La cofundadora de la marca de moda Clandestina, la cubana Idania Del Río, enseña una prenda.

La cofundadora de la marca de moda Clandestina, la cubana Idania Del Río, enseña una prenda. Foto: EFE

Dos mujeres llevan la energía de Cuba a una tienda en Nueva York

19 de junio de 2019 11:23

Nada es perfecto: luciendo en sus prendas el humor y la energía típicos de Cuba, Clandestina, la primera marca de moda independiente de la isla, ha viajado a Nueva York para ofrecer sus propuestas, fruto de una generación resiliente y con vocación global.

En una tienda ‘pop-up’ (efímera) en Brooklyn, las fundadoras de Clandestina, la cubana Idania Del Río y la española Leire Fernández, cuentan su historia.

“Queremos traer la energía que hay en Cuba y que tenemos en nuestra tienda en La Habana aquí, a Nueva York, y la de un colectivo de creadores que están intentando poner el diseño cubano a nivel global y lo están consiguiendo”, afirma Fernández.

Esa intención se refleja en lemas como “Nada es perfecto”, “Actually, Im in Havana” y “País en construcción” impresos en muchas de las camisetas, faldas y bolsos que Clandestina venderá hasta el 24 de junio en el neoyorquino espacio The Canvas, aunque su ropa recoge la idiosincrasia de la isla también desde otros detalles.

Una camisa con flores hecha a partir de una cortina, una suave chaqueta tipo ‘bomber’ con colchas tejidas -que funciona muy bien entre ‘influencers’, dicen- y otra camisa elaborada con el traje de las brigadas que fumigan mosquitos para prevenir el dengue. “Esta es la fumigueitor”, bromea Fernández.

Uno de los mayores exponentes del cuentapropismo en Cuba, Clandestina es un emprendimiento privado que abrió en 2015, tras dos años de burocracia y en un contexto sociopolítico de cierta apertura, pero que ha crecido “bailando la lambada” y aprendiendo del error para “contar la realidad de la gente de tú a tú”, explica.

Ahora, gracias a mucho trabajo, de buen “timing” y de “mucha gente queriendo cambiar cosas”, la firma emplea a un colectivo de 32 trabajadores en su conocida tienda de La Habana, distribuye por Internet a todo el mundo y también ofrece piezas en un minorista en Miami (EE.UU.).

Pero aterrizar en Nueva York, escaparate del mundo, supone un hito más allá de la expansión de la marca: “Significa que hay una oportunidad para el diseño cubano, para el cubano en general, de decir: Ok, este modelo existe, esta gente lo ha hecho, es posible. Una ventanita de aire fresco, esperanza”, desgrana Del Río.

El colectivo de Clandestina sabe de vicisitudes pero también de “resiliencia”: allí la materia prima procede sobre todo del mercado de segunda mano, ya que el “sector de la moda está deprimido, es inexistente, y no hay tecnología para producir”, dice la diseñadora, que ensalza el valor de artesanías como la costura.

Ante la línea dura del Gobierno de Donald Trump, las fundadoras de Clandestina recuerdan el “primer impacto” del mandatario sobre su negocio: en 2017 perdieron “el 50 % del mercado, porque los turistas americanos eran importantes”. “Siempre buscas de lo malo una oportunidad, y nuestra oportunidad con Trump fue descubrir a nuestra comunidad local”, confiesa, sentada junto a Del Río entre percheros con unas coloridas prendas.