingresos es la visita de turistas a la finca en Ambuquí. La idea es que los visitantes conozcan sobre este tipo de agricultura y también saboreen platillos con el caldo de gallina.

Participó en representación del Movimiento de Economía Social y Solidaria del Ecuador en un Encuentro de Mujeres Latinoamericana y del Caribe, en Panamá. Eso le permitió organizar un taller de desarrollo personal con las mujeres campesinas.

Por lo pronto, tiene como objetivo tramitar el registro sanitario para el jabón. Hay de varios ingredientes, uno de ellos es el de achiote con ralladura de naranja.

En la tienda Rey del Ovo también se comercializan productos de otro 12 emprendedores. Las jícamas, zanahorias blancas, aguacates, gallinas criollas, miel y café son de la Finca Mira, ubicada en el cantón de mismo nombre.

Levi Tapia, cliente de la tienda, destaca la calidad de productos, como verduras y frutas.

En la línea de restaurante ofrecen menús con productos tradicionales. El lunes anterior, por ejemplo, fue una sopa de arroz de cebada y un plato fuerte con arroz, pastel de camote y pollo estofado.

En la decoración del local invirtieron USD 1000. Algunos de los elementos han sido reciclados.