Adrián Silva, Leonardo Jiménez y Xavier Vila laboran en el área de cocina de esta firma cuencana. Su carta tradicional tiene hasta 30 opciones. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES

Adrián Silva, Leonardo Jiménez y Xavier Vila laboran en el área de cocina de esta firma cuencana. Su carta tradicional tiene hasta 30 opciones. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES

Sabor y recuerdos van en el menú

26 de abril de 2021 15:49

Tres generaciones de cuencanos, por lo menos, son fieles clientes de la marca Pity’s. Este nombre es un referente en el segmento de comida rápida desde hace 35 años, en la capital azuaya.

Sin embargo, durante dos años suspendió sus operaciones y dejó un vacío entre su público cautivo. Uno de ellos fue el actual empresario turístico y gastronómico Andrés Durán, quien tuvo la necesidad de reactivarle porque sus padres le llevaban a ese local desde que era niño.
Hace cuatro años, habló con el anterior propietario Gonzalo Apolo y le propuso una sociedad estratégica, para reanudar las operaciones y que los sabores no desaparezcan.

Además, identificó una oportunidad porque pensó en la gran cantidad de clientes que estaba dejando el Pity’s. “Es una marca muy potente que tiene más de 30 años y no se debe desperdiciar ese el nexo con los clientes de varias generaciones”, dice Durán.

Hace tres años se reabrió el Pity’s en un espacio pequeño ubicado dentro del complejo gastronómico La Cuadra, del grupo familiar Durán. Fue en un contenedor y nunca hubo un estudio de mercado, pero la respuesta fue espectacular e inmediata, comenta Andrés Durán. “Fue estresante porque los clientes tenían muy claro los sabores, los valores y las recetas, y había que brindarles, incluso, hasta mejorarlas”.

Luego de dos años, decidió llevar el negocio a otro nivel y adquirió las participaciones de Apolo. Durán y su esposa Gabriela Toral decidieron abrir un local más amplio debido a la creciente demanda. Además, su intención fue darle una nueva imagen a la marca, para que sea más contemporánea y que esté ligada con las multigeneraciones de sus consumidores.

Su visión fue potenciar la marca para posteriormente abrir nuevos locales en Cuenca y Guayaquil. Sin embargo, la pandemia aplazó esos proyectos, pero no están descartados. Para el futuro, también, existe la posibilidad de crear franquicias, pero no es una prioridad ahora, señala Durán.

En la actualidad, tiene otro local, que es de delivery express en Chaullabamba, que es una zona de expansión urbanística en el norte de Cuenca. En mayo próximo abrirá otro igual en el este de la capital azuaya.

El año pasado, pese al confinamiento inicial, les fue bien. Eso significa que pudieron enfrentar el funcionamiento y no despidieron a ningún empleado. Sin embargo, las ventas bajaron frente a los meses previos a la pandemia, señala Durán. En la actualidad, están en la fase de recuperación.

“Potenciamos mucho el delivery. No trabajamos con aplicaciones, sino impulsamos los canales internos de comunicación como una web, líneas telefónicas o WhatsApp. Las comisiones que cobran las aplicaciones nos sirven para fortalecer nuestros canales y para mejorar el servicio para los clientes”, indica Durán.

En la actualidad, la afluencia en los locales mejoró en los últimos meses. El 50% de los pedidos se efectúa en los locales y el resto mediante delivery. Tiene de 1 500 a 2 000 pedidos semanales, en promedio.

La expectativa de este año es mantener las ventas registradas en el 2020 que fueron de USD 400 000, señala el empresario cuencano.

Entre sus empleados están algunos que estuvieron desde el inicio de este negocio con los fundadores Enrique Mora (Pity) y Hernán Palacios. “Es importante porque conocen los secretos de las recetas, estándares de preparación, sabores”, señala Durán.

El menú de Pity’s es amplio porque durante sus 35 años se lanzaron preparaciones clásicas y otras especiales, que solo saben algunos clientes. Hay ocasiones, incluso, que han tenido que realizar investigaciones para cumplir el deseo de los consumidores, cuenta Durán. La carta tradicional es de 25 a 30 ítems, como las hamburguesas, sánduches (como los morlacos), papas fritas y sus salsas.

Para el abogado y expresidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Azuay, Nicolás Muñoz, es una marca que supo manejar las emociones de su público cautivo desde su inicio. “El sabor de su comida y sus salsas no solo agradan, sino que permite recordar la niñez cuando nuestros padres nos recompensaban por nuestros triunfos como las buenas calificaciones”.

Muñoz comenta también que no solo es una buena comida y grata experiencia, sino es recordar momentos felices, eso hace que sea una marca insigne en Cuenca. “Eso ya está repitiendo con las nuevas generaciones”.