Redacción Cuenca / LÍDERES
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El macaron endulza el paladar cuencano

El macaron es una suerte de galleta, similar al suspiro, que se elabora con clara de huevo, almendra molida y azúcar.

Durante su preparación se colorea con anilina vegetal en tonalidades verde, amarilla, rosa, púrpura, azul y se rellena con Nutella, dulce de leche, chocolate blanco, trozos de fruta e incluso pétalos de rosa confitados.

Esta preparación, popular en Francia desde 1830, se mantiene como acompañante del té o café de la tarde, y su notoriedad en Ecuador se evidencia con fuerza desde el año pasado. Esto según la gerenta de la firma Chantilly, en el sur de Cuenca, María Angélica Calderón.

La razón es el acceso a Internet -con redes sociales y blogs-, donde las personas comparten fotos y recetas de este bocadito. Sin embargo, el segmento que disfruta de este postre es pequeño, dice Calderón. "Son mujeres profesionales, entre 25 y 40 años. Por esta razón aún hay desconocimiento sobre este dulce y sus ventas son pequeñas".

En el caso de Calderón, este producto -que oferta desde el año pasado- solo lo entrega bajo pedido, para atender matrimonios, bautizos, cumpleaños y otros compromisos sociales.

En otros países como Francia, España, EE.UU. y Argentina, es frecuente ver locales decorados con macarons que se exhiben en vitrinas, y el consumidor puede comerlos ahí o llevarlos a su casa.

En Ecuador esta oferta es limitada, y eso se evidencia en Cuenca, donde estos bocados se comercializan bajo pedido. No obstante, esta ciudad está experimentando un despertar gastronómico, y se está adaptando a estas tendencias, explica el chef Luis Ordóñez.

Un ejemplo de ese despertar es el local T cups té & cupcakes, en el sur de Cuenca, que oferta postres, muffins de sal con combinaciones con tocino, hongos, queso suizo, tomate y albahaca.

Sus clientes alaban el sabor de los macarons, que solo se entregan bajo pedido. Su propietaria, Doris Correa, coincide con que aún falta conocimiento del producto y solo es comercializado entre consumidores que conocen y han probado este bocado en otros países.

Uno de los impedimentos para masificar el consumo de este postre es su costo, porque se prepara con almendra molida y se rellena con ganache de frutas. Por el uso de esos ingredientes cada unidad cuesta USD 1 y su tamaño es más pequeño que un alfajor. Sin embargo, quien conoce este postre sí paga ese precio por su delicadeza y sabor, asegura Correa.

En un pequeño taller casero, Rosa Cordero elabora macarons bajo pedido. Al igual que Calderón y Correa, la venta de este producto solo representa un 10% de sus ventas totales, que bordean los USD 1 000 al mes.

No obstante, ha identificado un consumidor más atento a las nuevas tendencias, por lo que cree que este bocado despuntará en ventas, quizá el próximo año.

Camila Martínez es consumidora frecuente de los macarons en T cups té & cupcakes y en Chantilly. Lo que más le gusta es su color llamativo, que es perfecto para obsequiar en cajas. También destaca su sabor delicado y los rellenos de fruta y crema.

En otras ciudades como Quito y Guayaquil existen locales que venden el macaron en el punto de venta, pero "son pocos", señala Luis Ordóñez.

Como todos los postres internacionales, el macaron debe pasar por un proceso para darse a conocer y así sumar consumidores. Los chefs ya trabajan, dice Ordóñez, en rellenos de quinua, maíz dulce, maracuyá, chocolate fino ecuatoriano y otros productos propios del país.