Sviercovich lideró la iniciativa de un vuelo con tripulación integrada solo por mujeres. Foto: Cortesía

Sviercovich lideró la iniciativa de un vuelo con tripulación integrada solo por mujeres. Foto: Cortesía

La piloto que vuela por la inclusión femenina

27 de marzo de 2017 17:04

Ella mide 1,55 pero el avión que pilotea es 16 veces más alto y puede transportar a 278 pasajeros por los cielo del continente.

La historia de Raquel Sviercovich comienza hace 34 años cuando ingresó al Instituto Civil Aeronáutico Ícaro para formarse como piloto privado y comercial y así cumplir uno de sus sueños: surcar los aires.

No fue fácil porque se enfrentó a una industria, en su mayoría, manejada por hombres, y en una época donde la mujer daba sus ‘pininos’ en este tipo de carreras.

Su decisión de ingresar a la aviación marcó un hito en la industria ecuatoriana, por lo que se convirtió en la primera mujer piloto comercial en el país.

Sviercovich brindó sus servicios en 11 aerolíneas del país y se desempeñó como piloto, copiloto, instructora de manejo e ingeniera de vuelo, incluso, manejó los llamados taxis aéreos entre 1988 y 1989. Su carrera se afianzó en AeroGal, donde estuvo durante tres años. Aquí conoció a Gabriela Sommerfeld, quien estuvo a cargo de la aerolínea. Ella la recuerda como una mujer decidida que “siempre supo lo que quería”.

Esta opinión también la comparte su hermana María Gabriela Sviercovich, quien es 10 años menor a la piloto. La joven admira a su hermana y considera que es una mujer respetable, luchadora y algo tímida. “Fue como mi mamá, aunque ella parece menor”, dice entre risas.

Un día, explica María Gabriela, que la piloto fue contratada para transportar a un hombre, quien debía cumplir con un trabajo agrícola. Al escuchar que ella era la encargada de volar el avión, el hombre se negó a subir, “porque es mujer”. Sviercovich no tuvo otra opción que mostrar su profesionalismo y su destreza al momento de volar un avión. Tras el incidente, el hombre subió al avión y bajó agradecido.

La ahora comandante del Airbus 330 de la aerolínea estatal Tame es sincera al afirmar que fueron tiempos extremadamente difíciles, “incluso por eso no hubiera querido ser la primera, porque el abrirse paso en un mundo solo de hombres es complicado”.

Esas experiencias no fueron un impedimento para ella. Al contrario, fueron parte de su aprendizaje como persona y profesional de los cielos. Es así como, al momento, tiene 15 800 horas de vuelo.

Pese a su pasión por la aviación, Sviercovich considera que es una mujer de hogar, que ama estar junto a su familia: su esposo y su hija que acaba de cumplir 17 años, a quienes considera como el motor de su vida. Además es amante de un buen libro y de una conversación exquisita.

Su compañero de vida Fabián Vázquez, un argentino radicado en el país, recuerda con agrado cuando conoció a Sviercovich en el año 1993. El esposo reconoce la lucha incansable de la piloto para lograr comandar un avión. “Le ha tocado trabajar duro y lo que ha logrado es por su esfuerzo”.

El tener una esposa piloto representa cierto nerviosismo para Vázquez. “Con el tiempo, uno se acostumbra”, dice entre risas. Ahora entiende el trabajo de su esposa y afirma que es una piloto intachable. Él guarda en su memoria una anécdota que vivió cuando participó de un vuelo junto a su esposa desde Bogotá hacia Quito.

Ese día hubo demasiada nubosidad, movimiento y turbulencia, pero ella junto a su tripulación tenían un semblante de calma. “Yo empecé a angustiarme pero ella seguía volando”. El momento de mayor tensión, recuerda, fue cuando la lluvia pasó y la neblina se despejó porque logró ver de cerca la antigua Plaza de Toros de Quito y luego la pista de aterrizaje. “Uno se pone a pensar que una mujer que mide 1,55 puede llevar adelante un monstruo; ahí se da uno cuenta el tipo de mujer que ella es”, explica el esposo.

Lo cierto es que durante estos años, Sviercovich ha tenido que enfrentarse a una industria compleja, en la que falta, por ejemplo, más mujeres que se decidan a incursionar en esta industria, que se preparen y se atrevan a llegar cada vez más alto, sin importar los tropiezos e impedimentos.

Uno de esos obstáculos que enfrentó es el hecho de dejar su carrera temporalmente para criar a su hija, que enfrentó problemas en su nacimiento. Tras cinco años de retiro, la piloto volvió con más fuerza para demostrar, entre otras cosas, que la mujer debe ser aceptada con su maternidad, por lo que ahora lucha para que esas “diferencias” se rompan.

Estos ideales lograron que otras mujeres involucradas en la industria la admiren. Carolina Ortiz, socia de la firma Cnle Law y abogada experta en temas de aviación, la describe como un “agente de cambio que impacta e inspira a otras mujeres que buscan hacer de la aviación su vida”.