Tula Águila, Silvia Llanos e Ismael Llanos son parte de la directiva de este emprendimiento familiar. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES

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Cristina Marquez
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Ellos promueven snacks tradicionales

15 de agosto de 2018 10:35

La receta familiar de los Llanos Águila se convirtió en la base de su emprendimiento. Ellos ofrecen una variedad de snacks tradicionales como maíz tostado con panela, habas fritas o tostadas en tiesto y harinas de cereales.

La empresa que fundaron se llama Llagui y sus productos se alistan para llegar a perchas de supermercados. Actualmente, se venden en ferias artesanales y tiendas de todo el país.
El emprendimiento familiar se inició en la comunidad de Panchigua Alto, un pequeño poblado situado en la parroquia La Magdalena, en el cantón Chimbo.

Allí Tula Águila y su esposo Ismael Llanos cultivan maíz, habas y cebada, al igual que la mayoría de la población de Bolívar. Ellos y las familias de sus cuatro hijos, tienen 15 cuadras de terrenos.

Allí, en el campo, el maíz tostado de sal y de dulce es el refrigerio preferido desde hace varias generaciones. Pero la receta que Tula heredó de su abuela tiene un gusto especial según sus compradores.

“Los productos siempre están frescos, tienen un sabor agradable y muy original ”, cuenta Erika Aroca, una de las clientes.

Tula, de 54 años, cuenta que preparaba las golosinas como refrigerios para sus cuatro hijos. Pero cuando tuvo que costear los gastos universitarios de ellos, decidió enfundarlas y venderlas.

Cuando el negocio se inició hace casi 16 años, Tula sólo preparaba maíz tostado endulzado con panela y lo comercializaba en oficinas de Guaranda y Chimbo.

“A la gente le gustaba bastante. Teníamos una acogida muy buena e incluso nos solicitaban más productos”, cuenta la emprendedora.

Años más tarde, cuando su hija Ximena Llanos no conseguía trabajo a pesar de haberse graduado como ingeniera agrónoma, la familia se decidió a darle valor agregado a las golosinas tradicionales.

“Pasábamos por una situación difícil. Yo pensé que cuando mi hija terminara la universidad yo podría dejar de trabajar, pero nadie le daba trabajo a causa de su discapacidad”, recuerda Tula.
Sin embargo, Ximena recuerda su historia con positivismo. Fue ella la precursora de la empresa.

Lo primero que hicieron fue contactar a los técnicos del Ministerio de Industrias y Productividad para solicitar asesoramiento. El primer intento de formar una asociación que involucrara a toda la comunidad fracasó, pero la familia decidió asociarse e iniciar una pequeña empresa.

La pareja, sus cuatro hijos y sus esposos se organizaron para construir la planta de producción. Ellos obtuvieron un crédito de USD 25 000 en Ban Ecuador para iniciar el emprendimiento.

Con el dinero compraron los materiales de construcción para la planta, mesas de acero, bandejas, y materiales para que uno de los socios construyera una máquina tostadora y una freidora.

Allí la familia se turna para convertir los granos secos en deliciosos refrigerios. El proceso de producción se hace entre martes y jueves, y logran empacar unas 300 fundas cada semana.
El producto estrella de la marca es el maíz tostado con panela. Un 70% del total de la producción corresponde a ese producto.

“Empezamos el negocio preparando el tostado de dulce, pero lo primordial es que utilizamos el maíz que cosechamos en nuestras huertas”, dice Silvia Llanos.

De hecho, parte del valor agregado que vuelve al producto especial es que se cosecha en las huertas familiares. No se siembra con ningún tipo de agroquímico y no contiene conservantes o saborizantes artificiales.

“Para el proceso sólo utilizamos productos naturales. La panela la adquirimos de los cantones subtropicales y para sazonar los productos de sal usamos ajo y cebolla”, cuenta Tula.
Los planes para la empresa familiar son grandes. Ahora trabajan en el empaquetado y negociaciones para entrar a dos redes de supermercados nacionales.

La meta para el 2018 también es incrementar la producción para adquirir materias primas de otros agricultores de Panchigua alto.

“No nos imaginábamos todo lo que podíamos lograr al organizarnos. Antes nos tocaba vender nuestro producto a intermediarios, hoy somos empresarios”, dice Ismael Llanos.