La esmeraldeña Zoila Tamayo es la propietaria de un restaurante con sello afroecuatoriano. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES

La esmeraldeña Zoila Tamayo es la propietaria de un restaurante con sello afroecuatoriano. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES

La sazón esmeraldeña le abrió oportunidades

19 de julio de 2017 15:57


El coco es el ingrediente principal en el restaurante La Comida de Zoila, ubicado en Santo Domingo de los Tsáchilas.

Este emprendimiento, que nació hace 18 años, busca rescatar la tradición de la comida afroecuatoriana. Zoila Tamayo, propietaria de este negocio, señala que empezó a preparar comida esmeraldeña porque extrañaba su cultura. “Al conversar con los clientes, siempre me decían que conocían muy poco de las tradiciones gastronómicas esmeraldeñas y por eso le aposté a la comida típica”.

Tamayo y su familia debieron trasladarse desde Esmeraldas a Santo Domingo, debido a un derrame de petróleo que afectó a la zona en la que vivían. “A una semana de ese accidente, en el que incluso hubo un gran incendio, yo ya estaba buscando trabajo en Santo Domingo”.
Al principio trabajó por cuatro años en el restaurante de un hospital del cantón tsáchila. Ahí debía vender todo tipo de alimentos.

Pero cuando su contrato terminó, Tamayo decidió mostrarles a los comensales santodomingueños cómo era la comida esmeraldeña. “Me siento orgullosa de ser afrodescendiente y de que la gente conozca mi comida”.

Ella empezó su negocio con la cocina y la refrigeradora de su casa. Debía levantarse a las 05:00 y acostarse a las 00:00 para preparar los alimentos y asear el restaurante, porque no tenía empleados. “Debía hacer muchos esfuerzos, como lavar en la noche los manteles, para que estuvieran limpios al siguiente día. Debía hacer lo imposible para que se secaran a tiempo porque no tenía lavadora”.

El local era pequeño y solo se ofrecían desayunos y almuerzos para ejecutivos y médicos del sector. Ahí invirtió unos USD 1 000.

Ella recuerda que al principio quiso llamar a su emprendimiento el Rincón Esmeraldeño, pero desistió de la idea porque los clientes llamaban al restaurante por su nombre: Zoila.
Sin embargo, Tamayo recuerda que la llegada de clientes fijos no fue fácil y tuvo dificultades para introducir la comida esmeraldeña en el mercado de Santo Domingo.

Hace 15 años, las ventas eran bajas (20 platos al día) porque el santodomingueño no estaba acostumbrado a comer el encocado de pescado, por ejemplo.

Pero Tamayo no desistió y fue la combinación del bolón de plátano verde con chicharrón, acompañado de un encocado de pescado o de camarón, lo que hizo que el restaurante empezara a tener clientela fija. Hace unos 10 años, se empezaron a vender unos 100 platos durante el día.

Francisco Morocho es cliente desde hace siete años. Él señala que los bolones tuvieron tanta acogida porque era un plato innovador. “En Santo Domingo no había nada parecido, porque se vendían bolones con jugo de carne, pero nunca con encocado, y esa combinación es deliciosa”.

Por eso, el bolón es ahora el producto estrella del restaurante. De hecho, una de las dos sucursales se llama Los Encocados de Zoila.

Ahí solo se preparan desayunos. Porque en el local principal, Tamayo sigue cocinando para sus clientes. “La gente ya conoce mi sazón y si cocina alguien más, ellos se dan cuenta. Así que debo seguir”, afirma la mujer.

Sin embargo, ahora cuenta con la ayuda de seis empleados en los dos locales. Ellos se encargan de atender a los clientes y limpiar los locales. También le ayudan a preparar los alimentos, pero el toque de sabor sigue dándolo Tamayo, porque ella conoce la receta original de ese plato típico.

Los bolones y los encocados, especialmente, tienen clientes en varias partes del país. Eso debido a que unos 50 ejecutivos, que vienen de otras ciudades para hacer trámites en Santo Domingo, son sus clientes fijos desde hace más de cinco años.

Carlos Andrade es uno de ellos. Él es esmeraldeño, pero vive en Quito hace 10 años. Cada vez que viaja a Santo Domingo visita a Tamayo. “Es una parada obligatoria, porque visitar el restaurante es como llegar a Esmeraldas. Se siente alegría, amabilidad y una comida deliciosa”.