Arturo Castillo / Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes
Descrición
¿Te sirvió esta noticia?:
Si 0
No 0

El secreto del aprendizaje es indagar

EL ESPECIALISTA

En un mundo preexistente, plagado de objetos 'inteligentes', la curiosidad y la posibilidad de preguntar se han convertido en actos desprovistos de auténtico interés; quizás porque el nuevo oráculo, Internet, tiene respuestas para absolutamente todo.

A la vez, contradictoriamente, la nueva generación va perdiendo la capacidad para preguntar, que es el equivalente de la duda, del poder de asombro. Preguntarse es la antesala de la reflexión; da paso a la búsqueda apasionada de aquello que intriga, que acucia; pone en movimiento la imaginación, impulsa a buscar en el entorno las pistas que lleven a una respuesta satisfactoria.

Pero cuando la respuesta está a la mano, cuando Wikipedia ahorra la fatiga de pensar, la capacidad para indagar se convierte en un hecho electrónico, en una acción fría, que tiene como protagonista a una máquina.

Llevado esto al campo laboral, quien pregunte más de la cuenta, quien no 'cache' las cosas al paso, corre el riesgo de ser considerado lento, incapaz, tonto.

Este prejuicio se desprende de la formación escolar, que, absurdamente, es un proceso que mata la capacidad para preguntar, la intriga. La uniformidad de la educación, que asume que todos los niños poseen la misma habilidad de aprendizaje, el mismo ritmo, relega a aquellos estudiantes que no entienden.

Puntualmente, considerar un tiempo prudencial para que los nuevos trabajadores puedan preguntar acerca de sus tareas, para que manifiesten sus dudas e inseguridades, tiene mucho del esquema escolar. No les quedará, entonces, más remedio que quedarse callados, que ocultarse tras su ignorancia, tal como ocurre con sus hijos en las aulas.

Nada es quizás más trágico que la vergüenza por causa de la curiosidad, de la ignorancia intrínseca. Más trágico aún que las personas escondan su ignorancia fingiendo erudición.

Sin la libertad interior para preguntar, el individuo se ve obligado a aceptar verdades ajenas. Ninguna empresa debería poner barreras para que sus trabajadores pregunten, reflexionen, para que a partir de ello sean capaces de tomar iniciativas, de decidir creativamente.

"NINGUNA FIRMA DEBERÍA PONER BARRERAS PARA  QUE SUS EMPLEADOS PREGUNTEN. LA REFLEXIÓN INCENTIVA LA CREATIVIDAD".