En el Parador de Grecia se especializan en caldos y secos de gallina, con una receta manabita en ollas de barro. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES

En el Parador de Grecia se especializan en caldos y secos de gallina, con una receta manabita en ollas de barro. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES

Este local se especializa en gallina criolla

16 de enero de 2020 15:07

El sabor criollo de la gallina y la sazón manabita son la fórmula ganadora del emprendimiento Parador de Grecia.

Este restaurante fue creado hace 10 años en la vía Santo Domingo - La Concordia. Grecia Rendón es su propietaria. Al principio el menú del restaurante era variado. Se vendían otros platos típicos de las campiñas manabitas como los asado de carne y pollo.

Pero poco a poco los clientes mostraron preferencia por el caldo y el seco de gallina. Así que el menú se redujo a estos platillos.

Rendón, quien es oriunda de El Carmen (Manabí), señala que se debe a que ella utilizó la receta ancestral manabita, pero le dio su toque secreto. “Siempre he cocinado yo para que el sabor no cambie. Pero el mayor secreto es cocinar con amor como si fuera para mi familia”.

Rendón afirma que nunca falta a su trabajo para controlar que la calidad del producto y la atención al cliente se mantenga. “Máximo me ausento por dos horas porque me gusta que todo funcione bien”.

Otro de los secretos de este negocio manabita es que la cocción del caldo y el seco de gallina criolla se hacen en un fogón a leña y en ollas de barro, que son utensilios típicos de la cocina montuvia y que le brindan un sabor especial a la comida manabita.

Se sirven en una cocina abierta al público e incluso el comensal puede decir que tipo de presa que quieren que le sirvan. “El seco de gallina me recuerda a la comida de mi infancia y es por el sabor que la olla de barro le da a la comida”, señaló el comensal Jairo Vera.

Este platillo se acompaña con arroz y plátano verde asado. A diario se venden alrededor de 200 platos, entre caldo y seco.

El negocio inició hace 10 años con alrededor de USD 2 000. Ese dinero fue invertido en la elaboración del fogón, se compraron utensilios de cocina, mesas, sillas y la comida que se vendería durante la primera semana.

El local era arrendado y tuvieron que pasar seis años aproximadamente para que Rendón pudiera adquirir una propiedad de una hectárea en la vía Santo Domingo - La Concordia.

Rendón debió construir un nuevo local porque el terreno estaba vacío. Primero instaló una pequeña choza con columnas de madera y poco a poco ha mejorado la fachada aunque sin dejar de lado el concepto de la cocina típica manabita, que por lo general es el lugar donde las familias se reúnen mientras esperan que la comida esté lista. Por eso, el fogón se instaló cerca de las mesas.

La inversión total de este negocio es de USD 200 000. El nuevo local tiene una capacidad para 150 personas, aunque durante el día llegan más de 200.

Por lo general, la clientela fija llega de Santo Domingo, El Carmen y La Concordia. Aunque también hay viajeros que siempre que viajan a Esmeraldas hacen una parada en este restaurante, que atiende de lunes a domingo.

Los fines de semana, el movimiento en el restaurante aumenta. De lunes a viernes, Rendón debe comprar entre 40 y 50 gallinas diarias para poder vender hasta las 16:00. Pero lo fines de semana, se compran hasta 70. Rendón tiene dos proveedores, que certifican que la gallina es criolla.

Roberto Zambrano es cliente de este restaurante desde hace tres años. Él afirma que el sabor de los platos es no ha variado y que además es una comida saludable. “Es como comer en casa”.

Para cubrir con la demanda de clientes, entre semana Rendón contrata a 10 mujeres de la zona para que ayuden en la preparación del arroz, el plátano verde, jugos y también para que atiendan a la clientela. Los fines de semana, tres personas más se unen al equipo.

El año anterior, Rendón instaló una sucursal en el centro de Santo Domingo, en una plaza de comidas. Sin embargo, debió cerrar porque no le alcanzaba el tiempo para atender a los dos negocios.

Ella señala que debía cuidar que el sabor no cambiara. “No podía dividirme en dos y el negocio apenas estaba arrancando como para tener más empleados”.

El negocio

La inversión
inicial fue de USD 2 000 con los que se compraron utensilios de cocina, mesas, sillas y otros.

A los seis años de creación, los propietarios decidieron comprar un terreno, de una hectárea que les costó USD 85 000.

En los últimos cuatro años se han encargado de hacer adecuaciones para poder atender a la clientela, que es de 200 personas diarias.

El precio de los platos es de USD 4 y USD 5. Los clientes son atendidos por mujeres de la zona y por su propietaria Grecia Rendón, que es oriunda de El Carmen (Manabí).