Lucy Kellaway. El Comercio de Lima (GDA)
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No pretenda lograr la cima

Solo una vez a las 500 alguien realiza un trabajo de investigación sensato y útil en una escuela de negocios. Un estudio en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ nos cuenta algo realmente práctico: debemos cesar de venerar a los principales líderes empresariales del mundo, puesto que no son tan buenos como todos piensan.

Los autores Chengwei Liu, de Warwick Business School, y Jerker Denrell, de Saïd Business School, de Oxford, afirman que las personas extremadamente exitosas son atípicas, pues logran cosas extraordinarias en parte gracias a su suerte. Y una vez que se vuelven afortunados, llegan incluso a tener más suerte.

Tomemos a Bill Gates. Si no hubiera venido de una familia acomodada ‘lo que le facilitó que se hubiese dado el gusto de ser aficionado a las computadoras’, y si su madre no hubiera usado sus conexiones para abrirle las puertas a IBM, es probable que no se hubiera convertido en el hombre más rico del mundo. Esto no significa que el Sr. Gates no sea inteligente, sino que demuestra que podemos estudiar todo cuanto queramos, pero no vamos a llegar a ser como él.

En cambio, los expertos sugieren que centremos nuestra atención en el número dos, número que se relaciona menos a la suerte y más a la habilidad. Al analizar el modo en como alcanzaron su éxito, seguramente podemos aprender algo.