Romero es un amante de la ópera, adepto a las biografías de músicos. Foto: Jofre Flores/ LÍDERES

Romero es un amante de la ópera, adepto a las biografías de músicos. Foto: Jofre Flores/ LÍDERES

Alexander García 
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Un lector voraz con predilección por los cuentos

17 de abril de 2017 15:50

A los ocho años el abuelo al que le debe el nombre, le regaló una colección de novelas de aventuras del escritor italiano Emilio Salgari, con Sandokan y sus historias de Piratas. A los 10 recibió la colección completa de Julio Verne, con libros como ‘Miguel Strogoff’ o ‘Viaje a la luna’. De manera que a los 12 años, en su primera comunión, Nicolás Romero Sangster se estaba confesando de haber leído ‘La boca del infierno’, de Alejandro Dumas.

Fue la época en la que comenzó a ‘devorar’ todo tipo de literatura. Ocupaba el dinero que recibía de forma semanal para comprar los títulos de la Editorial Sopena de Argentina, las novelas de capa y espada del escritor francés Michel Zévaco por ejemplo.

El gerente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil encontró desde muy niño un refugio en la lectura, que entrañó para él una forma de viaje. “Me interesé por conocer el mundo a través de la lectura y los libros me abrieron la puerta a un universo de cultura”, indica el ejecutivo guayaquileño.

Entre sus más recientes lecturas está ‘Historia íntima de la humanidad’ del historiador Theodore Zeldin. Aunque sus intereses son diversos, siente predilección por los juegos de tensión, la densidad y la epifanía que depara el cuento corto. Y entre los cuentistas que más disfruta están Antón Chejov y Guy de Maupassant. En una tradición más cercana menciona a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.

Romero Sangster, ingeniero eléctrico que se ha pasado la vida en la administración de empresas, atesora cientos de libros de diversos géneros y temas, en tres espacios de su casa.

En la sala cuenta con una habitación con tres paredes llenas de títulos tras estanterías de cristal. En el pasillo a su cuarto, y en la habitación, estantes con colecciones añejas de tapas oscuras, como Historia Universal de la Literatura, de la editorial Oveja Negra y del Club Bruguera, una colección de bolsillo de literatura universal contemporánea publicada desde inicios de los años 80.

En la habitación de la música, donde guarda cientos de CD y videos de más de 600 óperas, también cuenta con un estante con obras de grandes compositores y grandes temas de la ópera y la música clásica, biografías de Verdi, Rossini o Mozart, algunas en inglés. También libros sobre filosofía . “Junto a energía eléctrica estudié un diplomado en filosofía y teología, una mezcla un poco rara”, sonríe. Su pasión por la ópera lo ha llevado a aprender también italiano, cuenta con una columna sobre el tema y dicta de forma regular talleres sobre apreciación de ópera y grandes compositores.

Cuenta que de niño se aprendió de memoria zarzuelas y quiso ser barítono. También recita poemas -llegó a escribir versos alejandrinos- y disfruta de autores como Rubén Darío, Neruda, Bécquer, Medardo Ángel Silva y la generación decapitada de Ecuador. Recita de memoria el poema ‘A Guayaquil, barca novia de un río y un mar’, del poeta granadino Manuel Carrasco: “El Ecuador tiene una…/ una barca tropical/ por la que se mueren, mueren/ de amor, un río y un mar…”.