Una pareja camina por el puente de Brooklyn. Nueva York encabezó el año pasado un ranking global de ciudades inteligentes. Foto: Don Emert / AFP

Una pareja camina por el puente de Brooklyn. Nueva York encabezó el año pasado un ranking global de ciudades inteligentes. Foto: Don Emert / AFP

La ruta para llegar a una ciudad inteligente está llena de retos

2 de julio de 2018 07:18

Una ciudad inteligente es el nuevo reto que tienen las autoridades, las universidades, los empresarios y, por supuesto, los ciudadanos.

A escala global, Nueva York encabezó el año pasado un ranking de las también llamadas ‘smartcity’. En la región, las líderes fueron Buenos Aires y Santiago de Chile, según un estudio realizado por la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra (España), llamado ‘Cities in Motion’.

El índice analizó 180 ciudades y se elaboró con base en indicadores como economía, habitantes, medioambiente, cohesión social, planificación urbana, gobernanza y participación urbana, gestión pública, tecnología, movilidad, transporte y proyección internacional.

Cada una de esas variables significa un desafío que las urbes modernas deben superar en su camino para ser una ‘smartcity’.

El tema fue motivo de un congreso internacional que se cumplió la semana pasada en Quito, que se llamó Smart City Ecuador. Durante dos días se abordaron temáticas como sustentabilidad, urbanismo, seguridad, transporte, tecnología, entre otras.

Allí intervinieron autoridades y expertos en la materia. En las ponencias se abordó el potencial que tienen las nuevas tecnologías para facilitar una serie de servicios, así como para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

La transformación digital y su impacto en el día a día de las personas fue analizado por Horacio Werner, partner senior de Innovus Consulting, con sede en Miami. Él detalló que la Internet de las Cosas será parte clave en el desarrollo de las urbes modernas.

Este experto mencionó, por ejemplo, que en la actualidad “solo el 2% de los dispositivos conectados a Internet están conectados entre sí”. Ese porcentaje equivale a unos 300 millones de dispositivos a escala global. Werner anticipó que para el 2020 se espera una aceleración y que la cifra de dispositivos conectados entre sí llegue a 50 000 millones.

En este proceso, asegura Werner, estarán involucrados vehículos, escuelas, hospitales, entidades públicas, electrodomésticos, etc. “Es una aceleración total”.

Pero la tecnología no será el elemento de mayor peso. El vocero de Innovus se refirió al peso que tienen las personas. “Las ciudades de la región han servido para una construcción social y de trabajo que no es fácil cambiar”.

Para ejemplificar habló sobre la generación de empleos en el sector público y la dificultad que sería reemplazarlas con los avances tecnológicos. “Hay temas que se deben entender y medir. El sector público genera mucho trabajo y no se puede desechar a esas personas así nomás”.

Para Werner, la clave de toda ciudad siempre serán sus habitantes. “No debemos robotizarnos, no podemos perder la sensibilidad por la transformación digital”. En su intervención citó una frase de Shakespeare. “¿Qué es la ciudad si no su propia gente?”

Pablo Osorio, investigador de temas urbanos, coincide con Werner. Él asegura que muchas veces se relaciona el término de ciudad inteligente con la utilización de software informático para la gestión de la ciudad. “Es fácil pensar que mientras más aplicaciones móviles tienen las personas en sus teléfonos inteligentes, o si tenemos una central de gestión de semáforos nos estamos acercando a una ciudad inteligente. Pero es una ilusión”.

Osorio considera que la gestión pública de las ciudades no siempre se beneficiada de estos artilugios. “Prefiero pensar en una ciudad inteligente como aquella en la que se ha desarrollado una especie de software social, una inteligencia ciudadana basada en el conocimiento del entorno que permite actuar conforme a ella”.

Como ejemplo dice que en una ciudad inteligente de verdad sus habitantes saben de dónde vienen el agua y los alimentos que consumen, también saben adónde van los desechos que producen. “Todo esto les permite actuar en consecuencia: ahorro de agua, consumo de alimentos sanos y locales, menos desperdicio”.

El papel del ciudadano, según este investigador, es involucrarse con la vida de la ciudad, conocer aquellas cosas que le hacen bien y aquellas que le hacen mal.

