El aislamiento, la reducción del sentido de pertenencia a la organización, los gastos en bienes y servicios, etc., son algunos de los puntos en contra de este método. Foto: Freepik.es

El aislamiento, la reducción del sentido de pertenencia a la organización, los gastos en bienes y servicios, etc., son algunos de los puntos en contra de este método. Foto: Freepik.es

El teletrabajo no siempre es perfecto

13 de febrero de 2020 11:49

Durante los últimos años las empresas han comenzado a aplicar el teletrabajo debido a sus ventajas en cuanto a reducir traslados de un punto a otro, mayores posibilidades para compartir con la familia, planificación del tiempo, etc. Sin embargo, es posible que tenga sus puntos negativos tanto para empresas como para trabajadores, debido a condiciones particulares de cada uno.

El ser humano, que es social por naturaleza, obtiene diferentes conocimientos al compartir de persona a persona. Con el teletrabajo esta posibilidad se reduce pues la interacción se remite a lo virtual o telefónico y el empleado se distancia del entorno empresarial.

“La persona puede tener una curva de productividad alta y resultados efectivos. Pero, al estar a control remoto, cada vez se reduce la sensación de pertenencia hacia la organización. Estar en casa aminora los espacios para socializar, para trabajar en equipo”, explica Xavier Verdesoto, CEO de Nexos Talent EFH Ecuador.

Otro problema es que la persona caiga en la monotonía y lo que inicialmente fue una oportunidad para ser más productivo y eficiente genere el efecto contrario y se afecte a la empresa.

Ante esto es importante que los departamentos de recursos humanos desarrollen estrategias para definir los perfiles más aptos para teletrabajar. No todos son aptos para laborar bajo dicha metodología por cuestiones de personalidad, cognitivas, etc.

Las personas apropiadas para desarrollar actividades en casa son aquellas que son más organizadas, capaces de laborar por resultados, que logren una permanente interacción por diferentes canales y con habilidades blandas.

Asimismo, es importante que, al menos una vez a la semana, la persona asista físicamente a la compañía. Si eso no es posible debe haber espacios de socialización.

Los empleadores deben dejar por sentado al teletrabajador que laborar bajo dicha metodología no implica una posible exclusión de los procesos empresariales.

Hay personas que por temor a inconvenientes en el trabajo rechazan la posibilidad de laborar en su casa. “Mi esposo, quien se dedica a actividades de comercio exterior, trabajó desde casa por algunos meses. Sin embargo, comenzaron a hacerse recortes en la empresa y prefirió a volver a la oficina para tener más presencia en el sitio”, cuenta María Peñafiel.

Para otros teletrabajadores los inconvenientes llegan del lado técnico debido a que tienen que asumir los gastos de servicios y bienes para laborar en su casa.

Mabel Ocampo, fundadora de Ikigai -desarrollo humano y organizacional-, explica que para que la metodología funcione adecuadamente se requiere buenas condiciones de conectividad que garanticen la operación remota. Además, “los teletrabajadores deben contar con un espacio adecuado para realizar sus actividades laborales desde casa; definir una rutina de trabajo que incluya pausas habituales de descanso en la jornada; explicar a la familia las rutinas y horarios del día y así evitar interferencias”.

Para teletrabajadoras eventuales como Andrea Cueva, el mecanismo funciona siempre y cuando los colegas que están en la oficina también colaboren. “Hay veces que llamo y nadie me responde, lo propio con los correos electrónicos. Las tareas se hacen a la perfección cuando logro interactuar con mis colegas que están en la planta de operaciones”.

En algunos casos, los problemas generados por el teletrabajo pueden ser de origen. Sahira Herrera, docente de la maestría de recursos humanos de la Universidad de Las Américas, explica que esta metodología es una forma natural de trabajar en el mundo digital.

“Hay muchos nuevos trabajos en los que no se necesita una persona en un centro de producción. Son actividades de generación intelectual y se pueden realizar en cualquier lugar. El teletrabajo no es una moda, pero tampoco es aplicable a todo”, explica.

Ella cree que para estar comprometidos en el trabajo no es necesario estar presentes. El teletrabajador debe ser una persona con madurez para cumplir sus tareas sin control permanente y tener un desarrollo emocional elevado, que impida afectaciones por aislamiento y falta de interacción.

Del lado de las organizaciones, no tienen que sentirse obligadas a aplicar la metodología. Las firmas tendrán o no que aplicarla conforme sus necesidades.

Isabel Jácome, gerente comercial de grupo Lila, asegura que aplicar el teletrabajo en Ecuador implica cambios fuertes para las empresas porque la cultura organizacional es muy presencial. A las compañías y a los trabajadores les genera mucho temor.

“Hemos encontrado cargos que no dan para teletrabajar, personas que no tienen las habilidades para desarrollarlo, etc. La parte más dura es del propio trabajador debido a la adaptación. Al inicio los resultados no se ven. Estos son a mediano o largo plazo”.

13 410 teletrabajadores tenía Ecuador hasta diciembre del 2019, según el Ministerio de Trabajo. Hay más en Pichincha y Guayas.