Teojama gestiona la recolección de aceite automotor como parte de sus estrategias. Foto: Patricio Terán / LÍDERES

Teojama gestiona la recolección de aceite automotor como parte de sus estrategias. Foto: Patricio Terán / LÍDERES

La responsabilidad social genera valor

19 de noviembre de 2019 13:32

Tener un objetivo más allá de conseguir ganancias económicas y posicionarse como un actor dentro de la sociedad son las dos razones por las cuales expertos consideran clave que las compañías tengan una estrategia de responsabilidad social.

Evangelina Gómez, directora ejecutiva del Consorcio Ecuatoriano de Responsabilidad Social, explica que se trata de un modelo de gestión de las empresas.

“Se da cuando se toman en cuenta impactos económicos, sociales y ambientales. Obviamente, el concepto ha ido evolucionando y ya dejó de ser meramente acción social”.

En el país no existe una estadística exacta de cuántas firmas cuentan con estrategias de responsabilidad social. Las organizaciones que más se dedican a esto son las grandes; sin embargo, los expertos aseguran que pueden existir pymes que cuentan con programas pero no los hacen públicos o no participan en análisis de mediciones.

La consultora Deloitte, por ejemplo, desarrolló su Estudio de Tendencias de Sostenibilidad 2019, en el que encuestó a 105 empresas. Allí se determina que el 74% de las firmas ha hecho explícito su compromiso por la sostenibilidad; pero solo el 63% pudo identificar un claro lineamiento estratégico al enfoque del negocio y 34% logró observar un rendimiento económico entre la estrategia de desarrollo sostenible y la del negocio.

Para que una estrategia genere valor a las empresas, explica Gómez, es importante que esta se desarrolle a través de una metodología en la que se analice qué se ha hecho y qué hace falta, tanto para la comunidad interna como para la externa.

“Las firmas deben identificar cuáles son sus riesgos de operación y hacia allá dirigir sus estrategias. Es la única manera en la que se puede ver el retorno de la inversión que se hará.

Si no se tiene mapeado, por ejemplo, el riesgo de descontento de la comunidad en cuanto a la operación, el día de mañana, si pasa algún imprevisto, es probable que esta llegue, incluso, a paralizar la firma. Debe ser un ganar-ganar.”

Teojama, compañía de venta de equipos de transporte, centra sus proyectos de responsabilidad social en lo ambiental: gestiona la recolección, filtrado y almacenamiento de aceite usado de buses y camiones en todos sus talleres y agencias multimarca, para entregarlos a un gestor. Asimismo, impulsa iniciativas externas en el ámbito del transporte, educación, entre otros.

Para esta firma, el contar con estas estrategias permite difundir sus valores corporativos.

El trabajo de las empresas casa adentro es crucial


Redacción Quito (I)
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Las estrategias de responsabilidad social deben iniciar por casa, es decir por los colaboradores. Así lo indica Wilson Araque, director del área de gestión de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB).

Esto no implica cumplir solo con los derechos que constan dentro de la Ley en materia laboral y de seguridad y salud ocupacional, sino con programas extras entre los que está la conciliación entre familia y empleo, teletrabajo, seguros, etc.

Para empresas como Telefónica, la responsabilidad social que inicia en la propia corporación es clave. “Desarrollamos una continua campaña interna de conocimiento y fomento de temas como los Objetivos de Desarrollo Sostenibles en la que los explicamos y damos consejos para que los colaboradores los puedan poner en práctica en sus hogares”.

Los programas de responsabilidad social que ponga en marcha una empresa deben partir de un diagnóstico que esta realice. Es importante arrancar de las necesidades del personal y luego extenderse a proveedores, clientes, comunidad, etc. En el caso de esta última, es importante que se revisen sus requerimientos y, de ser posible, apoyar para que cualquier carencia o problema se solucione.

Telefónica tiene al menos cinco programas de sostenibilidad en favor de sus trabajadores que incluyen horarios flexibles, voluntariado, reducción del uso de plásticos de un solo uso, embajadores de la diversidad en las compañías, etc.

Esta empresa considera que el contar con una estrategia de responsabilidad social le permite alcanzar prosperidad, eficiencia y rentabilidad a largo plazo. Por ello maneja un Plan global de negocios responsables que también incluye proyectos de sostenibilidad externos vinculados a educación, cultura digital, empleabilidad, entre otros.

