Mauricio Loachamín tiene su taller en el barrio Luis Cordero. En este espacio tiene la maquinaria necesaria para elaborar zamarros, riendas y monturas. Los precios son económicos; depende del modelo. Foto: Valeria Heredia / LÍDERES

Mauricio Loachamín tiene su taller en el barrio Luis Cordero. En este espacio tiene la maquinaria necesaria para elaborar zamarros, riendas y monturas. Los precios son económicos; depende del modelo. Foto: Valeria Heredia / LÍDERES

Redacción Quito   
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La talabartería: un oficio que perdura en Sangolquí

27 de junio de 2016 11:11

Mauricio Loachamín es un talabartero que guarda el legado del oficio de su padre y abuelo, con orgullo. Hace 20 años, el hombre decidió abrir su local en Sangolquí, en el barrio Luis Cordero, en el oriente de Quito.

Cuando era un niño aprendió a moldear el cuero. Poco a poco y con constancia empezó a transformar este material en productos para los amantes de los caballos. Las monturas, los zamarros y las vetas son algunos de los productos que realiza en su talabartería, que lleva el nombre de San José.

Loachamín recuerda cómo fueron sus primeros pasos en este oficio, que ha ido desapareciendo con el paso de los años. “He tratado de mantener los conocimientos que me impartió mi abuelo, quien trabajó en el campo y domaba los caballos bravos en el páramo”, señaló.

Su abuelo le pedía que le ayudara en el campo a domar los caballos. Así aprendió cada uno de los atados para hacer las riendas, las monturas o los famosos zamarros. Además, aprendió a ‘curar la piel del animal’ para que tenga la resistencia y la flexibilidad para elaborar los diferentes modelos para sus clientes.

Y, ¿cuál es su plus? El hombre relató que confecciona sus productos a la medida del cliente y bajo pedido. Cuando una persona busca un zamarro, lo primero que hace es tomar sus medidas para que se amolde a su cuerpo. Posteriormente, acude a comprar las pieles y confecciona el traje. “Me demoro entre cinco y seis días, porque es un trabajo de calidad y lo hago solo”, dice el hombre de 39 años.

Los precios de los productos son módicos, depende de la calidad del material y de la complejidad del producto. “Tengo todos los materiales necesarios para elaborar un producto de calidad, ya que invertí un capital de USD 10 000”.

Uno de los productos más demandados son las monturas. Los costos van desde los USD 800 en adelante. Los zamarros están entre los USD 300 y 500. Mientras que las riendas o vetas cuestan USD 180 o más. En el momento, el hombre factura USD 600 aproximadamente, al mes.

Una de las situaciones que alegra a Loachamín es que su hijo mayor le ayuda a elaborar los insumos y espera que también mantenga estos saberes ancestrales. “En la localidad ya son pocos los que se dedican a ser talabarteros, en especial, aquellos que elaboran todos los aperos del caballo”, comentó.

Las mejores épocas para el talabartero son las fiestas del cantón Rumiñahui, ya que jóvenes y adultos compran estas indumentarias para los desfiles.