El emprendimiento ofrece sus productos a través de redes sociales.

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Los productos de aseo y belleza son su especialidad 

19 de noviembre de 2021 12:29

Hace cuatro años, Pablo Londoño y Johanna Castillo, una pareja de quiteños, aprovecharon el ‘boom’ de la cosmética natural para abrir su negocio.

Él es ingeniero químico con aptitudes en investigación y desarrollo, mientras que ella es ingeniera en alimentos con experiencia en ventas y consumo masivo. Ellos decidieron juntar sus conocimientos y fundar Munay Care.

La iniciativa surgió de la idea de fabricar productos de aseo y belleza naturales, que sean igual de eficaces que los tradicionales para posicionarlos en el mercado nacional como una marca sólida.

Londoño, quien es gerente de la empresa, explica que el inicio de la fabricación de los jabones no fue tarea fácil, pues se requiere de muchos testeos para saber la eficacia del producto. Además, obtener permisos, registros sanitarios y ponerlos a la venta utilizando diferentes plataformas.

Al inicio solo fabricaban jabones de arroz y aloe vera, bálsamos para labios y aceites naturales para el cabello. Esos productos los distribuían a través de ferias artesanales y mediante las redes sociales.

Bajo esta modalidad se mantuvieron durante casi dos años. Luego, en 2019, decidieron buscar distribuidores en algunas provincias en las que entregaban los cosméticos a consignación para que ellos pudieran venderlos.

La inversión inicial del negocio fue de cerca de USD 2 500. Ese dinero se destinó a la compra de materia prima y publicidad.

Londoño cuenta que el negocio empezó a crecer durante la pandemia porque el consumidor vio la necesidad de probar nuevos productos y generar ingresos de algún tipo. Así llegaron con la marca a las ciudades de Portoviejo, Tulcán y Quito. Cada mes se distribuyen alrededor de 1 000 productos.

Para él, una de las ventajas de este negocio es que ellos fabrican y entregan sus cosméticos directamente a los distribuidores y son ellos quienes se encargan de entregarlos a otras vendedoras, lo que de algún modo genera plazas de empleo indirecto.

Esta modalidad funciona mejor en la Costa, donde actualmente cuentan con 25 vendedoras. Allí su producto más demandado es el jabón de arroz, “por las bondades que tiene con la piel”.

En algunos puntos de la Sierra, como Cayambe y Tulcán, hay dos distribuidoras y cada una cuenta con ocho vendedoras. En cambio, en Quito el canal de ventas está centrado en el ámbito digital y el comercio electrónico. Los clientes hacen sus pedidos directamente por medio de la página web o a través de WhatsApp.

Por allí se coordinan los pagos y ellos mismos se encargan de la entrega a domicilio.
En la actualidad, su facturación alcanza los USD 12 000 al año y se reinvierte para comprar nueva materia prima y lograr una mayor expansión del negocio.

Con el paso del tiempo también se incrementó la producción de cosméticos y cremas para todo tipo de piel. Actualmente, tienen un catálogo que incluye más de 20 productos, como aceites esenciales, bálsamos, velas relajantes, entre otros. Los precios oscilan entre los USD 5 y 20 y cada uno tiene sus instrucciones de uso.