Los retos, entonces, son grandes. Más aún cuando las estadísticas muestran el peso poblacional de las ciudades. Un estudio de la ONU señala que más de la mitad de la población del planeta (54,6% o 3 600 millones de personas) vive en ciudades. Y para 2050 el 70% de la población mundial (más de

6 000 millones) vivirá en ciudades: 64,1% de las personas en países en desarrollo y 85,9% de los habitantes en países desarrollados.

Las personas, el centro del desarrollo

Una ciudad inteligente es aquella que coloca a las personas en el centro del desarrollo. Pero también incorpora tecnologías de la información y comunicación en la gestión urbana y usa estos elementos como herramientas para estimular la formación de un gobierno eficiente que incluya procesos de planificación colaborativa y participación de los ciudadanos.

Esa es la definición que brinda el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en un estudio titulado La ruta hacia las Smart Cities. “Al promover un desarrollo integrado y sostenible, las ciudades inteligentes se tornan más innovadoras, competitivas, atractivas y resilientes, mejorando así vidas”, añade la publicación del BID.

El camino es complicado. Según el estudio del organismo multilateral, un proyecto integral de ciudad inteligente debe tomar en cuenta los aspectos humanos, sociales y medioambientales de los centros urbanos con la finalidad de mejorar la vida de las personas. Por lo tanto, debe incorporar aspectos relativos a la gobernanza, a la infraestructura y al capital humano y social.

Para Horacio Werner, partner senior de Innovus Consulting, uno de los puntos claves es aprovechar lo que el llama la “propiedad intelectual local”. Esto quiere decir que en lugar de importar o comprar tecnología hay que desarrollar talento propio, un recurso que tiene toda sociedad.

Respecto al uso de datos que se recolectan gracias a la tecnología, Werner asegura que el desarrollo de una urbe dependerá de la analítica de esos datos. “Hoy en día solo el 10% de datos recopilados son utilizados para generar procesos en las ciudades. La clave es tener datos abiertos”.

Este experto añade más ‘ingredientes’ y habla de factores cruciales como liderazgo, expertos en datos, en procesos y en riesgos. “Hay que alinear a la población”, asegura Werner.

Buenos Aires y Santiago de Chile encabezan la lista de las ciudades más inteligentes de América Latina, según un estudio realizado por la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra (España), seguidas por Ciudad de México, Medellín (Colombia) y Montevideo. El índice abarca el estudio de 180 ciudades.

La capital argentina se ubicó en la casilla 83 en la tabla general. Otras capitales latinoamericanas de este ránking fueron Bogotá(113), Lima (116), Quito (130) Brasilia (143), Ciudad de Guatemala (149), entre otras. El ránking mundial está encabezado por Nueva York, Londres y París.

Gabriel Lanfranchi, Director del Programa de Ciudades del Cippec, en Buenos Aires, comenta, en una entrevista para Infobae, que una ciudad inteligente debe incluir a los distintos sectores de la sociedad que participan ella: el sector público, el privado, la academia y las organizaciones de la sociedad civil. “Todos construimos la ciudad”.

Este experto en temas de desarrollo urbano añade que las ciudades se han convertido en el escenario de la ocurrencia de la vida, del hábitat, de todo el mundo. Más del 50% de la población mundial de hoy es urbana y en Argentina está en el orden del 90 o 92%. “Por lo tanto la cultura se genera en las ciudades, las ideas, la economía, gran parte de las cuestiones de la vida sucede en las ciudades”.

¿A dónde nos va a llevar la tecnología? Es difícil saberlo, dice Lanfranchi. “Lo que sí sabemos es que va a tener que ser una relación muy fuerte con el tema ambiental y climático”. El experto se imagina que una ciudad donde vamos a usar mucho menos el auto, con autos autónomos probablemente o bicicletas autónomas como están diseñando en el MIT.

180 ciudades

Los datos del  índice de ciudades inteligentes provienen de fuentes como la Unesco, el Banco Mundial o Euromonitor.

El índice abarca el  estudio de 180 ciudades y se elabora con base en indicadores como economía, habitantes, medioambiente, cohesión social, planificación urbana, gobernanza y participación urbana, gestión pública, tecnología, movilidad, transporte y proyección internacional.

Para Gabriel Lanfranchi,  Director del Programa de Ciudades del Cippec será necesario encontrar una nueva forma de movilidad que consuma mucha menos energía. El experto piensa que las personas tendrán que caminar más y eso nos permitirá “volver a encontrarnos”