Para Evangelina Gómez, directora del Consorcio Ecuatoriano de Responsabilidad Social Empresarial, las empresas del futuro son aquellas gestoras de cambio. “Las firmas que no se acoplan a las transformaciones se van a quedar fuera del mercado. Consumidores como los mileniales y centeniales van a exigir altos estándares”.

Empresas como Laboratorios Bagó explican que nacieron con la idea de ser responsables socialmente en ejes como lo ambiental, lo financiero y lo social. En este último sentido se aplica bien su lema de Ética al servicio de la salud. “Desde el 2017 decidimos liderar la mesa de trabajo del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3. Desarrollamos un programa de educación para prevenir enfermedades del cerebro y el corazón”, dice la compañía. La firma tiene iniciativas como el programa “calidad de vida” que se sustenta en cinco pilares: salud, seguridad, vida/trabajo, familia y trascendencia.

Camila Hernández, gerente de sostenibilidad de Deloitte, dice que si bien es cierto que las empresas ecuatorianas tienen un avance en madurez en cuando a responsabilidad social, el mayor porcentaje de dificultad para seguir avanzando es el desconocimiento técnico; seguido por el presupuesto.

La empresa B tiene un propósito más allá de lo económico


Redacción Quito (I)
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Existen compañías que, a más de generar recursos para sus accionistas, incorporan en sus estatutos otros tipos de objetivos, los hacen vinculantes de manea legal y al momento de adoptar decisiones toman en cuenta los intereses de las personas u organizaciones vinculadas con la firma (‘stakeholders’). Se trata de las empresas B.

Estas forman parte de Sistema B, una organización global que está en más de 67 países. Facilita la creación de un ecosistema adecuado para compañías con propósito.

Los ‘stakeholders’ de estas firmas son comunidad, trabajadores, medioambiente y clientes.

Precisamente, las empresas B están motivadas por encontrar soluciones a problemáticas sociales y ambientales. “Se rompe con la idea de que para ser una compañía solo hay que ser rentable y que otras cosas son filantropía. Una empresa B incorpora en sus estatutos sus propósitos para ser evaluados por la herramienta electrónica Impacto B, en cinco grandes áreas”, explica José Ignacio Morejón, director ejecutivo de Sistema B Ecuador.

Hoy, están certificadas 15 empresas del país como B y más de 150 han creado una evaluación. Las firmas deben alcanzar un puntaje mínimo de 80 puntos sobre 200 para alcanzar la meta; no todas lo logran.

El modelo de negocio de las firmas certificadas genera impactos materiales positivos; estas empresas han sido validadas por un tercero bajo estándares internacionales. “Ahí está la diferencia entre una empresa con buena voluntad, buenas intenciones o buen marketing y una B”.

Las compañías que ya están certificadas pertenecen a sectores como manufactura de derivados del cacao, ganadería, producción de flores para la exportación, alimentos, servicios, etc. A través de la evaluación las empresas pueden conocer si realmente tienen resultados en sus áreas de impacto; como parte de ese proceso se hacen auditorías de cumplimiento electrónicas.

Una de las firmas certificadas es Pacari. Santiago Peralta, CEO de esta organización, explica que previo a certificarse estaban avanzados en el cumplimiento de diferentes propósitos de sostenibilidad. “La génesis de nuestra empresa era muy social, con miramiento en el tema ambiental, de equidad, etc. Cuando encontramos las empresas B nos dimos cuenta que por fin alguien se había tomado el tiempo de valorar, poner métricas, cuantificar lo que ya estábamos haciendo”.

Otras empresas ajenas a Sistema B también han nacido con la idea de lograr impactos positivos en la sociedad. Una de ellas es Proyección Futura, cuyo propósito es modificar los hábitos en la generación y gestión de residuos con pilares como responsabilidad ambiental, economía circular, etc. La firma es un gestor ambiental con conocimientos sobre como instaurar lineamientos de buenas prácticas ambientales dentro de las organizaciones. “Nos hemos preocupado en ser una empresa con propósito, socialmente responsable”, indica Pablo Macías, director de la compañía.